Nuevos pasos hacia el abismo
Estados Unidos sumido en graves problemas económicos por la delirante presidencia de Donald Trump, Rusia también en crisis, Alemania en la peor de su historia en tiempo de paz, Francia y Gran Bretaña muy tocadas. La deriva de las guerras, de armarse, de dedicar los recursos a pagar los destrozos de otros nos lleva a un abismo cuya profundidad no se vislumbra. Y mientras los canallas locales están a ver lo que pillan.
El domingo tiene el PP otra meta volante en su carrera por lograr la Moncloa a cualquier precio. De ahí que haya sembrado el camino de cristales y clavos a ver si pincha las ruedas de cualquier rival, aunque parece que los principales accidentes los están sufriendo ellos. Conocer más de cerca a María Guardiola, su candidata en Extremadura, es una experiencia inolvidable. Sabíamos de sus radicales cambios de opinión respecto a las líneas rojas de sus pactos que dejó diluidas sin que le temblara un músculo en las elecciones anteriores. Lo de estas, con ese ataque a la democracia que ha denunciado, es un episodio sonrojante, realmente patético. Ya todos sabemos que en realidad se produjo a manos de unos chorizos de “la banda de la radial” que se llevaron el dinero y tiraron las papeletas, pero cuando se tienen los ojos sucios se ve turbio y, además, siempre hay alguien que se come el bulo hasta dentro. Y a consolidarlo se ha apuntado Feijóo y toda la plana mayor del PP y sus voceros.
Salvo para los cretinos, de crédulos empedernidos o vendedores de humo -probablemente a sueldo- este es uno de los momentos más críticos de la singular democracia española. De la mundial también, pero vayamos por partes. Delincuentes entrevistados por delincuentes lanzan gravísimas acusaciones sin pruebas y las convierten en noticia en los altavoces mediáticos de la organización y cuela. Vivimos un momento terrible. Y los temores a enfrentarse con estas mafias se huelen a distancia. Y es que casi es temerario meter las narices.
El director de El Español, Pedro J. Ramírez coincide en lo crítico del momento que atravesamos. Solo que por razones opuestas. El gran hacedor de bulos y conspiranoias, dice que “vivimos un monumental intento de encubrimiento de grandes tramas de corrupción”, solo que las atribuye, sin pruebas, a Pedro Sánchez. Lo mejor es que “está convencido de que viviremos el triunfo de la información sobre el encubrimiento”, dice. Su verdad. La de siempre. Ojalá fuera cierto que viviéramos ese triunfo de la verdad masivamente, con todas las caretas caídas.
Sobre la ausencia voluntaria de Guardiola en el debate electoral de TVE, El Mundo nos ofrece también una idílica versión: Todos fueron “a por Guardiola”, dicen, y ella “se inhibe por incomparecencia de exhibir sus logros”. Marhuenda en el editorial de La Razón apuesta por “Un gobierno que no sea enemigo de nadie” en Extremadura, como el de Guardiola y no como el de Sánchez. Hace un par de días, ABC nos contó que el primo y chofer de Guardiola condenado por coacciones a su expareja y vigilado por el programa Viogén era “un pariente lejano”. Igual es que los hijos de los hermanos de papá o mamá -que eso son los primos en todas partes- viven en las Américas o algo así en este caso. Aunque no, este estaba al lado de Guardiola. Y con todo eso y más la Junta Electoral expedienta a Sánchez por su electoralismo desde Moncloa ante las elecciones de Extremadura, por hacer el resumen del año, y tras la denuncia presentada por el PP.
La furia con la que se ataca a Pedro Sánchez crece de tal forma que dudo pueda ser recuperable aunque entregue el gobierno, cautivo y desarmado como suelen vencer sus contiendas violentas los franquistas y golpistas en este país.
