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El cheque guardería del Gobierno de Madrid blinda ingresos a las escuelas privadas a fondo perdido

El cheque guardería blinda ingresos a la privada a fondo perdido. / Efe

Sofía Pérez Mendoza

El sistema de subvenciones a guarderías privadas montado por la Comunidad de Madrid garantiza ingresos a estos centros aunque luego no se atienda a los bebés matriculados. El Ejecutivo pide una reserva de plaza para atender la petición de beca denominada 'cheque guardería'. Una reserva que lleva implícita el pago de una cantidad de dinero a esas escuelas y que no se recupera si finalmente el pequeño accede al sistema público. Madrid decide quién tiene plaza pública después de cerrar el plazo para solicitar las ayudas.

Jorge y María (nombres ficticios) son de esos padres precavidos. Su hijo nacerá en unos días y ya cuentan con un plan B en el caso de que no les concedan una de las 14 plazas que ha ofertado para el próximo curso la escuela infantil pública de su barrio, en Madrid. Se trata de matricular al bebé en un centro privado previo pago de una cuota para mantener esa plaza reservada, un dinero que no se devuelve si al final el niño logra entrar en la pública.

Este juego tiene mucho que ver con los plazos establecidos por la Comunidad de Madrid para, por un lado, solicitar plaza en la pública y, por otro, pedir el cheque guardería, una ayuda de 100 o 160 euros mensuales –según ciertos baremos– a la que pueden tener acceso los padres y madres que matriculen a sus hijos en una escuela privada para niños de 0 a 3 años.

La lista provisional de admitidos en las escuelas públicas de Madrid se conoce solo dos días después (15 de abril) de finalizar el plazo para solicitar la ayuda en la privada (13 de abril) y numerosas familias, dada la escasez de plazas en muchos distritos, prefieren no jugársela, aun a riesgo de que el coste de la matriculación privada caiga en saco roto. Porque para tramitar la petición del cheque guardería es requisito imprescindible que los niños y niñas estén matriculados o tengan reserva de plaza en un centro no sostenido con fondos públicos.

Para la subvención de las guarderías regentadas por empresas privadas, la Comunidad de Madrid destina para los años 2015 y 2016 un presupuesto de 34 millones de euros. La primera convocatoria se lleva 15,5 millones y la segunda un poco más de 18,5. Las becas oscilan entre 1.100 y 1.760 euros anuales por niño. Desde 2002, cuando se concedieron por primera vez estos pagos, su cuantía se ha multiplicado casi por seis. También, como es lógico, ha aumentado el número de niños y niñas beneficiarios de la ayuda: de 4.719 a 31.000.

A Sonia Campo le pasó con su hija. Pagó 100 euros por la reserva de plaza en una guardería privada “por no arriesgarse” si las listas le cerraban el camino a entrar en la pública que había pedido. “Me advirtieron de que ese dinero no lo iba a tener de vuelta si daba marcha atrás y aun así seguí adelante –explica–. Te ves sin nada tal y como funciona la educación infantil en Madrid. No hay ninguna seguridad”.

En septiembre, la niña se incorporó a la escuela Las Nubes, en el distrito de Retiro de la capital, sin pisar ni un solo día el centro privado al que Sonia le regaló un buen pellizco solo “por cubrirse las espaldas”. Tuvo suerte porque, de no haberle sido concedida esta plaza pública, habría tenido que asumir la cuota de la privada en su totalidad. Ella no pudo acceder al cheque guardería simplemente porque su hija nació después del 1 de junio. Y las fechas de los trámites administrativos discriminan a los niños y niñas de la segunda mitad del año: entre las condiciones impuestas por la Consejería de Educación figura la de “haber nacido o estar previsto el nacimiento con anterioridad al 1 de junio de 2015”. Estas familias, por tanto, no pueden nunca disfrutar de esta ayuda durante el primer curso de sus hijos o hijas en la guardería.

El descontrol de los cheques

El importe de esta ayuda no se ingresa en las cuentas de las familias, sino que se transfiere directamente a las propias escuelas. Irene Pérez, una madre cuyo primer hijo se benefició de la ayuda solo el primer mes –antes de pasarse a la pública tras correr la lista de espera–, cuenta que el centro no le informó de que tenía que comunicar la renuncia al cheque a la Administración. “Lo pregunté yo y por eso lo supe. Si la familia no recibe esa información, ¿dónde va a parar el dinero? Creo que ahí está el filón, ahí es donde se percibe el descontrol”, señala por teléfono.

Elena (nombre ficticio) tampoco sabía que, según las escuelas, ese trámite dependía de ella. De hecho, la escuela en la que dio de baja a su hija a mitad de curso tras conseguir un hueco en la pública nunca le informó de esta gestión. Es más, le ofreció que, dado que tenía otra hija en el mismo centro que no se beneficiaba del cheque, el dinero de la mayor se transfiriera a la pequeña. “Hubo dos meses en los que ni la una ni la otra estaban en el centro, porque la pequeña aún no se había incorporado. Rechacé su propuesta, pero después no sé qué ocurrió con ese dinero hasta final de curso”, reconoce.

Fuentes de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, dirigida por la popular Lucía Figar, explican que es el “beneficiario quien debe comunicar expresamente por escrito a la Subdirección General de Becas y Ayudas” la renuncia a la ayuda mensual. Además, debe “aportar la tarjeta personal e intransferible” –no es posible que se beneficie de la beca otro miembro de la familia– “expedida tras la concesión del cheque guardería”. No existe, por tanto, ningún control más allá del que se delega en las propias familias, algunas de las cuales no tienen conocimiento, como se desprende de varios testimonios, de que esta gestión está en sus manos.

Algunos centros privados comienzan a publicitarse como “más económicos que las escuelas públicas”. ¿El motivo? Teniendo en cuenta el descuento mensual y el tarifazo en las escuelas sostenidas con fondos de los madrileños –cuyas cuotas subieron en 2012 más de un 100%–, el precio de la plaza privada se convierte en una opción más asequible. Para muchos, esa opción B.

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