Vivimos en Dante's Peak
No hay consejo más leal que aquel que se da desde una nave en peligro
Les chafo el final, ahora le llaman “hacer spoiler” pero para mí un 'spoiler' es un alerón y tiene que ver con la aerodinámica. Les chafo el final a la antigua: no soy nada optimista. Ahora que se llevan los 'remake', nos ponemos a hacer un 'revival' de la historia. No creo que tampoco esta vez seamos capaces de pararlo y menos a estas alturas pero mientras hay vida hay esperanza y eso no empece de la obligación moral de contar las cosas.
Señores y señoras, vivimos en pleno Dante's Peak. Hay anuncios de desastre, señales, precedentes, mediciones, pruebas de que el tipo de vida que nos hemos dado, aquel por el que España suspiró durante 40 años, está a punto de irse al carajo. Tenemos el culo sobre magma hirviendo y nos enganchamos a bobadas. Entre los Pierce Brosnan del continente los hay de dos clases: los que son perfectamente capaces de darse cuenta de los indicios de la erupción y los que aun dándose cuenta pretenden mirar para otro lado.
Ha habido pequeños movimientos sísmicos en Europa y Estados Unidos. Los estudiosos se pusieron a ello y han producido innumerables obras sobre la erupción de totalitarismo que se nos viene encima. Sobre el terreno, las alertas se repiten. No sólo son ya pequeños incidentes simbólicos y aislados. En Occidente hemos encontrado ya a los cadáveres achicharrados en su baño de aguas termales hirviendo. Hemos visto cómo primero Putin y luego Orbán llegaron al poder siguiendo los principios constitucionales y cómo los cambiaron o prescindieron de ellos para perpetuarse. Ahí tienen al Putin de la potencia que busca su espacio vital. “Francia no es un país mediano es una potencia que aún cuenta” dice Le Pen. “Rusia es una de las potencias nucleares más fuertes”, insiste el zar que nunca podría haber sido ahora presidente de Rusia si no se hubiera saltado la Constitución mediante un truco para evitar el límite de mandatos y sin amañar elecciones. “España es una gran nación y sus enemigos nunca podrán con ella” dice cada vez que puede Abascal. Y las aguas hierven pero hay muchos poderes temerosos y muchos intereses para que cualquier geólogo que esté viendo las burbujas del agua los chafe.
Orbán en Hungría está en ello y los demás van a por lo mismo. Oír a Le Pen el otro día en rueda de prensa es igual que contemplar a Brosnan oliendo la peste del agua del grifo a dióxido de azufre. Huele a azufre antidemocrático cuando Le Pen desvela tranquilamente cómo quiere acabar con el Estado de Derecho francés. Porque la “douce Marine”, ha dejado claro que su intención es acabar con el 'Ius soli' para apostar por una especie de 'Ius sanguini', es decir, que modificaría la constitución de la V República para que la nacionalidad francesa no se obtuviera por el hecho de haber nacido en el país, sino que ésta se derivaría de la de los padres, se heredaría por sangre. Su intención clara es discriminar entre los franceses “de verdad” y sus derechos de los inmigrantes o hijos de inmigrantes. Priorizar las ayudas para los franceses de sangre. Ella lo llama “prioridad nacional” y es racismo y discriminación. Marine tiene un proyecto para aprobar por referéndum este cambio constitucional. “¿Por qué no un referéndum consultivo sobre la emigración?”, se preguntaba Abascal en la campaña de los comicios del 10-N, afirmando sin ambages que “los españoles deberían tener prioridad para las ayudas sociales”.
Son un calco. Orbán llegó en unas elecciones democráticas, cambió la constitución húngara, alteró después la ley electoral de forma favorable para él y luego comenzó la caza de los disidentes intelectuales, periodistas o políticos. Le Pen no deja seguir su campaña sino a periodistas afines. Abascal, tampoco.
La dulce Marine, la de los gatitos, no quiere un Frexit sino “reformar la UE desde dentro”, c'est à dire, destruirla desde el interior. Es lo mismo que expresaba Vox en las cortes de Castilla y León a través de su flamante vicepresidente: “Nuestro objetivo político fundacional es, cuando tengamos mayoría suficiente, la devolución de las competencias de Sanidad, Educación y Justicia al Estado Central” –controlado por ellos– “para después derogar completamente el título VII de la Constitución”. No es que huela el agua a azufre, es que nos estamos ahogando en sus vapores. Le Pen decía que apoyó a Putin “para defender los intereses de Francia”, ya ven, y que se identifica mucho con Orbán porque desea “hacer primar el derecho nacional sobre los tratados europeos”. ¡Y lo que molesta aquí, sobre todo a los más rancios jueces, que les enmienden la plana desde Estrasburgo o La Haya o que les manden las leyes desde Bruselas! Es ya como si en plena película hubiéramos metido el ingenio detector en el cráter y este se hubiera agrietado sepultándolo. Le Pen quiere salir del comando integrado de la OTAN porque no quiere “someterse a un protectorado americano”, justo como Melenchon o Pablo Iglesias. Y es que esas coincidencias no son casuales y no lo son porque hay diversos sectores que quieren acelerar una erupción que sepulte todo en cenizas. Cada quien para su qué.
Estamos a horas históricas de la erupción y lo que suceda en Francia moverá el reloj hacia adelante, en el peor de los casos, o lo detendrá unos instantes más. Da igual que los geólogos y las mediciones dejen claro que el desastre se acerca. Es la historia de la humanidad. El capitán del 'Lusitania' no hizo caso a los avisos, el 'Challenger' se lanzó sin que la advertencia del ingeniero Ebelin surtiera efecto.
Vivimos en Dante's Peak y la pregunta que debemos hacernos no es por qué hay élites que no quieren atender a las señales –por su propio interés–, sino por qué tantos votantes no son capaces de descifrar las alertas o, sobre todo, por qué hay tantos europeos a los que no les importa que toda la construcción de las democracias liberales sea arrasada. Esa realidad, la de que muchos creen que su vida se ha ido a la mierda y sueñan con que todo se vaya a la mierda con ellos, es la que nos debe hacer reflexionar. Ahí está la única carretera que aún lleva a la salvación. Y es que gritar que baja lava y que no hay que dejarla pasar no va a servir. Nunca ha servido. Siempre pasa. Es tan cierto como que los que tenemos cierta edad, a veces pensamos que sólo podemos aspirar a que el volcán aguante un par de décadas más para que ya no nos pille o que si lo hace ya no nos importe tanto.
No mentí con el spoiler, con el resto tampoco.
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