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La campaña imposible de Arrimadas y Bal: un pacto con el mismo PP que los intenta destruir

Inés Arrimadas con Edmundo Bal y Begoña Villacís en la apertura de campaña, en la madrileña plaza de Ópera

Carmen Moraga

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Edmundo Bal, y la líder del partido, Inés Arrimadas, han cerrado este domingo una campaña imposible, intentando mantener el mismo discurso con el que la arrancaron hace ahora dos meses. Si logran representación el 4M en la Asamblea de Madrid el plan es reeditar el pacto con el PP de Isabel Díaz Ayuso a pesar de que la presidenta regional no solo ha confesado que prefiere a Vox, sino que repite que está deseando liberarse de las ataduras que le supuso la coalición. Ayuso ocultó a sus socios la convocatoria de elecciones, destituyó al vicepresidente y los consejeros de Ciudadanos y atribuyó todo a sus sospechas de una moción de censura que sus socios siempre han negado. Luego el PP desató una opa para captar cargos y candidatos en las filas de Arrimadas.

Ninguna encuesta pronostica que Ciudadanos pueda lograr el 5% de votos necesario para tener representación en la Asamblea regional. Para conseguirlo el partido se encomendó a Edmundo Bal, abogado del Estado y uno de los fichajes estrella de Albert Rivera. El vértigo se ha adueñado del partido en donde el sector crítico vela armas para exigir la dimisión de Arrimadas y la convocatoria de una nueva Asamblea donde se decida el futuro de la formación, que no ha dejado de perder apoyos y afiliación desde que Albert Rivera les dejó en el Congreso en 10 escaños, de los 57 que tenían antes de su fatídico 11 de noviembre de 2019.

En el partido y fuera de él son muchos los que que siguen sin entender por qué Arrimadas se empeña en querer cerrar un acuerdo con el mismo PP que les ha estado humillando y maltratando desde las elecciones catalanas en donde los de Casado iniciaron la opa hostil con el fichaje de Lorena Roldán, que terminó en la candidatura de Alejando Fernández. “Los que han diseñado esta campaña son los mismos que ya estaban antes. Y son los que han convencido a Arrimadas de que estas elecciones solo se pueden plantear como un cara a cara con Vox, que es el único segmento donde podemos dar la batalla y posicionarnos teniendo en cuenta las circunstancias en las que nos encontramos”, opinan dirigentes de la organización madrileña. Las mismas fuentes creen que en el caso de que tengan representación, Ciudadanos solo puede aspirar a ser “socio de investidura del PP porque no tendrá fuerza suficiente para reclamar presencia en el Gobierno regional”.

“Arrimadas se ha creído esta profecía y somos esclavos de ello”, añade la misma voz crítica, que advierte que Ciudadanos tenía que haberse posicionado “como un verdadero partido de centro” y después del 4M “negociar con la candidatura mayoritaria, haciendo valer su programa y ”no dar como única opción un acuerdo con el PP“. Ante este ”error“, ”aquellos que estuvieran pensando votar a Ciudadanos directamente decidirán votar al PP, dado que ya saben adonde van a ir nuestros apoyos“, reflexiona esta misma fuente.

Sin embargo, tanto Arrimadas como Bal han estado insistiendo a lo largo de toda la campaña en la necesidad de “terminar de aplicar un proyecto que funcionaba y que era bueno para Madrid”. “Este martes los madrileños van a tener la oportunidad de elegir lo bueno conocido, que es Ciudadanos, gestionando bien en la Comunidad de Madrid, y lo bueno por conocer, que es Edmundo Bal gobernando para todos los madrileños, no para la mitad contra la otra mitad de los ciudadanos”, proclamaba este domingo la líder del partido en el acto de la festividad del Dos de Madrid.

Junto a ese mensaje, tanto la líder del partido como el candidato han reiterado prácticamente en todos sus actos que en estas elecciones lo que está en juego es que el PP pacte con ellos, que representan “la moderación”, y “la tolerancia”, frente a la “agenda de la confrontación”, que según ha dicho Bal en el cierre de campaña, les ha querido imponer Iglesias y Gabilondo.

El candidato ha seguido alertando de que no van a dejar que Ayuso se eche en brazos de Vox, partido al que por otra parte se niegan a encuadrar en la extrema derecha y a que se le imponga un “cordón sanitario” como piden los candidatos de la izquierda. “Ese Gobierno funcionaba bien, porque era un buen acuerdo, tenía buenos gestores y buenos proyectos”. “No podemos cambiar un Gobierno de éxito por un experimento y un capricho personal”, ha insistido machaconamente Arrimadas.

