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Nuevo lío y votación en las comunidades de vecinos: “Abrir la piscina en tiempos de COVID cuesta 10.000 euros más”

Control de aforo y de limpieza en las piscinas comunitarias

Marta Maroto

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En este bloque de Alfredo Marquerie, frente a La Vaguada, ganó el no “por unos cuantos vecinos” en una comunidad partida casi a la mitad. Belén, 37 años y embarazada, tiene la teoría que este año no se podrá bañar porque la mayoría de familias tiene una segunda residencia y no les importa que los demás se queden sin piscina con temperaturas de casi cuarenta grados.

Su madre dice que por el coste no puede ser, ya que la apertura suponía 120 euros de gasto adicional repartidos en cuotas de 10 al mes por vivienda durante todo el año. El problema era “el excel”. El excel es la lista por las que se asignaban horas de baño a cada uno de las famias. “Nos tocaban dos horas los días alternos y claro, así... Además no se podían utilizar los servicios y no iban a estar los niños subiendo a casa a hacer pis”.

Así que en los papelitos que entregaba el portero salió el NO. 243 frente a 171 síes. Mayoría absoluta, 58%. Piscina cerrada.

La crisis del coronavirus ha añadido otro punto en el orden del día a las reuniones de la comunidad. La apertura de la piscina en verano. Habla Óscar Sánchez, empleado de una administradora de fincas en Alcorcón, al que lo trae de cabeza este nuevo conflicto: “Está siendo un caos, cada semana cambia la normativa y cada uno lo interpreta como quiere”.

Tras un centenar de días confinados y ante la perspectiva de un verano en casa, el debate sobre abrir o no las piscinas de los edificios, divide a los vecinos y administradores ante un protocolo poco preciso y todavía no definitivo.

El fin del estado de alarma devolvió las competencias a las comunidades autónomas, que son ahora las que deciden los protocolos de reapertura. La Orden S668/2020 de Madrid publicada en el BOCM el 19 de junio, modifica y relaja las medidas anteriores, dictadas por el Gobierno, en relación a las piscinas de uso recreativo en temas de desinfección y aforo, que pasa de un 30 a un 50%.

En el caso de las piscinas deportivas a partir del 6 de julio se reestablece el aforo completo, sin embargo, la restricción a la mitad en las comunitarias se mantiene. Por eso, “el excel”. Esta incertidumbre, sumada a los sobrecostes que acarrean el control de las entradas y de unas labores de desinfección más estrictas, es lo que divide a los vecinos.

De momento, según explica Miguel Fernández, vocal del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid (CAF Madrid), solamente hay abiertas entre un 50 y un 60% de las cerca de 12.000 piscinas comunitarias de la Comunidad.

Contratar a una persona auxiliar para controlar que se cumple la normativa y el refuerzo de la desinfección, que debe hacerse dos veces al día, podría suponer un gasto adicional de entre 9.000 y 10.000 euros, lo que para una comunidad media de unos 250 propietarios supondría un incremento de entre 36 y 50 euros, explica Fernández.

En el caso del bloque de Marquerie, en el barrio del Pilar, la factura se encarecería en 16.316,85 euros respecto al año pasado por la necesidad de contratar a un controlador (12.868,35 euros, por tres meses) y los trabajos extra que habría que hacer para prevenir los contagios: 3.448,50 euros. Abrir las dos piscinas de la urbanización todo el verano supondría 38.096,35 euros, pero a diferencia de otros años el chapuzón estaría restringido por horas en “el excel”.

Se trata de una piscina grande, y en estos casos no se recomienda que el socorrista, que es siempre obligatorio en los bloques más extensos, se dedique además a controlar la entradas, si lo que se quiere es garantizar la seguridad.

En medio del lío que se está viviendo en los edificios, surgen métodos sofisticados como la instalación de tornos, sensores e incluso aplicaciones móviles para facilitar la gestión a los vecinos. La ‘app’ Myturn, que en un su página web asegura prestar servicio a 118 comunidades, permite reservar una franja horaria en la piscina, limitando tanto el aforo como el tiempo de disfrute de cada vecino. La opción más barata de esta aplicación móvil cuesta 69 euros a la comunidad.

