Nosotros y Putin

Nadie va a la guerra voluntariamente. Ya los romanos tenían penas contra los padres que mutilaban a sus hijos para que no fueran reclutados. Pues resulta muy difícil matar al primero que pasa cuando toca, incluso cuando eres un militar veterano, ya no quiero decir un recluta reciente. Y solo se sostiene la guerra cuando los soldados acumulan muchos motivos poderosos y odio: como los ucranianos.

Sostener un ejército de trescientos mil combatientes o más requiere alimentarlos, vestirlos, proporcionarles armas y municiones constantes; y a sus familias sostenerlas también, en el caso de que sean los cabezas de familia los que van a la guerra; en suma, disponer de muchos recursos y distribuirlos correctamente. Hasta ahora Rusia no ha demostrado tener una administración eficiente en la guerra de Ucrania; tan poco efectiva como en el envío indiscriminado de notificaciones de alistamiento.

Ciertamente, Rusia necesita muchos soldados porque tiene una línea fronteriza larga y variada en Europa y Asia y debe dar la impresión de que puede defenderla. Ha generado muchos conflictos también.

Hemos de tener en cuenta también el ejemplo de los veteranos de la guerra de Afganistán. Si EEUU ha tenido un Vietnam, Rusia ya sufrió un Afganistán que tuvo repercusiones políticas. ¿Va a pasar con Ucrania lo mismo? Recuerdo aquí que los golpistas, autodenominados nacionales, ganaron la Guerra Civil en España con la ayuda de Alemania e Italia. A Ucrania la sostiene muchos más países.

En todas las dictaduras los ciudadanos acostumbran a no decir lo que piensan o a mentir por la cuenta que les trae. La rusa es una sociedad opaca. Putin no ha considerado esta variable y se ha creído esta disposición de los rusos porque nadie le llevaba la contraria.

Hasta ahora las soluciones autoritarias de Putin y su grupúsculo de poder han seguido el manual del perfecto dictador: no asumirlas sus malas decisiones propias, sus errores de cálculo, y cargarlos a otros, a los rusos de pie; engañar, o intentarlo, a todo el mundo con triquiñuelas de mal vendedor.

Los europeos hemos de sostener la democracia en Ucrania y promoverla allá donde no prospera: esta es nuestra gran ventaja estratégica, la que da estabilidad a nuestras sociedades. Por eso, hemos de sostener la guerra en Ucrania, sin cerrar el canal diplomático de la paz, que es la vocación de toda sociedad civilizada.