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Ni periodismo basura, ni defensa del nacionalcatolicismo, ni avergonzado del trabajo en medios de derecha

Víctor Lenore

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Estimados oyentes de Carne Cruda y lectores de eldiario.es:

En los más de veinticinco años que llevo trabajando como periodista, jamás he ejercido el derecho de réplica. Me parece un mecanismo valioso, pero que ha quedado desfasado, ya que las nuevas tecnologías ofrecen recursos para contestar cualquier mentira o imprecisión sin invadir el medio que la emite (ni regalarle clics). 

A pesar de esta postura, voy a hacer una excepción a propósito de los insultos que vertió Santi Carrillo (director de Rockdelux) en el último programa de Carne Cruda, el número #674. Rompo mi regla porque Carrillo no argumenta, sino que se limita a insultar. Además, la mayoría del material disponible para que el oyente se forme una opinión propia no está disponible en redes (la web de Rockdelux es muy incompleta y no siempre es sencillo encontrar lo que se busca). 

Me he esforzado, como siempre, por ir al grano y robar el mínimo tiempo posible, encabezando los párrafos con las declaraciones entrecomilladas de Carrillo y replicando con la mayor brevedad. El fragmento al que me refiero va de los minutos 1:40:05 has 01:43:30.

“Bazofia”, “panfleto andante”, “periodista-basura”…

A lo largo de mi trayectoria, siempre he defendido una crítica cultural dura, que no se ande con miramientos a la hora de cuestionar. Por eso es de justo que me toque aguantar cuando alguien menosprecia mi trabajo. Lo que sorprende aquí es que no haya ejemplos, solo insultos. El único asidero de Carrillo es que mis artículos usan “ciberanzuelos” en los titulares (el llamado llamado clickbait). Cualquier periodista en 2020 sabe que el tono de los titulares lo escoge el medio donde trabajas y que la última palabra siempre es del jefe de sección y del director. Los colaboradores, como mucho, hacemos sugerencias. ¿Cómo es posible, entonces, que lo que me reprocha sea algo que escapa a mi responsabilidad? Los periodistas siempre hemos sido responsables de la firma hacia abajo. 

Carrillo subraya mi presunta falta de profesionalidad, el nulo respeto a los códigos deontológicos y que mis artículos están basados en rumores sin confirmar. Nunca argumenta, ni pone un ejemplo, ni cita un texto. Llega a afirmar que “los dos últimos años de su sección 'Truco o Trato' (en Rockdelux) fueron lamentables, ya que intentaba que los entrevistados dijeran lo que él quisiese”. Esto último cae por su propio peso: resulta improbable -por no decir marciano- que un director permita que cualquier colaborador pase tanto tiempo encargado de una sección de manera negligente, sin que la directiva le releve de ella. ¿Es Rockdelux una revista capaz de dar a sus lectores dos años completos de textos “lamentables” para la página de cierre?  

 “Curita de izquierda”, “comisario político” y defensor del “nacional-catolicismo”

En un pasaje de la entrevista que considero confuso, Carrillo me acusa simultáneamente de dogmatismo izquierdista y de defender la tradición nacionalcatólica, en alusión a la doctrina impuesta durante la dictadura de Franco. De nuevo no pone ejemplos para respaldar los insultos. Si lo hubiera intentado, estoy seguro de que no los hubiera encontrado, ya que no existen. Sí que están disponibles en Internet la entrevista que hice al historiador antifranquista Ángel Viñas, al cantautor Pablo Guerrero sobre la censura en aquel oscuro periodo o al cineasta de izquierda Ramón Lluís Bande a propósito de las canciones de las revueltas mineras (entre muchos otros textos que hablan claro de mi posición antifranquista). 

Sobre lo de “comisario político”, tampoco se explica cómo puedo yo ejercer semejante labor con la modesta posición que ocupo en los medios españoles. A lo largo de la conversación son continuas las referencias a mi presunta defensa de un “arte panfletario” -sin citar ningún texto que lo ilustre- cuando precisamente mi trabajo va en la dirección contraria. Desde mediados de los dosmiles, he escrito innumerables artículos ensalzando a artistas ajenos a la militancia o la hiperpolitización, caso de Camela, Isabel Pantoja, Luis Miguel, Juan Gabriel, Laura Pausini y estrellas de la cumbia popular y el reguetón de barrio. Unos son evasores fiscales, otras han pasado por la cárcel por blanqueo de capitales y la mayoría no saben quién es Lenin, ni Zizek, ni Gramsci. Les valoro, sobre todo, por su enorme talento musical. 

“Periodista que va de izquierdas y siempre ha escrito en medios totalmente de derechas”

Carrillo denuncia la presunta hipocresía de defender posiciones igualitarias en medios conservadores. Es cierto que mis artículos se han publicado casi siempre en cabeceras como La Razón, El Confidencial y Vozpópuli, que es donde trabajo hace más de un año. Carrillo proclama en la charla que para él la cultura y el arte están siempre por encima de la política. Por eso debería comprender que estoy especialmente orgulloso de haber sido aceptado en secciones de Cultura como la de La Razón de Luis María Ansón o la dirigida por Daniel Arjona en El Confidencial, que siempre consideré superiores a las de sus competidores progresistas. Carrillo ignora la amplia tradición de periodistas que han hecho carreras brillantes en medios que estaban muy a su derecha: Gregorio Morán en La Vanguardia y Vozpópuli, Ignacio Echevarría en El Mundo y Manuel Vázquez Montalbán en El País, por citar solo tres. No me estoy comparando con ellos, solo señalando los ejemplos más reconocibles. La prensa no solo debe ofrecer pluralidad de cabeceras, sino garantizar la pluralidad dentro de sus plantillas. Por cierto, los contenidos que he firmado en medios de derecha incluyen entrevistas a numerosos filósofos, sociólogos y artistas de izquierda. Ahí está la hemeroteca digital para confirmarlo. 

Entiendo perfectamente el contexto de la entrevista: charla cariñosa con el responsable de una revista afín que acaba de cerrar. Asumo que Javier Crudo no esperaba esos dos minutos de insultos fuera de tono y que por eso no le repregunta ni le pide ejemplos que justifiquen las acusaciones, como suele hacer con otros invitados. También creo que este contexto no puede justificar que se denigre el trabajo de un periodista cultural (precario y sin ningún poder). Quiero acabar esta réplica mostrando mi admiración por los suscriptores de Carne Cruda y eldiario.es, que demuestran que en España existe un público dispuesto a pagar por los medios que realmente les interesa leer o escuchar. Saludos a todos. 

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