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The Guardian en español

Acusan a Justin Trudeau de ser un colonialista por su combate de boxeo contra un indígena

Justin Trudeau y Patrick Brazeau antes del combate, organizado en 2012 para recuadar fondos para la investigación contra el cáncer.

Ashifa Kassam

Toronto —

En una de las esquinas del ring estaba el senador más joven de Canadá, con la piel llena de tatuajes y armado con un cinturón negro de kárate. En el otro, un larguilucho Justin Trudeau, el tapado al que los corredores de apuestas le daban un 3 a 1 en contra.

Este combate de boxeo, que tuvo lugar en 2012, marcó un momento decisivo en la carrera política de Trudeau. Pero el relato de aquel episodio ha despertado muchas críticas al dejar entrever por qué eligió al político indígena Patrick Brazeau como oponente en aquel combate.

“No fue algo aleatorio”, contó Trudeau la Rolling Stone en una entrevista publicada esta semana. “Quería a alguien que fuese un buen rival, y nos tropezamos con el chico duro peleón, senador de una comunidad indígena. Encajaba a la perfección, fue un bonito contrapunto. Lo vi como el tipo de historia adecuada, el relato correcto que contar”.

Estos comentarios forman parte de la historia de 6.800 palabras que la revista lleva a su portada de agosto sobre el primer ministro canadiense. Las reacciones no han tardado en llegar. “Así que, ¿el chico blanco privilegiado dando una paliza al indígena era el tipo de historia adecuada? ¿En serio?”, escribió una persona en Twitter y otra añadió: “Chico blanco en el poder y con derechos busca indígena para darle una paliza y así parecer un tipo duro. Qué bonito e inmensamente colonial”

Otros trajeron a colación el compromiso anunciado por Trudeau a bombo y platillos con la diversidad y con las diferencias tan arraigadas a las que se enfrentan muchos indígenas en Canadá. “¿Qué pasa @JustinTrudeau, después de toda tu charla sobre inclusión alardeas de dar una paliza a un chico con los mismos problemas que tú juraste abordar?”

Otro dijo: “Trudeau literalmente usa al pueblo indígena como objeto político”.

El combate de boxeo de 2012 se detuvo en la tercera ronda cuando Trudeau golpeó a Brazeau en una esquina, pero marcó el comienzo del ascenso de Trudeau rumbo al puesto más alto de Canadá.

Brazeau –que le dijo a los reporteros después del combate que era su ego y no su enrojecida nariz lo que salió peor parado– fue expulsado de la formación conservadora después de un arresto en 2013 por agresión sexual y violencia machista.

Al tiempo que la descripción de Trudeau sobre la organización del combate circulaba por Internet, muchos se preguntaban cómo cuadraba aquello con la promesa del primer ministro de reparar la relación del Estado con los más de 1,4 millones de indígenas —muchos de los cuales se enfrentan a índices de pobreza, encarcelación y suicidio mucho mayores que en el caso de los canadienses no indígenas—.

Muchos siguen sorprendiéndose de los efectos del sistema escolar de residencia dirigido por la iglesia en Canadá, descrito por la comisión de la verdad del año pasado como una herramienta de genocidio cultural. La desigualdad sistémica ha dejado a muchos viviendo en casas deficientes y abarrotadas sin agua potable.

El artista indio Jay Odjick apunta a los comentarios de Trudeau como una posible explicación al lento ritmo de reconciliación. “Canadá, tu líder ha ido hoy a los medios estadounidenses para decir que cuando necesitaba un villano que encajase en su narrativa, un indígena era una buena elección”, escribió en Twitter. “Lo triste es que somos el único grupo con el que saldrá ileso a este respecto. Piensen qué hubiese pasado si hubiese elegido otra minoría”.

El jueves, la oficina de Trudeau apuntó al lanzamiento de una investigación nacional sobre la desaparición y asesinato de chicas y mujeres indígenas, así como a las promesas de inversión en educación, infraestructuras y sanidad, para destacar su compromiso con los asuntos indígenas. “[Trudeau] ha dejado claro que no hay una relación más importante para él y para nuestro gobierno que la reconciliación con el pueblo indígena”, ha declarado un portavoz a the Guardian. “Estamos completamente comprometidos con la reconciliación y con una renovada relación de nación a nación”, ha añadido.

La entrevista de the Rolling Stone, promocionada en la revista con la pregunta “¿No podría ser él nuestro presidente?”, ha provocado un intenso debate en Canadá.

Muchos elogiaron el texto, que incluía frases como “para Trudeau, escuchar es un placer” y comparaba al primer ministro con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Justo 20 meses después de asumir el cargo, las encuestas sugieren que el índice de aprobación de Trudeau entre los canadienses sigue alto (alrededor de un 53%). Pero otros reaccionaron con escepticismo, destacando las promesas rotas de Trudeau en la reforma electoral y el gasto presupuestario, así como la lenta respuesta del Gobierno a los asuntos indígenas.

“Este anhelo por un anti-Trump al que llamar nuestro presidente significa que los medios de EEUU están minimizando o ignorando las preocupantes similitudes entre ambos líderes, entre las que se encuentra una obsesión por la fama que resulta contraproducente a la gobernanza”, escribió el columnista del Toronto Star Vinay Menon. “La atención puede estar muy bien, pero un poco más de honestidad amable sería incluso mejor”, añadió.

Traducido por Javier Biosca y Cristina Armunia

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