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Agresiones racistas: hace falta una respuesta unitaria y organizada

Protesta antirracista en Londres este verano

David Karvala

Activista de Unitat Contra el Feixisme i el Racisme Catalunya —

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Han pasado varias semanas desde las protestas racistas y fascistas en Torre Pacheco (Murcia). No fueron un incidente aislado. La extrema derecha intentó fomentar disturbios mediante la criminalización de las personas migradas o racializadas en otras ciudades, como en Alcalá de Henares (Madrid).

En las mismas fechas hubo un ataque incendiario que destrozó la nueva mezquita de Piera (Barcelona), el segundo incidente racista en el pueblo en dos meses, tras el asalto ultra contra el hogar de la infancia y la adolescencia en mayo.

También en el mes julio hubo pintadas —“¡A vuestro país! ¡Viva Vox!”— contra la mezquita del Port de Sagunt (València). Esta pintada debe despejar cualquier duda acerca del papel de las extremas derechas —tanto VOX como los grupúsculos fascistas, incluso neonazis— en impulsar estos ataques.

Destaca el entusiasmo ultra por los altercados impulsados por la extrema derecha en Gran Bretaña el verano pasado, tras el bulo de que un refugiado musulmán fuera el responsable del horrible asesinato de tres niñas en Southport, cerca de Liverpool. La manera en que se frenaron nos sirve de ejemplo para hacer frente a las agresiones aquí.

En julio de 2024, escribí en ElDiario.es acerca de la importancia de la lucha unitaria, a raíz de unos hechos en el Raval, mi barrio en Barcelona. En el caso de Gran Bretaña, tuvo un papel clave Stand Up To Racism (SUTR), el movimiento unitario que movilizó a miles de personas para defender albergues, centros legales y otros locales de apoyo a las personas refugiadas, frente al plan de los ultras de atacar decenas de estos, por todo el país. Fue el hecho de superar a los fascistas en número, con movilizaciones muy amplias en muchísimas ciudades, lo que los paró: no fue gracias a la policía o los jueces.

Este verano, ese mismo movimiento ha vuelto a dar más ejemplos. Este julio, grupos fascistas empezaron a sitiar un hotel que alojaba a personas refugiadas, en el municipio de Epping, cerca de Londres, consiguiendo involucrar a hasta mil personas en sus agresiones. Acusaban a los refugiados de amenazar a las mujeres locales, tras la detención de un buscador de asilo, residente en el hotel, por abusos sexuales. Es racismo e hipocresía: más del 40% de los racistas detenidos en los pogromos del año pasado tenían denuncias por violencia de género.

El domingo 27 de julio, el autoelegido líder fascista, Tommy Robinson, amenazó con reunir a aún más racistas en Epping. Pero SUTR se movilizó y superó ampliamente a los ultras. Según la BBC, hubo 2.000 antirracistas, frente a 400 en la protesta racista. El propio Robinson ni se presentó.

Solo el día antes, el sábado 26 de julio, SUTR Escocia había humillado otra acción racista, movilizando a 500 personas para bloquear una manifestación en Glasgow a favor de “deportaciones masivas” del partido de extrema derecha, UKIP.

Estos son solo unos ejemplos de la efectividad de la construcción, a lo largo del tiempo, de un movimiento unitario que reúne a toda la diversidad de personas que sufrirían si los fascistas tomasen el poder. También hay experiencias muy importantes en Grecia, con la victoria del movimiento unitario KEERFA, que impuso una derrota importantísima a Amanecer Dorado.

Por ahora, solo se ha logrado consolidar un movimiento de este tipo en el Estado español. Se formó Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (UCFR) en Catalunya en 2010, principalmente para hacer frente a Plataforma per Catalunya (PxC).

En ese momento, PxC, un partido fascista tipo Le Pen, estaba creciendo mucho y algunos “expertos” lo veían como imparable. Tras las elecciones municipales de mayo de 2011, Catalunya fue el territorio con más presencia institucional del fascismo de todo el Estado español.

Tras años de trabajo de base, y una fuerte campaña unitaria, PxC quedó sin representación en las municipales de 2015 en todas las comarcas donde se llevó a cabo la campaña de UCFR.

UCFR ahora tiene unas 700 entidades adheridas, con grupos locales en diferentes territorios. Urge reforzar el movimiento y reactivar bastantes grupos locales, pero el movimiento existe.

