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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

De la Catedral a la Giralda

La candidata de Vox a presidir la Junta de Andalucía, Macarena Olona,

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El proceso que se está viviendo en Andalucía, tras más de tres décadas y media de poder omnímodo del PSOE (1982-2019), con la subida del PP, lo que ha permitido a la derecha gobernar esta última legislatura con Ciudadanos, y las magníficas expectativas electorales que tiene para el próximo 19 de junio, es algo que ya tuvo su antecedente en la Región de Murcia.

Ahora que se cumplen 40 años del Estatuto de Autonomía, conviene recordar que los socialistas fueron en la Comunidad Autónoma murciana los dueños y señores de la Asamblea Regional desde los primeros comicios autonómicos de 1983 (Andrés Hernández Ros, presidente preautonómico desde 1979) hasta los de 1995, con mayorías absolutas revalidadas en 1987 y 1991 por Carlos Collado. Además, el PSOE gobernó durante ese periodo los principales ayuntamientos de la Región. 

En esos 12 años, los socialistas gozaron de plenos poderes para aplicar sus políticas en esta tierra, mientras la oposición conservadora permanecía estancada, sin posibilidad de llegar a ser una alternativa real. En 1987, ni siquiera los tres diputados que obtuvo el CDS permitieron a los 16 parlamentarios de la todavía AP sumar y aproximarse a los 25 escaños del PSOE. Pero aún les fue peor en 1991, donde IU obtuvo su mejor resultado, con 4 escaños, frente a los 24 del PSOE y los 17 del PP.

Sin embargo, todo cambió en 1995, cuando el PP comenzó su serie de mayorías aplastantes, que le llevaron en 2011 a alcanzar el récord de 33 diputados, de un total de 45 que componen la cámara legislativa. Fueron cinco legislaturas consecutivas de dominio absoluto con Ramón Luis Valcárcel, solo interrumpidas en 2015 con la irrupción de Ciudadanos, que por otra parte permitió a los populares seguir en el Palacio de San Esteban, con Pedro Antonio Sánchez, aunque ya sin los escaños propios para decidir por sí mismos. Y en 2019, aunque el PSOE fue el más votado, Ciudadanos volvió a apoyar al PP para que Fernando López Miras siguiera en la presidencia.

El caso andaluz es muy similar. Ocho legislaturas consecutivas de triunfos socialistas (Escuredo, Rodríguez de la Borbolla y Chaves) hasta llegar a 2012, donde el PP fue el partido más respaldado, aunque no pudo gobernar debido al pacto PSOE-IU que posibilitó la continuidad de José Antonio Griñán. En 2015 nuevo éxito socialista, si bien en 2018, aun ganando su candidata Susana Díaz las elecciones, el PP gobernó por vez primera con el concurso de Ciudadanos, que entró en el Ejecutivo, y el apoyo de Vox, que de forma sorprendente obtuvo 12 escaños.

El cambio experimentado en el electorado andaluz denotaba cansancio hacia un partido que gobernó esa comunidad durante demasiado tiempo. Mucho se habló del voto cautivo, con los subsidios del famoso y polémico PER (Plan de Empleo Rural) y de la red clientelar tejida por los gobernantes socialistas durante más de 35 años, si bien el PP supo capear el temporal vendiendo a sus hipotéticos nuevos votantes una suerte de propuesta lampedusiana. La prueba está en que hace una década, los populares ya fueron capaces de superar en votos y escaños al PSOE con un candidato singular, Javier Arenas, si bien no llegaron al Palacio de San Telmo por el acuerdo de las izquierdas.

Ahora, Juan Manuel Moreno Bonilla quiere revalidar su cargo como presidente de la Junta. Y lo quiere hacer con una mayoría suficiente para no tener que depender demasiado de ese incómodo socio que siempre resulta Vox. Las encuestas le aseguran que está muy cerca de aproximarse a un resultado que le permita, incluso, gobernar en solitario en un parlamento de 104 escaños. Ello pasaría por rozar la mayoría absoluta y poner a la extrema derecha en la tesitura de tener que apoyar su investidura o convocar nuevas elecciones. Y Vox ha jugado fuerte con su candidata, Macarena Olona, apuesta personal de su líder, Santiago Abascal.

Todo apunta a que Andalucía, como la Región de Murcia en su día, ha dejado de teñirse de rojo, para abrazar el azul y quién sabe si también el verde. Y en este último caso, no de los ecologistas, precisamente. En Andalucía, en 2018, Vox comenzó su escalada obteniendo contra todo pronóstico una docena de diputados. En la Región de Murcia consolidaron sus expectativas, ganando en votos las elecciones generales en 2019, caso único en todo el país. Moreno Bonilla, que los conoce bien, pretende mantenerlos como convidados de piedra. Aquí, en nuestra comunidad, me temo que van a tener que sentarlos a la mesa en mayo de 2023. Y hasta con mantel y cubiertos de ajuar.

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