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Ensalada ideológica progresista

Roberto Carlos González Pérez | socio de elDiario.es

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Copio al final una buena y bien intencionada “ensalada ideológica progresista”, de las que tratan de contentar a muchas y diversas sensibilidades y que, por tanto, sería aplaudida, o más bien reenviada, sin mayor análisis y con gran entusiasmo. El origen de este texto es lo de menos, y va por delante mi máximo respeto al esfuerzo que habrán hecho sus redactores para consensuar la forma y el contenido del mismo. Hoy en día, que haya personas que dediquen su tiempo libre a hacer este tipo de reflexiones me parece que tienen mucho mérito, y desgraciadamente no es muy habitual.

Pero desgraciadamente, tratar de contentar a todas las posibles sensibilidades, suele ser el camino más directo al fracaso. En un texto tan inclusivo, es fácil que los grupos de todo índole que no se vean expresamente citados, se sientan excluidos. Por citar uno de los muchos ejemplos que se me ocurren, el Partido Animalista, que saca un buen número de votos en todas las elecciones, como no se cita expresamente nada relacionado con el sufrimiento animal en la cadena de suministro alimentaria, podrían no sentirse representados.

Desde otro punto de vista, me llama la atención porque es un muy común en este tipo de declaraciones, considerar que la economía se limita a la “financiación, producción, comercialización y consumo”, deja muchos sectores vitales fuera de la ecuación. Por ejemplo, hay un sector de la economía ignorado y denostado como ninguno, sobre todo en textos con orientación ecologista, que actualmente se está colando en los titulares de todas las noticias: la sucia, contaminante e insostenible (pero imprescindible) extracción de materias primas y combustibles no renovables.

Estas actividades económicas están en la base de todas las demás, y nos guste o no, tienen una realidad geográfica y estratégica que nada tiene que ver con la equidad y la inclusividad, como desgraciadamente está empezando a descubrir “el gran público” ante la amenaza cierta e inminente de que empiecen a escasear productos y servicios que la mayoría creía asegurados.

Sin las empresas y personas que mueven esos sectores económicos, tan despreciados por contaminantes e insostenibles, la economía real y la financiera colapsan, y la gente de toda condición sufre, aunque como siempre, sufren más los que menos tienen. Y cuando la gente sufre es muy receptiva a los discursos simplistas y populistas, que por muy falsos que sean ofrecen certidumbre y esperanza en que hay una solución viable, aunque sea echando la culpa a los que no la tienen pero es fácil hacer ver que podrían tenerla.

La ultraderecha “Trumpista” mundial se ha percatado bien de esto, y un texto tan “reenviarle” como este que copio al final, sería buena munición para que sus eficaces medios de propaganda dejarán “muy clarito”, que: “la economía y cualquier aspecto serio de la vida, no pueden mezclarse con el feminismo, el ecologismo, la identidad de género, la sexualidad...”

Yo era muy aficionado a las ensaladas ideológicas, es más, las solía usar como refugio en cualquier discusión que se alargara lo suficiente como para que fuera imposible concretar y objetivizar. Pero cada vez veo más claro que es un error, porque aunque sea cierto que todo está relacionado, con Internet y las RRSS ha cambiado todo y no hace falta ser un “máster chef” para hacer una buena “ensalada ideológica”. Ahora cualquier ingrediente sirve, y se puede usar y combinar al gusto del oyente para que lo mismo sirva para una cosa o para la contraria, sin el más mínimo respeto a la razón y la objetividad.

Por eso me da tanta pena que un texto tan bien intencionado como este, pueda ser utilizado para tirar por tierra tanto la idea de fondo económica (que en parte comparto), como el resto de nobles conceptos sobre la vida y la sociedad, que cada uno en su ámbito y contexto también comparto, aunque discrepe de lo oportuno de mezclar tantos “ingredientes” que de tan diversas formas podrían ser “aderezados” por los “medios de desinformación masiva” a los que se les da fenomenal vender “ensaladas ideologicas”, que aunque son muy poco recomendables para la salud personal y social, se consumen con avidez en todo tipo de tertulias tanto de televisión y radio como en chats de RRSS, reuniones de bar o máquina de café, cenas familiares... y ¡hasta en la Conferencia Episcopal!

“... la Economía Solidaria promueve y desarrolla iniciativas alternativas en todas las esferas del ciclo económico (financiación, producción, comercialización y consumo), desde valores relacionados, entre otros, con la cooperación, la reciprocidad, la autogestión y la solidaridad... desde una perspectiva transformadora que persigue construir economías más comunitarias, democráticas, equitativas, inclusivas y sostenibles. Economías, en definitiva, feministas, ecológicas y solidarias.... frente al desarrollo de una economía capitalista, financiarizada y alejada de la economía real, centrada en el crecimiento ilimitado de la producción y el consumo al margen de sus efectos sociales y ambientales, y que cuyo único objetivo es el ánimo de lucro y la maximización de beneficios, lo que produce expresiones de precariedad, pobreza y desigualdad insostenibles.... donde la identidad masculina, heterosexual, blanca, normativa, adultocéntrica y urbanita sostiene privilegios sobre otras identidades y orientaciones sexuales y de género, dando lugar a relaciones de desigualdad y exclusión...”

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