Ha habido intentos de crear movimientos de este tipo en otros territorios, con resultados modestos, hasta ahora. Hay pequeños núcleos en algunos lugares —UCFR Sevilla/Aljarafe en Andalucía; un grupo en Elda-Petrer, Alacant; un grupo incipiente en Asturias…— pero carecen del respaldo más amplio necesario. Y en otros territorios, no existe ni esa semilla de movimiento unitario.

Las protestas que se celebraron en muchas ciudades contra los ataques en Torre Pacheco demostraron nuestro potencial para responder, pero también la necesidad de organizarnos de manera más continua.

Algunas de las acciones fueron muy concurridas, y a veces contaron con el apoyo de muchas entidades. Otras fueron más pequeñas, y convocadas por un solo colectivo. En algunas ciudades, hubo dos concentraciones por separado, lo que muestra una falta de coordinación.

Sea como sea, debemos tener claro que no nos encontramos ante un problema pasajero, sino ante una amenaza creciente y continuada. Cuando hay una urgencia, se hace lo que se puede. Pero sabiendo que cosas así, y quizá peores, volverán a pasar, debemos organizarnos para poder responder de manera más eficaz —e idealmente con más fuerza— en el futuro.

La experiencia es que el hecho de construir, a lo largo del tiempo, un movimiento unitario, puede contribuir a esto. Así, personas de sensibilidades muy diferentes pueden llegar a conocerse y tejer la confianza mutua.

También, se pueden tratar los debates que suelen surgir. En las izquierdas hay una serie de objeciones típicas a la lucha unitaria. Dicen que no hay que nombrar y combatir a la extrema derecha; o exigen como condición para luchar que la gente se sume al programa de su partido; o quizá insisten en que es mejor no hablar del racismo, la transfobia, etc. “para no asustar a la clase obrera” (como si la clase trabajadora no incluyese personas racializadas, trans, y muchas más, opuestas a la opresión).

Pero estas teorías son solo eso, teorías sin base en la realidad. Toda la experiencia —como los ejemplos mencionados arriba— demuestra que la lucha unitaria es posible, necesaria y puede ser efectiva. Sin embargo, superar estas teorías requiere tiempo y un espacio donde se puedan tratar.

Si ya existe una dinámica unitaria, facilita mucho la organización de una respuesta amplia y consensuada, en vez de tener una situación en la que todo dependa de las decisiones de una persona o entidad, o bien que se pierda mucho tiempo en un difícil proceso de llegar a un consenso sobre una acción conjunta entre personas diversas que no se conocen y en las que no se confía.

Es significativo que, de todas las protestas de estas semanas, quizá la más grande de todas, proporcionalmente, haya sido la de Piera, donde se había destrozado la mezquita.

La manifestación convocada por UCFR Piera, de la mano de la comunidad islámica, reunió a mil personas, en un municipio que no llega a 18 mil personas, urbanizaciones lejanas incluidas. La protesta reflejó la diversidad del pueblo, con personas de todas las procedencias, todas las edades, y de muchas sensibilidades. El grupo local de UCFR es aún muy nuevo —solo se inició tras el ataque contra el hogar de la infancia y la adolescencia en mayo— pero su papel fue clave.

Esto demuestra que es posible, pero esto solo se hace realidad si hay personas que trabajen por construir tal movimiento. No es cosa de un día, ni es fácil mantener la unidad entre sectores diversos que tienen bastante capacidad para pelearse entre sí.

Mientras escribo este artículo, me llega la noticia de un ataque con cócteles Molotov contra un el hogar de la infancia y la adolescencia cerca de Barcelona: la segunda agresión en pocas semanas contra esta casa. La gente en la zona de UCFR está trabajando para conseguir una respuesta unitaria.

Es una muestra más de la urgencia de la situación. Pero no cabe la desesperación. A pesar de la visibilidad que algunos medios dan a la extrema derecha, y a pesar de su presencia institucional, sigue siendo una minoría pequeña, y representa los intereses de una minoría aún más pequeña.

Las personas que rechazamos el racismo y el fascismo somos mayoría. Si nos organizamos, en base a lo que compartimos, los podemos derrotar. Debemos ponernos manos a la obra, ya.

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