Entereza

Todavía no sé cómo pero mantuvo su entereza.

Según la RAE, la palabra entereza viene a significar integridad, perfección o valor y fortaleza de ánimo, entre otras acepciones.

Es difícil de entender, porque estaba vacía y mantuvo su entereza para cuidar día y noche a una señora de 91 años sin mostrar un atisbo de debilidad.

Estaba vacía porque acababa de fallecer su madre a 8362 km, en Nicaragua y, en plena tramitación de sus papeles de residencia, asistir a su despedida implicaba no poder volver a España. Es lo que tiene aceptar marcos de convivencia y contratos sociales que clasifican a personas como legales o ilegales en función del lugar de origen desde el que se emigra y de llamarlas clandestinas por no llevar papel, que diría Manu Chao en su canción Clandestino.

Es indescriptible cómo mantuvo su entereza. No se puede explicar desde el punto de vista de la razón, tal vez sí desde la fe, quién sabe. Lo único verídico y demostrable es que estuvo ahí, levantando, dando de comer y acostando a la mujer a la que cuidaba como si nada hubiera pasado.

En el colegio todos los días se escucha la frase “nadie es perfecto” por parte de algún maestro/a. Tal vez la entereza nos da el ánimo que necesitamos para cubrir nuestros vacíos y alcanzar esa imperfección que nos haga íntegros.

Vivo en un país con antepasados muy íntegros. La generación de la dictadura franquista se partió el lomo para sobrevivir y dar rienda suelta con pasión al cuidado de sus niños y niñas… Pero es un país que le falta entereza, que no es íntegro: aún tiene algunos agujeros que le impiden recibir el nombre de Estado social. Uno de ellos, la justicia.

Cuando un país niega las pensiones a nuestras abuelas porque trabajaron en casa y no cotizaron es un país injusto. Y, además, machista; le falta entereza.

Por suerte, en mi país hay muchas mujeres migrantes que llevan en volandas esa entereza o fortaleza de ánimo para cuidar a nuestros abuelos/as pase lo que pase. Es así como estas mujeres tapan nuestras vergüenzas para que se haga algo de justicia con nuestros mayores, desempeñando un oficio que es y será precario mientras no sea intervenido por el Estado: empleada del hogar.

Finalmente, pudo “asistir” al entierro de alguna manera. Yo también. Había mariachis jugando música y mucha, mucha entereza en cada nota musical que emitía el trompetista y llegaba a su oreja a través de la pantalla de su móvil gracias a la Telefonía que, con todas sus variantes, como diría Jorge Drexler, nos permite comunicarnos y enviar mensajes tan simples como este:

Te quiero, te querré, te quise siempre

Desde antes de saber que te quería

Te dejo este mensaje simplemente

Para repetirte algo

Que yo sé que vos sabías.

Para las personas con entereza

que nos cuidan y hacen un mundo más justo.

Para las personas con las que el capitalismo no es justo.