Feijóo, a por el liderazgo de la ultraderecha
De una derecha política decente se esperaría que, vista la deriva ultra que se ha desatado, marcara las distancias mostrando los proyectos que se pueden llevar a cabo desde un punto de vista conservador. Pero Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular, y su equipo dirigente están haciendo todo lo contrario. El PP se ha lanzado a una campaña electoral –sin fecha de comicios en un futuro próximo– netamente ultraderechista. La adscripción a los postulado extremos porque es lo que triunfa y porque no les crea incomodidad alguna demuestra una absoluta carencia de escrúpulos. Una vuelta de tuerca más en un partido cuya única estrategia política parece ser poner zancadillas a la convivencia en paz de la sociedad. La crispación es el caldo de cultivo para su éxito. Si recuerdan la alcaldesa de Valencia lo confesó torpemente: “El fin de la etapa sanchista pondrá fin a la polarización”.
De repente, el PP lanza una decidida campaña electoral, sucia hasta la médula como es seña del partido. Hay que preguntarse si esperan que sus terminales judicial y mediática logren al fin tumbar al Gobierno o si se trata de ganar puntos para desbancar a Ayuso que en esas lides le lleva aún la delantera. La presidenta de Madrid dejó el listón ultraderechista muy alto al condecorar a Milei. Pero ambos demuestran que son capaces de todo, absolutamente de todo, por el poder. Y la pasión con la que sus colaboradores les apoyan indica lo mucho que comparten y la gran amplitud del problema.
Su asociación de gobierno con Vox no deja la menor duda de su ideología, incluso de su manga ancha para tragar con cualquier involución, sin importar a quien perjudique. Ninguna duda. Desde hace unos meses, además, abundan sus proclamas xenófobas o de justificación del genocidio israelí sobre los palestinos, pero ahora, tras las elecciones europeas, el lanzamiento de Feijóo como candidato a líder ultra es un hecho notorio.
Feijóo ha soltado estos días sin pestañear bulos sobre los menores migrantes. Dice que el Gobierno “los mete en aviones” y luego “los deja en determinados barrios”. Se fue a pedir a Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dinero para frenar la emigración, poniendo como ejemplo de buen hacer a la italiana Giorgia Meloni (caracterizada por sus desalmadas prácticas). Finalmente ha requerido al Gobierno de Sánchez desplegar a la Armada para bloquear en el mar la llegada de personas migrantes a España. Lo había solicitado ya Vox en 2020 y el entonces Jefe del Estado Mayor de la Armada les contestó: “La obligación es rescatarlos”.
El ejercito naval contra migrantes. Con diez cañones por banda a por jóvenes, incluso niños, en patera. La degradación de seres humanos que indican estas actitudes de Feijóo y de tantos otros racistas del neofascismo no forma parte de estrategias, es innato. Algo crujiría en sus entrañas si realmente sintieran el menor aprecio por estas personas. Todavía está pendiente “sine die” la responsabilidad por las muertes del Tarajal tras una batalla de archivos y reactivaciones: 16 personas se ahogaron al ser repelidas por la Guardia Civil hasta con pelotas de goma y otros elementos antidisturibios cuando nadaban hacia la costa. Año 2014, Gobierno de Rajoy. No es que los progresistas hayan sido ejemplares, pero hay diferencias.
Compartir los postulados de Vox no le basta a Feijóo. Va también a por los votantes de Alvise. Ha compartido entrevista con el streamer Pedro Buerbaum, famoso por sus contenidos machistas, racistas y conspiranoicos, que combate la Agenda 2030 y el pago de impuestos. Su podcast –un pozo de irracionalidad, odio e insultos– con casi un millón de seguidores se emite por You Tube. Sin duda el presidente del PP se habrá sentido muy cómodo.
Los Sémper de turno y los medios de derechas califican de influencer de éxito a Buerbaum y afirman que la entrevista es un modo de ampliar y modernizar las audiencias de Feijóo. En mi opinión es hundirse más en el pozo ultra y promocionar a este streamer, algo que no debería hacer un político conservador serio. Eludamos los contenidos para no darles más publicidad. Se dan por hechos su desfachatez y sus mentiras sin pestañear. ¿Se han fijado que Feijóo nunca pestañea cuando miente? A Rajoy le subía un tic en el ojo izquierdo.
La campaña es por el liderazgo de la ultraderecha. Y de la trampa también, porque van estrechamente unidas. El PP, muy activo estos días en sus soflamas, ha tenido el valor de criticar hasta las medidas que la troika obligó a tomar a Zapatero cuando las secuelas del crack del 2008. Le conminaron a rebajar algunas de las mejoras sociales que había impuesto, en las pensiones por ejemplo. Cada vez que España sufre una crisis, el PP le da una puñalada trapera. La mundial del sistema financiero, del capitalismo, nos la hicieron pagar a los países del sur: Grecia, Portugal y España. Rajoy, lejos de ayudar a su país, pidió más caña. Al llegar al poder perpetró el rescate bancario a fondo perdido y enormes recortes al Estado del Bienestar. Nunca hay que olvidar que también van unidos la derecha extrema y los recortes sociales.
Todo le vale hoy al PP para sus fines. Llama la atención que, mientras en Francia millones de ciudadanos de todas las ideologías quieren parar el triunfo electoral del partido de Le Pen, con sus políticos antifascistas al frente, Feijóo se lance a ser más de ultraderecha que nadie.
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