La piscina de Ignacio Corral en Las Rozas se abrió el pasado sábado, un día antes de que se levantase el estado de alarma. Los primeros días el aforo máximo era del 30%, y desde la orden del 19 de junio, a la mitad, lo que supone 42 personas. “De todas maneras, nunca baja tanta gente a la vez”, explica por teléfono, por eso, quien controla que se cumplan las limitaciones es el mismo socorrista.

Corral vive en una urbanización grande, con zonas verdes amplias donde las familias mantienen la distancia de seguridad, los baños comunes se han cerrado, y de los dos accesos que tiene la piscina uno se utiliza solo como entrada y el otro como salida, con sendos dispensadores de gel desinfectante, como indica la normativa.

Con la nueva orden de la Comunidad de Madrid se relajan también algunas medidas higiénicas como la medición del cloro, que ya no debe hacerse cada hora, y se permite la utilización de las duchas y aseos aunque “se recomienda minimizar su uso para evitar el riesgo de contagio”, explica en un comunicado el Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid (CAFMadrid). Además, debe desinfectarse la piscina dos veces al día.

Más allá de los sobrecostes, el miedo a los contagios y los constantes cambios en la normativa han hecho que muchas urbanizaciones hayan optado por no abrir este verano su piscina. Y en muchas otras comunidades el debate está siendo tan acalorado que se ha llegado incluso a las manos entre vecinos, cuenta Sánchez, el administrador de fincas.

En un edificio de manzana en Martín El Empecinado, muy cerca de la estación de Atocha no hubo peleas pero sí malas caras. Ya habían empezado con los aplausos y caceroladas de algunos vecinos. Pero la convivencia se ha enrarecido más tras la votación de la piscina: 23 pisos a favor, 36 en contra y una abstención. Verano sin baño. La piscina lune azul con el fondo limpio pero no habrá chapuzón. El coste adicional en este bloque de cuatro portales era de 10.000 euros: 8.500 para el controlador que habría que controlar, además del socorrista, y 1.500 más para implantar medidas higiénicas adicionales contra el Covid.

La temporada también en este caso tenía letra pequeña: cada uno de los portales disfrutaría de tres horas al día (son cuatro con 20 vecinos por portal) y no se podía estar en el jardín ni tomar el sol, salvo en el turno que quedase adjudicado a cada familia, que debería pagar entre 150 y 200 euros adicionales por el verano completo.

Federico, nombre figurado, ve efectos colaterales en estas votaciones donde se impone el no: “Van a perderse puestos de trabajo de chavales que sacaban un dinero como socorristas y además se pierde la posibilidad de crear otros nuevos como controladores, y eso en la situación que estamos...”

A la discusión se suma la complejidad de que las reuniones no pueden ser presenciales para evitar aglomeraciones, así que la conversación se está haciendo de forma telemática a través de cuestionarios y correos electrónicos donde los interesados exponen sus preocupaciones y propuestas.

En la urbanización de Las Rozas donde vive Corral, donde hay muchas familias con niños, ya desde mayo se emitió una circular en los buzones para tantear la opinión general de los vecinos. Al tiempo la presidenta se reunió con los vocales de cada bloque y acordaron que se abriría. “Yo tengo hijos y para mí era muy importante, sino qué haces con los niños todo el verano”, afirma Corral.

La misma orden de la Comunidad de Madrid, que entró en vigor el domingo tras el fin del estado de alarma, que además coincidió con la entrada del verano, regulaba el uso de las piscinas colectivas de uso público, que mantendrían unas restricciones de aforo del 75% pero solo hasta el 6 de julio, cuando pasarían a poder ocuparse por completo. La vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, fechó la apertura de las piscinas municipales en el primero de julio, a la mitad de precio pero con cita previa en dos turnos de acceso.

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