La indignación politiza el Carnaval de calle de Brasil
El disfraz es un edificio. Las armas son lúdicas. Y el espacio de batalla es móvil y fluctuante: un 'bloco' de carnaval' (una especie de comparsa que desfila por las calles con espontaneidad). La escena tuvo lugar el pasado 15 de febrero, en la ciudad brasileña de Recife, capital del nordestino Estado de Pernambuco. El bloco carnavalesco Empatando tua Vista fue una iniciativa del colectivo Direitos Urbanos, uno de los protagonistas de las revueltas en dicha ciudad. Su objetivo - denunciar la gentrifización y la intensa especulación inmobiliaria que azota la urbe- no era una novedad. Pero el formato de la protesta, sí: un bloco activista. Los carnavales políticos, habituales durante la dictadura brasileña, habían pasado a la historia. Y la mercantilización y cierta banalización del carnaval brasileño - cercado en sambódromos y estructuras jerárquicas - habían apagado casi las reivindicaciones sociales de los blocos. Pero algo ha cambiado radicalmente desde la explosión de las denominadas 'jornadas de junio' que llevaron a millones de brasileños a las calles a partir de junio de 2013. El Carmaval vuelve a ser política. El bloco se transforma en un batallón creativo.
Carnavalizar la política era un deseo / estrategia de los nodos de Occupy en Brasil desde 2012. Las estructuras carnavalescas - principalmente el bloco - eran el laboratorio de algunos miembros del Partido Pirata y Anonymous. Llegaron a crear, incluso, el grupo Bloco Livre Brasil en Facebook y la red libre N-1.cc. El imaginario / táctica era simple: el bloco sería en Brasil lo que las acampadas fueron en el 15M u Occupy. El bloco como epicentro líquido, móvil, encajaría mejor con el carácter de Brasil. Pero la estrategia no salió del papel / píxel. Y tuvieron que llegar las revueltas orgánicas y desconcertantes que todavía sacuden Brasil para sacarse de la chistera el espíritu rebelde que siempre tuvo el Rey Momo. Las revueltas del Passe Livre se llenaron de coros, cantos y estrofas profundamente políticas. Políticamente incorrectas, ácidas, sin tapujos. El estudio la Manifestación a través de la música es un minucioso paseo por los instrumentos, formatos, paisajes sonoros y letras de las “marchinhas” (uno de los tipos de canción más típicos del Carnaval) cocinadas bajo el imaginario #VemPraRua de las jornadas de junio. Letras remezcladas de anuncios, como el Vem Pra Rua. O ataques frontales a políticos, como la marchinha Cabral, é ditador (en alusión al Gobernador de Río Sérgio Cabral). ¡Más trompetas, que es la guerra!
Nada es casualidad: el caldo de cultivo político-carnavalesco estaba sembrado hace meses. Las jornadas de junio fueron el embrión. El Coletivo Mariachi, por ejemplo, llegó a invadir el Palácio de Guanabara (Gobierno de Río de Janeiro) a ritmo de carnaval, en una acción que se viralizó en septiembre de 2013. Y llegó a circular un Manifiesto Carnavalista que defendía el uso del espacio público y se transformó en bloco-manifestación en São Paulo.
Ocupa Carnaval
Y el Carnaval indignado, en medio de una contundente huelga de barrenderos en Río de janeiro, llegó. Era inevitable. Mujeres Black Bloquinhas (estética black blocs). Carteles con los gritos e imaginarios de junio (“passe livre”, “tarifa zero”, “VemPraRua”, “vândalos” ....). Blocos como Nao Vai Ter Xota (“no va a haber vagina”), que ficciona un Mundial de Fútbol con prostitutas en huelga y remezcla el popular #NãoVaiTerCopa. Y el activista-humorista Rafucko, que hackea en su CarnaVÂNDALO las letras de las marchinhas más clásicas convirtiéndolas en hits políticos. Pero el carnaval de 2014 es mucho más que un conjunto de insurgencias poéticas, remezclas semánticas y disfraces. Mucho más que carteles y máscaras. Se ha convertido en acción política. En táctica. En estrategia-puente. De hecho, el hashtag #OcupaCarnaval es una ágora de una buena parte de las acciones políticas del Carnaval.
Por un lado, se lanzó un Manifiesto Ocupa Carnaval: “Abajo los torniquetes (catracas, palabra imán de las jornadas de junio) que transforman la ciudad en un gran negocio donde el lucro prevalece sobre la vida, donde el dinero es más libre que las personas”. Y #OcupaCarnaval se convirtió en un nuevo eje, mezcló manifestaciones y blocos en Río de Janeiro y creó un off Carnaval en toda regla con decenas de blocos-manifestaciones enredadas. Blocos sorpresa, transversales, imprevisibles, que desbordan las reglas del juego. La Guerrilla de Lawrence de Arabia, atacando donde menos se la espera. Los blocos usando su arma, como en el texto de Lawrence: “la capacidad de transformar a cada individuo en un simpatizante y amigo”. Una imagen: aquellos foliões (personas disfrazadas, fiesteros) del Colectivo Mariachi dando un abrazo colectivo a los guardias de seguridad del Palacio del Gobernador. Otra imagen: el bloco Cabralhada rodeando durante ese Carnaval una comisaría de la Policía Militar de Río de Janeiro y pidiendo con humor su extinción (vídeo). Y el bloco parodia Comuna que Pariu (juego de palabras con la Comuna de París) que lanza dardos contra la FIFA y Gobiernos varios: “No jodas, FIFA / Globo y el capital (Não vai ter Copa!) / Soy comunista / En vez de estadio quiero tener más hospitales / la revolución es la Copa que parió”.
