La memoria que camina: una ruta por la represión franquista en Extremadura
Noventa personas vinculadas a la Federación de Pensionistas de Comisiones Obreras de Cataluña han recorrido durante varios días los principales escenarios de la represión franquista en Extremadura. Un itinerario que ha unido Cáceres, Mérida y Badajoz para rescatar voces apagadas y enfrentar, sobre el terreno, un pasado que todavía permanece poco explicado y a menudo invisibilizado en los espacios públicos.
La motivación inicial del grupo es clara: la memoria democrática es parte de la historia que la propia historia ha intentado silenciar. “Queríamos escuchar las voces que fueron calladas y mirar de frente los lugares donde tantas vidas quedaron marcadas por la represión franquista”, señala Estrella Pineda desde la organización. Rendir homenaje, caminar los escenarios del horror y reconocer la dignidad de quienes nunca pudieron contar su historia. Todo ello guiados por una convicción: como recordaba el historiador Galdeano, “la memoria no es un ancla, sino una catapulta”.
Un pasado más amplio y más duro de lo que imaginaban
Antes de la ruta, la delegación conocía la brutalidad de la represión en Extremadura, especialmente la matanza de Badajoz. Pero desconocían la magnitud del terror desplegado en otras localidades y en la propia capital cacereña. Fue allí donde las explicaciones de María Jesús Criado Baños y Pepe Hinojosa, presidenta y vicepresidente de AMECECA, ampliaron el foco.
Descubrieron que muchos espacios decisivos —el Gobierno Militar desde donde se firmaban sentencias de muerte, la plaza de toros utilizada como escenario represivo o las antiguas cárceles hoy convertidas en hotel— no cuentan con señalización pública que recuerde lo sucedido. Lo mismo ocurre con los itinerarios de represión ligados a palacios, conventos o cementerios que aún guardan memoria bajo tierra.
La memoria que duele, pero que repara
Para el grupo, la experiencia ha sido mucho más que un ejercicio de aprendizaje histórico. “Nos permitió recuperar la parte no contada de la historia: la de miles de personas que sufrieron prisión, tortura y muerte por mantenerse fieles a la República”, explican. Especialmente doloroso fue escuchar el rastro que dejó la violencia contra las mujeres: encarceladas, vejadas, estigmatizadas y, en muchos casos, fusiladas por su compromiso político o por ser familiares de republicanos.
La ruta, además, “tejió lazos de amistad con la gente de Extremadura” y abrió un espacio de respeto mutuo entre territorios y generaciones.
Memoria, sindicalismo y un legado de lucha
Desde CCOO consideran que el sindicato debe desempeñar un papel activo en la defensa y difusión de la memoria democrática. No solo para preservar los hechos frente a la manipulación, sino para reforzar la cultura de derechos y libertades. La memoria, subrayan, es un acto de resistencia y de conciencia democrática ante las amenazas actuales.
Estas rutas conectan directamente con la historia del propio sindicato: con las luchas obreras del siglo XX, con las huelgas masivas, con la represión que sufrieron activistas y militantes, con las conquistas que abrieron paso a la democracia. De Asturias a Madrid, de Euskadi a Extremadura, la clase trabajadora organizada fue motor de cambio. Ese legado, recuerdan, sigue palpitando en la acción sindical actual frente a la precariedad, la desigualdad o el avance de discursos reaccionarios.
Lugares que no se olvidan
Entre los momentos más impactantes del recorrido destaca el relato de José Manuel Rodríguez Pizarro sobre la masacre de Badajoz. Volver a caminar los escenarios donde unas 4.000 personas fueron asesinadas bajo el mando del general Yagüe dejó una huella emocional difícil de describir.
También lo hizo la sesión en la sede de CCOO, donde Manuel Cañada habló de Matilde Landa, símbolo de compromiso y humanidad, y donde se recordó a mujeres como Suceso Portales, María de la Luz Mejías Correa o las Pantabrujas, que resistieron la represión.
El homenaje en Hervás a Simón Rosado, sindicalista extremeño que desarrolló su vida militante en Cataluña, añadió la dimensión íntima del viaje: la memoria también es afecto, vínculo y reconocimiento.
Extremadura, un mapa vivo de memoria
La ruta se completó con las explicaciones de Olga Luengo, Candela Chaves, Ángel Olmedo y Chema Álvarez, que detallaron la represión en Mérida: desde el campo de concentración del antiguo Convento de San Andrés hasta la huelga de las mujeres tejedoras que dejó la ciudad sin pan en 1936, o la ocupación pacífica de tierras protagonizada por decenas de miles de jornaleros. También participaron representantes de la asociación de 'Mujeres Sembrando', aportando perspectiva feminista y comunitaria.
El grupo, compuesto por unas 90 personas, mantuvo durante todo el recorrido una actitud participativa, atenta y respetuosa. Para sus organizadores, esa disposición fue fundamental para el éxito del viaje.
Visitar la fosa común del cementerio de Cáceres o caminar por la antigua prisión provocó tristeza, rabia y un profundo sentimiento de injusticia. Pero también reforzó el compromiso de seguir reivindicando estos espacios como lugares de memoria. La gran sorpresa de la jornada y la nota más alegre la protagonizó el cantante Luis Pastor que les estaba esperando en el hotel Extremadura para regalarles unas canciones.
Un viaje que vuelve a casa cargado de aprendizaje
La delegación se lleva a Cataluña “un conocimiento más profundo de Extremadura, de sus luchas sociales y de su memoria democrática, también leída desde una mirada feminista”. Y un agradecimiento “enorme” a las compañeras y compañeros de CCOO Extremadura, cuya implicación hizo posible la ruta.
En un momento en el que la derecha y la extrema derecha cuestionan la memoria histórica y relativizan la violencia de la dictadura, actividades como esta son más necesarias que nunca, según palabras de otra de las particpantes cacereñas, Pilar Alonso. La memoria democrática no es un ejercicio del pasado: es una herramienta para comprender el presente, defender los derechos conquistados y garantizar que nunca más se repitan las vulneraciones que marcaron a generaciones enteras. Recordar no es nostalgia: es justicia, es reparación y es una forma de fortalecer el futuro.
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