Un barrio pendiente de un partido de fútbol entre dos coles públicos por una injusticia del Ayuntamiento de Madrid

Es poco habitual que un partido amistoso entre los equipos alevines de dos colegios públicos sea objeto de atención en redes sociales, incluso fuera de sus comunidades educativas. Pero el cartel diseñado para publicitar el partido entre el Felipe II y el Ignacio Zuloaga de este sábado está volando en redes y grupos de Whatsapp de Tetuán, distrito al que pertenecen ambos centros.

La razón: el amistoso es una ocasión para el desagravio y el homenaje a los chavales del colegio de la Ventilla por los sufrimientos de los últimos meses en la liga de fútbol sala de los Juegos Deportivos Municipales.

Tal y como explicamos en este artículo, el equipo fue conminado a apuntarse este año a la liga del distrito de Fuencarral -El Pardo en vez de a la de Tetuán, como solían hacer. Jugarían en el Centro Deportivo Municipal Vicente del Bosque (Barrio del Pilar), se les aseguró. Dado que el colegio del barrio de Almenara está cerca del Barrio del Pilar, así lo hicieron.

La sorpresa fue mayúscula cuando, a la vista del calendario, constataron que muchos de los partidos se jugaban en el colegio concertado Santa María la Blanca (barrio de Montecarmelo), a más de seis kilómetros y cuarenta minutos en transporte público (con transbordo) del Felipe II.

El colegio de la Avenida de Asturias tiene un alumnado con un perfil socioeconómico lejano al de las familias de clase media que cada sábado por la mañana llevan en coche a sus hijos a los lugares donde se disputan sus ligas deportivas. Su comunidad escolar tiene numerosas familias receptoras de Renta Mínima de Inserción o del Ingreso Mínimo Vital; el porcentaje de niños y niñas con beca de comedor es alto, hay numerosas familias monoparentales... muchos no tienen coche.

El equipo directivo del Felipe II trató de recabar ayuda de las juntas municipales de Tetuán y Fuencarral. De la primera, consiguió promesas incumplidas de cambiar las sedes de los partidos, antes de que se dejaran de contestar los mensajes. De la segunda, ninguna atención y hasta algunas amenazas de expulsión.

Mientras, los chavales ganaban los partidos que podían jugar y eran sancionados con pérdida de puntos por los que no podían, en el exilio de Montecarmelo. Nadie en las distintas instancias municipales se interesó, pese a los avisos, en solucionar una situación que se habría enderezado con ayuda para el transporte de los niños o un sencillo cambio en el calendario.

Este sábado volverán a jugar en su propio campo contra uno de los colegios con los que siempre habían competido, el Ignacio Zuloaga, del barrio de Bellas Vistas. Será un homenaje del que el barrio está pendiente.