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Joan Baez, la voz de todas las causas dignas

Joan Baez en su gira europea de despedida. EFE/Valentín Flaurad

Rosa María Artal

Nos dejamos melena como Joan Baez y Carole King, después. Larga, y morena sin duda. Rostros de adolescentes asombradas. Nos enamoramos de las canciones en inglés. Y de la arena imposible de los adoquines franceses, porque pedir lo imposible era precisamente ser realista. Supimos en la España constreñida, que el mundo era enorme y que abriríamos fronteras. 

Eran los años 60, los 70, del siglo XX, cuando las canciones, algunas canciones, se llenaban de letras tan densas y apretadas que desbordaban la música. Joan Baez las cantaba en los Estados Unidos que poblaban las calles de protestas contra la guerra de Vietnam, contra toda injusticia y discriminación.

Joan Baez y Bob Dylan tuvieron un estreno mundial, por así decirlo, no literal, el 28 de agosto de 1963 en la Gran Marcha sobre  Washington que ha quedado para la historia como una de las mayores en la defensa de los Derechos Civiles. Frente al Lincoln Memorial, Martin Luther King  acababa de formular su I have aDream, el sueño de que todos los hombres nacen iguales y esa verdad acabará imponiéndose.  Joan Baez y Bob Dylan salieron a cantar en ese mismo escenario. We shall overcome.  Venceremos. 

Cantante, compositora, activista de los Derechos Humanos, mujer de una voz cálida, clara y melancólica, Joan Baez nació en Staten Island, Nueva York, en 1941. De madre escocesa, de la que poco se sabe, y padre mejicano. Matemático y físico él, está considerado co-inventor del microscopio de rayos x.  Incorporado a la UNESCO, su trabajo llevó a la familia por numerosos países, España entre ellos, varios europeos más y Oriente Medio. En ese tránsito, en su mucho ver, Joan acabó involucrada en la defensa de múltiples causas sociales, en la no violencia y, también, la desobediencia civil. Y así ha seguido. 

Una vida plena por la que pasó Bob Dylan de forma decisiva. Ella, ya famosa y con discos grabados, lo invitó al escenario como en las películas y lanzó su carrera. Juntos buscaron respuestas en el viento a muchas preguntas ¿Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza  y fingir que simplemente no ve? 

En lo artístico su colaboración fue enormemente fructífera. En lo personal, dejó heridas. Tras el éxito desbordante  de Dylan, un día el escenario donde él cantaba se cerró para Joan,  la dama de ojos tristes de las tierras bajas, olvidando una partitura en un cajón que Baez robó, dice, y cantó “Amor es solo una palabra de cuatro letras”. Demasiado intensa quizás, como la Barbra Streisand de “Tal como éramos” para Robert Redford, Bob Dylan la dejó y reapareció casado con otra mujer de muy diferentes características. Su música dio el mismo giro. No volvió a ocuparse de los problemas sociales. Y siguió con la que sería una de las más brillantes carreras de la música. 

Con un disco de oro tras otro, en casi todas sus grabaciones, Joan Baez continuó preocupada y ocupada en resolver problemas que la mala voluntad convierte en insolubles. De punta a punta del mundo, lucha contra los abusos y apoya diversas reivindicaciones. Ha estado detenida por ello. Contra la guerra de Vietnam y todas las guerras, contra los encarcelamientos injustos o los impuestos abusivos, contra las violaciones de los Derechos Humanos. Contra la pena de muerte, sin duda. A favor de las minorías, los colectivos LGTB, la lucha contra el deterioro humano del medio ambiente.

Como curiosidad, o no, Joan Baez ha cantado en euskera Txoria Txori, un poema escrito por Joxean Artze en 1957, al que puso música Mikel Laboa. Pájaro, pajarito.

Alas tiene también El Rossinyol de la canción tradicional catalana que quiere volar y vuela.

Joan Baez ha actuado esta semana en el Festival de Jazz de San Sebastian y en varios puntos de Catalunya con un éxito espectacular y lo hará este domingo en el Teatro Real de Madrid como término de su gira para despedirse de los escenarios.  Suiza, Bélgica, Alemania, Italia, Francia, España. Este viernes, visitó a la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell, encarcelada en prisión preventiva desde hace casi 500 días porque, dijo, siempre ha apoyado movimientos no violentos y cree que es el caso del independentismo catalán. 

Sigue cantando el No nos moverán, himno contra todas las dictaduras.  Y Gracias a la vida, patrimonio común ya, con Violeta Parra, Mercedes Sosa y la propia Baez. Así de satisfecha se muestra de cómo ha sido hasta ahora su vida. 

Joan Baez tiene 78 años y lleva 60 en los escenarios. Su madre vivió más de 100 y ella sigue teniendo un aspecto muy vital. Pelo corto y canoso sin tintes, aparece como una venerable y serena mujer madura. Se casó, se divorció, “estoy hecha para vivir sola”, dijo.  Varias generaciones considera a Joan Baez un mito, las nuevas apenas la conocen, y su  canción de más audiencia ahora contiene “Diamantes y óxido” para Bob Dylan aún, de Bob Dylan. 

Ella cogió la guitarra, otras la máquina de escribir, otras cualquier camino para “cambiar el mundo”. Aprendimos, juntas y en la distancia, a abrir los ojos y a luchar por las causas perdidas. Pocas cosas tan inútiles, pero alguien tiene que hacerlo a ver si un día se logra ganar alguna. En el fondo, sí se consigue. Más de lo que parece.

Fue una suerte plena empezar a vivir en tiempos de esperanza y futuro que poco a poco irían segando quienes siempre lo hacen para conservar y aun aumentar sus privilegios. Un tiempo que nos enseñó, quizás a vivir con las alas dispuestas para usarlas ante cualquier eventualidad.  Un punto a favor sobre quienes nacen o se hacen aves de suelo, de corral.  Por voluntad o a la fuerza.

“Farewell, Angelina” fue su primer o uno de los primeros éxitos de Joan Baez.  “Adiós, Angelina, las campanas de la corona están siendo robadas por bandidos. Las ametralladoras rugen, los títeres levantan rocas. Los demonios clavan bombas de tiempo en las manos de los relojes. Adiós, Angelina, el cielo está en erupción, debo ir a donde esté tranquila”.

Buen viaje, Joan.

 

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