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Ciudadanos reniega de la etiqueta de “aliado” de Sánchez mientras se prepara para negociar los Presupuestos con el Gobierno

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, junto a su compañero Edmundo Bal, durante su comparecencia ante los medios para valorar el discurso de Pedro Sánchez.

Carmen Moraga

26 de julio de 2020 22:03 h

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Aunque en reiteradas ocasiones tanto Inés Arrimadas como Edmundo Bal han advertido al Gobierno de que no son sus “nuevos aliados”, la formación que se define como de “centro” y “liberal”, se comporta como si de facto lo fuera. Desde que comenzó la pandemia, el giro dado por la nueva líder del partido se ha plasmado en numerosos acuerdos y pactos con el Ejecutivo de Pedro Sánchez tras los cuales el portavoz adjunto de Ciudadanos se ha volcado a lo largo de las últimas semanas en destacar en las redes sociales todo lo conseguido gracias a las “iniciativas” de su grupo, a pesar de que desde las generales del 10 de noviembre cuenta en el Congreso con tan solo diez diputados. Esos “logros” conseguidos han sido aireados tanto en las cuentas oficiales de Twitter como en sus resúmenes de prensa: “El Gobierno acepta”, “gracias a Ciudadanos”, o “como había propuesto Ciudadanos”. Ahora la formación de Arrimadas se prepara para negociar los Presupuestos Generales del Estado, pese a su animadversión hacia Unidas Podemos.

Los dirigentes del partido no ocultan que lo que intentan con esa nueva estrategia es “neutralizar” precisamente a los socios de investidura que llevaron hasta La Moncloa a Sánchez para que el presidente no tenga que depender de sus votos, especialmente de “los independentistas” de ERC y de los “populistas” de Pablo Iglesias. De hecho, este sábado Bal no dudó en desvelar ante los alcaldes de su partido, con los que se reunió telemáticamente para celebrar el primer año de gobierno, que la disposición de Ciudadanos a negociar los Presupuestos busca claramente “apartar” de ellos a “Iglesias, Rufián y Otegui”, para que sea Ciudadanos el que “dé soluciones a los españoles”. A ese afán pactista y negociador, que incluye hacer de “mediadores” para intentar atraer al acuerdo al PP, partido con el que comparten gobiernos, en Ciudadanos le llaman hacer “política útil”.

Para ahuyentar la imagen de esa comunión repentina con el mismo Gobierno del PSOE y Unidas Podemos que hasta hace muy poco denostaban, tanto Arrimadas como Bal han insistido en todas sus intervenciones en que no son los “nuevos aliados” ni los nuevos “socios” de Sanchez. “Nuestros votos no son a favor del Gobierno, son a favor de España y de los españoles”, han dejado dicho.

Sin embargo, la realidad que se palpa desde fuera -e incluso internamente, desde un sector de la propia formación- es otra. Tanto que ha provocado que algunos de los antiguos pesos pesados que iniciaron su andadura de la mano de Albert Rivera se den de baja del partido indignados por los pactos cerrados con Sánchez, como ha sido el caso de Juan Carlos Girauta y Marcos de Quinto.

Además de apoyar todos los decretos de alarma y el de la “vuelta a la normalidad”, los de Arrimadas han negociado y consensuado con el PSOE en la Comisión de la Reconstrucción tres de los cuatro documentos de trabajo, el de Sanidad, el de Economía y el de la Unión Europea, encaminados a buscar soluciones para la recuperación de España tras la COVID-19. Después de garantizarse que se iban a incluir sus enmiendas, han votado a favor de esos tres dictámenes. El único escollo lo encontraron en el de Política Social por las reticencias de socialistas y Unidas Podemos a incluir a la concertada en las ayudas a los centros educativos.

En el Pleno del Congreso en el que se debatieron y votaron las conclusiones, Edmundo Bal -convertido en el brazo derecho de Arrimadas, que sigue de baja por maternidad- no se cansó de destacar el “decisivo” papel que en su opinión había jugado Ciudadanos para que las negociaciones “entre partidos de diferentes ideologías” llegaran a buen puerto. “Mientras ellos se pelean nosotros hacemos política útil por el bien de los españoles”. “Menos crispación y más acuerdos de reconstrucción”, se han jactado los dirigentes de Ciudadanos, en alusión a Vox pero también al PP, mientras en Madrid, donde gobiernan con los conservadores gracias al apoyo de la extrema derecha, las desavenencias con los de Isabel Díaz Ayuso son visibles y constantes.

