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Gabriel José León Rosas, cuando Mozart te da los papeles

Gabriel José León Rosas. Cuando Mozart te da lo papeles

Eduardo Azumendi

“No es lo mismo venir a España a estudiar, como me ocurrió a mí, que a viajar para buscarte la vida de cualquier manera”. Gabriel José León Rosas (Caracas, 1979) tiene ahora 39 años y desde los 19 está afincado en España, cuando ingresó en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en Madrid para perfeccionar su formación musical como contrabajista. En la actualidad tiene la doble nacionalidad hispano-venezolana, está casado con una vasca, tiene una hija de tres años y es contrabajista en la Orquesta Sinfónica de Bilbao, en la que lleva desde 2003. Es decir, a los ojos de cualquiera se trata de una persona plenamente integrada en la sociedad española. Sin embargo, Gabriel asegura que “siempre hay alguien que te recuerda que no eres español”.

“Cuando estás en España y toca renovar los papeles llegan las peripecias. Empiezas a darte cuenta que no eres uno más en el trato que recibes en los trámites de renovación. Ahí te enteras de que siendo extranjero las cosas no funcionan igual que con los ciudadanos nacionales”. 

Gabriel reconoce que ha tenido “suerte” al tener contrato y trabajo. En ese sentido, todo le ha venido rodado. “Sí, es verdad, pero la mirada recelosa sigue ahí. Hay muchos tabúes a la hora de hablar, pero es necesario dar la alerta. Mira te voy a contar una anécdota, que creo que es muy ilustrativa.  Tengo un grupo de rock y después de un concierto cuando estaba metiendo los instrumentos en mi furgoneta me interceptan dos chavales y me dicen: 'Dónde vas con eso? ¿Es tuyo?' Les respondo que sí, que justo acabo de tocar. Entonces vieron que se acercaban mis compañeros de grupo con más instrumentos y se disculparon. Estoy acostumbrado. Se juzga demasiado fácil por el color de la piel o el acento”.

En esta línea, también recuerda cuando vivía en un edificio en Bilbao ubicado en la zona 'noble' de la capital vizcaína. “Por mi forma de ser y mi posición económica no encajaba en el perfil de los vecinos de esa casa. Y me di cuenta cuando ningún vecino se montaba conmigo cuando coincidíamos para coger el ascensor. Siempre ponían alguna excusa. Un día le pregunté al portero de la finca qué es lo que pasaba y me dijo que había recibido varias quejas por mi presencia en la casa, no entendían por qué vivía en ese edificio. El piso me lo alquilaron unos socios de la Orquesta Sinfónica de Bilbao”.

Este tipo de racismo también lo ha vivido en el supermercado – he tenido que hacer la compra un par de veces con el guardia jurado detrás“ – y en la música clásica. ”En las orquestas hay jerarquías y es un mundo muy competitivo. Hay directores que te pueden hacer la vida imposible por tu color, tu raza…incluso por la religión. Un director llegó a parar un ensayo para dirigirse a mí y decirme: 'Esto no es un tango, es Mozart'. Solo lo hacía conmigo“.

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