Marchinha del colectivo Tarifa Zero BH
Pero el Carnaval de los “vándalos” no se limita a Río de Janeiro. En todo Brasil han surgidos muchísimas acciones ocupando el carnaval. Sin duda, el imaginario del Passe Livre y de la movilidad urbana es uno de los grandes comunes. El bloco Pula Catraca, de la red Tarifa Zero de Belo Horizonte, no sólo ha compuesto una marchinha pegadiza sino que ha fletado un autobús sin “catracas” (libre) que ha deambulado por la ciudad durante días. En Bahía han ocupado las calles los blocos Chama na Catraca (llama en el torniquete) o el Pipoca Indignada (palomita indignada). En São Paulo, el Bloco do Mal, Ocupa Você Também o el Bloco Bastardo, enriquecido por los disparos simbólicos (y rosas) del Roza Bloc (parodia de Black Bloc) de Paulinho Fluxus. Y ocupaciones-acciones transversales, como la de los activistas del Parque Augusta que reivindican la gestión colectiva de un parque en el centro de São Paulo. Durante el Carnaval ignoraron los candados que cercan al parque desde las jornadas de junio y ocuparon el mismo con el grito “El Carnaval también es parque”. El ensayo Estética de la multitud, de Bárbara Szaniecki, que hablaba en 2007 de la carnavalización de la política, se ha hecho carne / realidad. El Rey Momo es un vándalo.
El Sambódromo de Río de Janeiro acoge hoy domingo el Desfile de las Campeonas, con las seis escuelas de samba ganadoras. Y allá dentro, en el Carnaval oficial, ya nadie incluye ni incluirá letras críticas, como lo hacía históricamente el carnavalesco Joãsinho Trinta que una vez sembró de disfraces de urubús (buitres) la avenida, denunciando las desigualdades sociales. Habrá medios, televisiones, flashs. Y un espectáculo previsible al 100%. La estructura de las escuelas de samba es totalmente rígida. Un movimiento, paradojicamente, estático. Como apunta Bruno Cava, de la Universidad Nómada de Río, la escuela de samba se organiza “jerárquicamente” y funciona con “disciplina marcial”. Posee autorías, copyright y un “espacio y tiempo delimitados”. El carnaval de calle, los blocos, es la otra cara de la moneda-celebración. La gente, en palabras de Bruno Cava, se relaciona transversalmente: “La autoría es colaborativa. No hay planeamiento. Vale la casualidad, los contagios, la hibridación”. Bloco-bomba, bloco-subversión, bloco-promiscuidad.
¿Y sí las manifestaciones de Brasil comenzarán a usar el formato bloco para protestar antes-durante-después del polémico Mundial de Fútbol, tan criticado por el derroche de recursos públicos e imposiciones de la FIFA? ¿Y si el Bloco Livre Brasil se multiplica, explota en blocos regionales (Bloco Livre Rio, Bloco Rio Pernambuco...) o temáticos (Bloco Sin Transgénicos, Bloco Contra la Gentrificación...)? Algunas listas de correos y grupos de Facebook están sugiriéndolo. Carnavalizar la política. Desnudar al emperador (del mercado) con las máscaras del humor.
Las televisiones mostrarán el impoluto, jerárquico y previsible espectáculo del Desfiles de las Campeonas del Sambódromo, patrocinado por las mismas marcas del Mundial de Fútbol. El carnaval pra gringo ver (de cara a la galería). En las calles, así en las manifestaciones como en el Carnaval, los blocos se seguirán relacionando con otra organicidad, sobre las toneladas de basuras del sistema (con acuerdo de mínimos tras la huelga de barrenderos).Y El bloco blocATO: Copa Que Pariu! (crítico con el Mundial, organizado por el Comité Popular da Copa en Río) ya tiene listo su recta final carnavalesca. No habrá corresponsales para cubrirlo. Tal vez Le Parisien, único medio que dedicó una pieza al #OcupaCarnaval. Poco importa. La red, los afectos transversales de los blocos, construirán política.
El estribillo de las calles, como anhelando la horizontalidad y organización política de las jornadas de junio, no será mañana (ni nunca) previsible. No tiene ni tendrá un tiempo delimitado. Ni recorrido fijo. La lírica de las calles se parecerá en todo caso al coro con el que suelen acabar las imprevisibles performances del bloco Orquestra Voadora, dibujando un anhelo colectivo sin intermediarios ni líderes: “Aquí no hay maestro”.