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Lula da Silva centra en la desigualdad y el cambio climático los retos de la izquierda en un acto arropado por Iglesias

El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva (d) y la líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra (i), en la mesa de debate 'Construir futuro: retos y alianzas populares', en Casa América.

Víctor Honorato

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El anfiteatro de la Casa de América de Madrid recibió esta mañana al expresidente y candidato a la presidencia de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, como una estrella del rock. “Oé, oa, Lula, Lula”, clamaba el público, entre el que había nutrida representación de militantes en Madrid del Partido de los Trabajadores brasileño. El acto, en el que estuvo acompañado por el antiguo secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y la actual, Ione Belarra, pretendía ser una conversación sobre cómo articular la izquierda a ambos lados del Atlántico, pero resultó ser más un encuentro de celebración y desagravio a Lula, de gira ahora por Europa, tras pasar 580 días encarcelado en su país por unas acusaciones de corrupción de las que fue finalmente exonerado. La lucha contra la desigualdad, el cambio climático y la transformación digital son los tres grandes retos, resumió Lula.

El tema del encuentro, que llevaba por título “Construir futuro: retos y alianzas populares”, lo abordó Iglesias empezando con un elogio al invitado estrella, al que señaló como “el presidente más importante de la historia de Brasil y futuro presidente”. Después se refirió al episodio de investigación y encarcelamiento de Lula como una manifestación del 'lawfare', entendido como el “nuevo golpismo” en que elementos de los poderes judiciales, medios de comunicación y élites económicas conspiran para apartar del poder a los partidos de izquierda. Iglesias señaló que el fenómeno no es exclusivo de Latinoamérica y se preguntó retóricamente si no existirá también en España, con los numerosos frentes judiciales contra Podemos que terminaron en archivo o la reciente condena del diputado Alberto Rodríguez, privado de su escaño por una agresión a un policía con tenues pruebas.

Brevemente fueron interviniendo, tras Iglesias, los responsables de relaciones internacionales de UGT y CCOO, Jesús Gallego y Félix Ovejero, el secretario general del PCE, Enrique Santiago, o la propia Belarra, para quien “la derecha y la extrema derecha solo apuestan por la democracia cuando ganan”. En este ambiente de hermanamiento izquierdista había también una representante del PSOE, la secretaria de política internacional y diputada en Madrid, Hana Jalloul, que quiso recordar que José Luis Rodríguez Zapatero fue uno de los primeros en ir a visitar a Lula a su salida de prisión. El candidato brasileño se reunió el viernes con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

En el análisis de los participantes, entre los que estuvo también la diputada del Bloco de Esquerda Portugues Joana Mortagua, hubo gran sintonía. El 'lawfare' es un peligro real, el auge de la extrema derecha se combate con democracia y el cambio climático es uno de los grandes retos de la humanidad. Pero quizás el más grande problema es la desigualdad, según Lula, que recordó que en el mundo hay 800 millones de personas con hambre. Aportó, en ese sentido, sus humildes orígenes como hijo de una madre sola con ocho vástagos. “Quienes desayunamos, comemos y cenamos todos los días tenemos la obligación moral de luchar para que la gente pueda comer un mínimo”, señaló.

El cambio climático y el papel de la Amazonia, cuya biodiversidad debe “explorarse científicamente”, y la causa del ecologismo, que no es solo un problema “de clases medias sofisticadas” son otra pata de este programa para Brasil y para la izquierda internacional que se completa con plantear una estrategia para la transformación digital, que en lo laboral se ha convertido en un motor de la precariedad. “Han convencido a los trabajadores digitales de que son emprendedores”, apuntó.

La izquierda también debe reflexionar en qué ha hecho mal para que, por mucha campaña que hubiese, personajes como el actual presidente brasileño, Jair Bolsonaro, parlamentario gris durante un cuarto de siglo antes de su salto al estrellato político, hayan convencido a una parte del electorado cuando “no tiene discurso político”.

Lula se emocionó y volvió a agradecer a sus seguidores en todo el mundo la campaña por su liberación. “Si me convirtiesen en oro no podría pagar el agradecimiento que siento por vosotros”, declaró, antes de cerrar su intervención y el acto pidiendo disculpas, de broma, por haber hablado más de los 10 minutos que en principio tenía asignados. La ovación fue cerrada.

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