Enfrente han situado al PSOE y a Unidas Podemos, rechazando cualquier posibilidad de entendimiento con Ángel Gabilondo y Mónica García, la líder de Más Madrid, como ya hizo Albert Rivera en los anteriores comicios autonómicos. El argumento que esgrimen es que Gabilondo “va en un pack con Iglesias y Más Podemos” -en referencia a Más Madrid-, mientras acusan al líder del PSOE de decir “las mismas cosas que decía Sánchez antes de pactar con Podemos”, partido al que consideran “un peligro” para los españoles. “Hace falta un gobierno serio y moderado que no dependa de los extremos”, insisten Arrimadas y Bal, augurando que “la izquierda no va a Gobernar en Madrid”.

Esta estrategia de colocarse junto al PP acredita la decisión de Ciudadanos de formar parte del bloque de la derecha y no erigirse como un partido “transversal”, como proclamaban en un principio, sin admitir que eso es precisamente la que les está llevando a su desaparición. Por si fuera poco, Bal ha tenido que lidiar con los que desde dentro de sus filas han pedido el voto para Ayuso, como el filósofo Fernando Savater, o con los que directamente le han exigido que retirara su candidatura, como el empresario Marcos de Quinto, apelando al “voto útil”.

Vox, en la órbita del PP

Antes de que Ayuso decidiera convocar las elecciones autonómicas, la líder de Ciudadanos pensaba que en Génova querían distanciarse de Vox porque no era lo más conveniente para Pablo Casado, que acababa de emprender un giro al centro con un discurso moderado después de la ruptura con Santiago Abascal en el debate de la moción de censura que este presentó a Pedro Sánchez en el Congreso. Las relaciones con Casado eran entonces buenas y aunque ambas formaciones mantienen algunas diferencias ideológicas, Arrimadas consideraba que el líder del PP no estaba en la órbita de la formación de extrema derecha. Luego ha constatado que Ayuso sí, dado que desde el principio la dirigente madrileña ha dejado claras cuáles son sus preferencias para Madrid. Vox, tras la fallida moción de censura, ha entrado en el Gobierno de Murcia y en el PP lo han asumido con normalidad.

¿Qué consecuencias va a acarrear la pérdida de poder de Ciudadanos también en la capital? Nadie duda de que a partir del 4M la operación iniciada en Génova para fagocitarles y atraer a sus filas a dirigentes del partido se va a intensificar. La opa se puso en marcha hace menos de dos meses y su resultado ha sido brutal. El primer mazazo fue el portazo de Fran Hervías, el todopoderoso secretario de Organización de Albert Rivera, que se ha instalado en el despacho del número dos del PP, Teodoro García Egea, con su apreciada agenda. Desde entonces las fugas hacia el PP no han cesado.

Casado desveló hace unos días que mucho antes de las elecciones catalanas intentó cerrar con Arrimadas un pacto para que ambas formaciones se integraran en una sola. “Le ofrecí todo”, ha dicho, “una convergencia” para hacer “con generosidad una nueva estructura” de las dos direcciones. Incluso que la portavoz de esta nueva alianza fuera la propia líder de Ciudadanos. Sin embargo, lamentó que Arrimadas eligiera “derrocar” al PP y poner “una alfombra roja” a Pedro Sánchez. La dirigente de Ciudadanos da otra versión y recuerda que fue el líder del PP el que rechazó presentar una lista única en Catalunya.

A pesar de todos estos antecedentes, la dirección de Ciudadanos cree que la única solución es volver a repetir el gobierno de coalición con Ayuso con el argumento de que la izquierda liderada por Pedro Sánchez “está entregada a los nacionalistas y a los populistas” y con ellos no se puede pactar “nada”, como recuerdan que les pasó cuando intentaron cerrar los Presupuestos Generales del Estado.

El último cartucho de Arrimadas y Bal, pues, ha sido alertar de que un pacto del PP con Vox sería “nefasto” para Madrid por lo que los dos han estado haciendo constantes llamamientos a volver al “gobierno de éxito” para completar las medidas que pactaron al inicio de la legislatura que “eran buenas para Madrid” y “no tener a un consejero antivacunas o que quiera imponer el pin parental”.

Con el tiempo, lo único que ha reconocido Arrimadas como “errores” es que no han sabido “comunicar bien” tanto sus logros en Madrid como los motivos de esa moción de censura fracasada en Murcia que ha sido el inicio de todas sus desdichas. “Algo hemos hecho mal cuando ahora solo se habla de la moción de censura pero no de los casos de corrupción del PP de esa región”, que fue lo que les motivó a presentarla. Para los críticos, esos “errores” son los que el 4 de mayo van a llevar a Ciudadanos a desaparecer.

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