Los cocineros de la corte

Dejó dicho Pierre Bourdieu que la demoscopia es una ciencia sin científico, afirmación dura que no me atrevo a desmentir viniendo de uno de mis maestros; para más información siempre pueden ustedes consultar su obra (sus clases también, no todas, están publicadas). Patrick Champagne, quizá su mejor intérprete, también escribió sobre el asunto. Sin embargo, bien es cierto que una parte de la demoscopia es ciencia y la otra, también, pero más bien arte coquinario, con proliferación de cocineros de los que hoy se hacen llamar imaginativos, con menús originales, pero más abundantes “a la carta”.

El maestro bearnés (con habla y acento criticado en París) decía que las encuestas eran performativas, que lejos de su pretendida cientificidad lo que pretendían es perfilar y condicionar la voluntad de la ciudadanía. Ya advertía que las encuestas de cámara se habían convertido en alimento tóxico de ciertos políticos y alimento más que nutritivo de la prensa, en su tiempo mayoritariamente escrita, pero ya tertuliana en distintos formatos. 

Ciertos políticos gobiernan a golpe de encuestas. Eso explica que las agendas legislativas estén a veces jalonadas de hechos inexplicables. Pero ¿cómo explicar que otros hagan política en contra de las encuestas? Pongamos el caso de lo que dicen mayoritariamente los sondeos sobre el genocidio de Gaza o el aborto. Sin embargo, hay fuerzas políticas que no parecen en estos casos inmutarse, no interesa la demoscopia cuando no es amiga, de salón. La respuesta está en otras dependencias de la política, en este caso, la dependencia ideológica más radical, la clientela global o las interminables pistas del dinero, quiero decir, los cabildos (lobbies), financieros, sanitarios, cristeros, inmobiliarios o sionistas, más determinantes que la ciencia pretendida.

La maldad de un sondeo siempre estaba en la pregunta, tal vez por eso nunca se pregunta por la monarquía, para no parecer malevo

Los medios editorializan durante meses; de pronto, aparece su encuesta y confirma lo que llevan machacando y proceden a editorializar solemnemente el resultado para así hacer creer y creerse acreditados por esa ciencia. Una manera divertida de ver estos resultados es observar con interés sus infografías. Quizá otra ciencia, en la que parece una barra que representa, digamos treinta, cien veces más que otra que represente cinco. Es un truco como el de la pelotita pero en colores.

Dentro de esta parte divertida de la demoscopia, está la comprobación o validación callejera. Recuerdo que un medio televisivo en el que trabajaba siempre mandaba desde Madrid una cámara al puente de Triana, en Sevilla. Me preguntaba qué pasaría si la mandaran al otro puente cercano, el antes llamado del Alférez provisional, o al puente de Santiago en Irún. Últimamente, en la corte televisiva siempre mandan la cámara a un barrio bien de Madrid y la conclusión que sacan es que todas las señoras bien no votarán a Pedro Sánchez y los muchachos de hoy son de extrema derecha, y tan contentos.

Las encuestas de Tezanos tienen una propiedad de la que nunca pude obtener respuestas de Bourdieu: son diarreicas

Bien es cierto que el nivel de aproximación es notable, las tendencias les llaman. Otras consecuencias de esta ciencia son pura obviedad machacona: la extrema derecha va subiendo, el PSOE sacará más escaños que Podemos, la izquierda de la izquierda va mal… Las minorías son maltratadas por sistema, aunque luego los observadores y analistas padecen cuando esas minorías demuestran su valor en toda democracia parlamentaria poniendo a los gobiernos en tenguerengue. Las encuestas no te dicen nunca que las minorías, como las arrugas, son bellas y sirven para impedir el imperio de las mayorías y que el vestido tenga un mejor aspecto que el liso del ordeno y mando. 

Y luego aparece Tezanos, el terror de la demoscopia coquinaria –la parte científica todos la copian. La mayoría se sonríe cuando aparecen sus encuestas, otros las vapulean. Recuerdo que Bourdieu afirmaba que la maldad de un sondeo siempre estaba en la pregunta, tal vez por eso, nunca pregunta por la monarquía, para no parecer malevo. Sin embargo, las encuestas de Tezanos tienen una propiedad de la que nunca pude obtener respuestas de Bourdieu: son diarreicas. Cuentan ciertos testigos presenciales que los resultados presentes en el último menú del cocinero han provocado evacuaciones ya líquidas a profusión, sin dieta mediática o demoscopia alternativa que las contengan.