Padecemos algo similar a la última vez que España tuvo un presidente del PSOE: José Luis Rodríguez Zapatero (2004/2011). Los insultos y descalificaciones capitaneados entonces por M.Rajoy, el señor de las cloacas policiales de su ministro Fernández Díaz, se han retomado ahora porque ya no tienen bastante con la familia directa y allegados de Pedro Sánchez. Da grima vez saltar a Rosa Díez llamándole tumor original de la metástasis que es Sánchez hoy. Todo porque los militantes no la eligieron a ella secretaria general del PSOE. Solo tuvo a su favor 65 papeletas de 995 delegados.
A la campaña se ha sumado -¡qué honor!- Donald Trump, según cuenta su portavoz mediático español, que suele colaborar en ABC, la COPE y Telemadrid. Le han dado premios los colegas de su profesión que no es la misma que practicamos otros periodistas y está exultante informando de los planes del jefe. Unos y otros ya ven, a estas alturas, encarcelado también a Zapatero, no sabemos si en alguno de los nuevos Guantánamos que se ha montado el autócrata estadounidense.
Hablamos de un presidente que lleva ya un centenar de ejecuciones extrajudiciales en el Caribe para ver cómo se queda con el petróleo de Venezuela. Ya no es una suposición, se ha dicho: él mismo asegura que a EEUU le robaron las tierras donde hay petróleo a muchos kilómetros de distancia. El que añade insultos y definiciones vejatorias a los retratos de los presidentes que le han precedido, el que antepone ya su nefasto apellido a centros como el muy prestigioso allí Kennedy Center, llamado ahora Trump Kennedy Center, o del que ya salen publicadas sus fotos en las orgías pederastas de Epstein. Un tipo admirable, Donald, sí, señor. Y a ese le rinde pleitesía la UE y su OTAN. Los que nos quieren en guerra y, de entrada, detraen de nuestros impuestos y nuestros derechos el dinero para pagar los destrozos de Putin y del propio Trump.
En cuanto a los tíos y sus incontrolados y muy depravados acosos sexuales la verdad es que se dan en prácticamente todos los partidos, y en muchos otros ámbitos, y durante tiempos inmemoriales. Cincuenta años de quejarnos sin soluciones drásticas, agota, y eso que antes aún fue peor.
El aparato desestabilizador hiede en su conjunto. Y de momento solo va en ascenso. Con muchos temores les decía. La condena del Tribunal Supremo a Eduardo Inda por difundir que Pablo Iglesias tenía una inexistente cuenta en Las Granadinas apenas ha sido noticia para los medios. Lo ha sido, sí, para los que suelen informar nada más y algunos se tientan la ropa antes de mencionar con rotundidad a sus cómplices impunes, los que fueron con ello, aun viéndolo burdo. Nueve años después, 18.000 euros de multa, parece una cifra muy rentables para haber logrado torcer el curso de las elecciones.
Era 2016. El año anterior, 2015, había pasado a la Historia como el primero desde que se recogen datos en el que el 1% de la población mundial alcanzó a tener tanto patrimonio como el 99% restante. Lo que llamaron crisis no había hecho sino enriquecer a unos pocos y empobrecer a la mayoría. Aumentar la desigualdad entre los seres humanos, entre mujeres y hombres, en la sanidad, en la educación. En el acceso al futuro. Con una regresión en los valores que nos estaba llevando ya, decíamos, a niveles inauditos de egoísmo personal y al recrudecimiento de la extrema derecha política, que levantaba los peores fantasmas del siglo pasado. De ceguera. Aquel tiempo iba a ser estudiado por la forma en el que el olvido repitió amargos errores del pasado y por la inconsciencia con la que incluso las víctimas participaron de ese proceso de degeneración.
El resto ya lo conocen. Empezó con Trump en su primera presidencia, sigue con él ahora. Y ya infinitamente peor. Hoy, los ricos añaden decimales de exclusividad: “83.000 de personas suman el triple de riqueza de lo que suman 4.150.000.000 de personas”, según el informe de World Inequality Report. Y no parece importarle a casi nadie.
Buscando datos de todo esto he encontrado una frase que dejé anotada entonces, en 2016:
El tiempo pasa sin anunciar su prisa, un día nos damos cuenta de que ya es demasiado tarde para recuperar las oportunidades perdidas.
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