Otro de los frentes en los que desde Ciudadanos han respaldado a Sánchez con inusitado entusiasmo ha sido en Europa, tanto en el fracasado intento para que la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, pudiera convertirse en la nueva dirigente del Eurogrupo, como ante la ardua tarea para que el presidente del Gobierno lograra un buen acuerdo en Bruselas en el reparto de fondos para paliar los efectos de la pandemia. Mientras desde el PP hacían campaña contra Sánchez, los dirigentes de Ciudadanos recalcaron la unidad de criterio entre las “familias liberales y socialdemócratas” y expresaron su “alegría” por el acuerdo que supone para España cerca de 140.000 millones de euros, de los cuales unos 72.700 millones serán en transferencias y el resto en préstamos, a pesar de que en la práctica suponen casi 5.000 millones menos en subsidios a fondo perdido con respecto a la propuesta de la Comisión Europea.

“Europa nos ha brindado una gran oportunidad. Necesitamos llegar a acuerdos de Estado para invertir esos fondos en ayudar a las familias y emprender las reformas pendientes: Modernizar el empleo; Reforzar la sanidad; Reformar la educación e Innovación y digitalización”, se apresuró a asegurar Bal.

El siguiente escenario van a ser los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que Ciudadanos también se ha abierto a negociar con el Gobierno, siempre bajo la condición de que sean “moderados y centrados” y “cumplan con la exigencia que le impone Europa a España”. “Si Sánchez lo hace, nos tendrá de su lado como partido de Estado”, señaló este viernes Bal en una entrevista en el programa Las Mañanas de RNE.

El número dos de Arrimadas volvió a señalar después, de nuevo en Twitter, otra de la que llaman “líneas naranjas”: que Sánchez no otorgue “privilegios a los nacionalistas -en alusión a la mesa de diálogo y a los presos del procès- y se aleje de ”ideologías extremas“, de ”sectarismos“ y ”dogmatismos“ para invertir ”responsablemente el dinero de Europa en Educación, Sanidad, Innovación y en adaptación del empleo al siglo XXI“.

Gracias a esta estrategia, que pretende a la vez dejar en evidencia al PP como principal partido de la oposición, la formación de Arrimadas ha conseguido otro de sus objetivos: abrir fisuras entre el presidente y los nacionalistas vascos y ERC que ya le han advertido de que “tiene que elegir” entre “lanzarse en brazos de Ciudadanos” o “mantener la mayoría de la investidura”. Ambos grupos han estado recordando al presidente del Gobierno que no tiene mayoría absoluta y que le va a costar mucho sacar adelante las nuevas cuentas para 2021 si busca el acuerdo con partidos que quieren “acabar” con ellos.

Mientras, desde Unidas Podemos no desdeñan ya el consenso con el antiguo partido de Albert Rivera. Pero no a cualquier precio. “No es tanto una cuestión de actores políticos, sino de contenidos. Lo importante es que encontremos entre todos las medidas que son buenas para el conjunto de nuestro país y que tienen un amplio consenso, y si eso somos capaces de hacerlo, todos los actores que se sumen son bienvenidos del mismo modo que no tuvimos ningún problema en agradecer el voto a favor de Ciudadanos en la última prórroga del estado de alarma”, afirmó en una de sus comparecencias en el Congreso el portavoz, Pablo Echenique.

Por su parte, Sánchez, cada día más necesitado de apoyos, defiende la política de “pactos transversales” mientras hace equilibrios para contentar a unos y otros. “Tenemos que ser conscientes de que el parón de la actividad económica no tiene precedentes y que la crisis del COVID traerá otra social y económica que obliga a poner en marcha el país. En ese sentido todos tenemos que poner de nuestro lado. La unidad salva vidas y empleos”, afirmó en una de sus comparecencias en la que subrayó que si hay un momento de país que justifique que todos pongan “de su parte”, es precisamente éste.

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