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Ahmed Zannouti, el albañil marroquí que se enfrentó a los bulos de Javier Maroto

Ahmed Zannouti

Iker Rioja Andueza

Ahmed Zannouti es un vitoriano marroquí –“las nacionalidades son un papel”– que llegó a España en 1999 como licenciado en Geografía e Historia para trabajar de albañil. El mercado de trabajo le sonrió y, a sus 47 años, es gerente de un modesto negocio de reformas. Su castellano seseante –pero de conceptos exquisitos– es una de las voces más autorizadas de la comunidad extranjera de la capital vasca.

En Marruecos ya era activista y en Euskadi ha seguido esos pasos. También su mujer. Preside la comunidad islámica Annour, que gestiona una mezquita y varias actividades sociales, y coordina todas las de Vitoria. Es miembro de Ados (comisión asesora del Gobierno vasco para la pluralidad religiosa), promueve la donación de sangre y ha servido cenas populares durante el Ramadán para que los autóctonos pierdan el miedo a ese rito.

“Yo no lo he tenido complicado. Había trabajo para todos y como hablaba otros idiomas latinos como el francés y algo de inglés, en unos meses hablaba castellano”, explica quien se siente afortunado por tener una vivienda en propiedad. Pero se obsesiona porque otros tengan esas oportunidades.

“¿Alquilar siendo extranjero? Aunque hay estudios que dicen que el nivel de tolerancia es bueno, a la hora de la verdad, sí, hay mucha gente con problemas”, explica. Otro caballo de batalla para él es la segregación escolar. En Vitoria, los colegios públicos concentran el 85% de los escolares extranjeros mientras la concertada gana premios de excelencia. “Con esas cifras, ¿qué futuro nos espera? No es un juego, es la educación. Estamos haciendo niños de primera y niños de segunda y mañana todos ellos están condenados a entenderse”.

Zanoutti encabezó la contestación de la comunidad magrebí cuando en 2014 el entonces alcalde Javier Maroto, recién nombrado portavoz en el Senado tras un polémico empadronamiento, acusó abiertamente a marroquíes y argelinos de defraudar ayudas sociales. “Los requisitos son iguales para todos. Da igual que te llames Iñigo o Mohammed. Hay muchos bulos. Para acceder a una ayuda son tres años, no es llegar y empezar a cobrar”.

La entrevista se hace en su mezquita, entre libros sagrados. Los oratorios “no son lugares oscuros”, insiste Zanoutti. En 2017, invitó a agentes antiterroristas de la Ertzaintza a dar una charla contra la radicalización junto al imán local. “No se puede dar un balón de oxígeno a ningún extremista. Prevenir es una de las mejores herramientas para una buena convivencia”, solemniza.

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