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Opinión - El problema de los tres gorros. Por Elisa Beni

“Salir de mi casa sola es jugarme la vida, la silla de ruedas no cabe en la acera”

Lali en la puerta de su casa con un coche pasando a escasa distancia

Carlos Navarro Castelló

“Vivir aquí es como una cárcel para mí, siempre dependo de alguien para poder salir porque si lo hago yo sola me juego la vida”.

Así de desesperada se ha mostrado Lali Romero. Una enfermedad de la médula la relegó a una silla de ruedas en el año 1986, lo que le obligó a trasladarse del casco urbano de València, donde residía, a la vivienda familiar de sus padres, en Massarrojos, en la que nació hace 61 años.

Con sus padres ya fallecidos, vive sola y pese a que su casa está en el centro de esta pequeña pedanía de Valencia, como si de una muralla se tratara, la cerretera que la cruza le impide moverse con plena autonomía.

“Por esta calle pasan 11.000 vehículos todos los días entre coches, camiones, motos y autobuses escolares y mi bordillo tiene tan solo 87 centímetros de ancho, por lo que mi silla de ruedas, que mide 90 centímetros, no cabe”, comenta resignada.

Tal y como ha comprobado in situ eldiariocv.es, la acera de Lali, en la calle del Doctor Andrés Piquer, no cumple los requisitos mínimos de accesibilidad. Una vez sale de su casa, solo puede dirigirse a la derecha, puesto a que hacia la izquierda la acera se va estrechando y acaba casi desapareciendo, mientras pasan coches a gran velocidad en doble sentido. La acera de enfrente aún es más estrecha, de unos 30 centímetros, por lo que no cabe ni el carrito de un bebé.

Las casas de la calle están llenas de carteles de protesta de la plataforma SOS Massarrojos, una de las que más fuerza está haciendo junto a la asociación de vecinos de la pedanía para que se solucione este problema.

“No pites, no grites, baja la música, gracias” o “no som autopista, som poble, prou de trànsit” (“no somos autopista, somos pueblo, basta de tráfico”), son algunos de los lemas.

De esta forma, Lali tan solo puede salir de su casa dos días a la semana: “Recibo ayuda a domicilio del Ayuntamiento de lunes a viernes y la asistenta me ayuda a salir los miércoles y los viernes; el resto de días, salvo que venga a verme algún amigo o familiar, no puedo salir de casa”, lamenta.

La solución del problema no es fácil, puesto que esta calle es la única vía de paso entre Moncada y Rocafort y la pedanía está rodeada de huerta. Sin embargo, tanto desde el Ayuntamiento como desde la Diputación trabajan ya de forma coordinada en una solución.

Al tratarse de una vía de titularidad de la corporación provincial, es esta administración la que está liderando un proyecto alternativo. Así, fuentes de la Diputación han informado que esperan presentar una solución provisional “antes de verano” y una definitiva ejecutada “antes de que finalice el mandato”.

Así, han explicado que a corto plazo la solución provisional pasaría por dejar la vía en un solo sentido y ampliar las aceras, desviando parte del tráfico por algún camino rural, y la definitiva pasaría por sacar todo el tráfico de paso de la pedanía acondicionando alguno de estos caminos rurales: “Una vez logremos un acuerdo con todas las administraciones implicadas se presentará el proyecto”, han asegurado.

En cualquier caso, han garantizado que no se acometerán nuevas infraestructuras puesto que “la huerta está protegida”.

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