Compra de policías, burlas a la Fiscalía y contravigilancia: la impunidad con la que actuaban los narcos de Mallorca
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Stefan Milojevic es, según la investigación policial, el presunto jefe de una de las mayores organizaciones criminales del archipiélago balear, dedicada al narcotráfico y blanqueo de capitales. Gonzalo Márquez, abogado de profesión, aparece en el atestado como el presunto ideólogo económico de la trama. Ambos forman el primer escalafón de un grupo criminal organizado bajo una estructura similar a la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa. Para coordinar y ejecutar sus presuntas actividades delictivas, utilizaron métodos que incluyeron la colaboración de Faustino Nogales, inspector de la Policía Nacional y exjefe antidroga en Balears, así como de Ángel López Llabrés, miembro del grupo y policía portuario en Palma, ambos en el segundo rango de la cadena de mando. El primero proporcionaba presuntamente información a los ‘narcos’ que estos podían utilizar para eludir el cerco judicial y policial, mientras que el segundo sería uno de los principales pilares para la introducción de droga en las islas. El ‘modus operandi’ descrito por los agentes especializados muestra la absoluta impunidad con la que se creían, que les llevaba incluso a burlarse de la Fiscalía.
Mallorca. 27 de marzo de 2025. Milojevic y Márquez hablan por teléfono en una conversación en la que el abogado —que presuntamente utilizaba su profesión como tapadera para las actividades criminales del grupo— le cuenta —a modo de broma, de manera ficticia— al líder, Milojevic, que ha estado en la sede de la Fiscalía. Márquez le dice a Milojevic, dirigiéndose al Ministerio Público a modo de burla con cánticos (“Lolololo”) y haciéndose pasar por otra persona, que “el centro de operaciones delincuenciales” de los presuntos narcos —es decir, de ellos mismos— está en “Paseo Mallorca”, que es donde el abogado tenía su oficina. En esta conversación, Márquez se refiere a sí mismo en tercera persona, como si otro hablase sobre él: “Hostia, hostia, estuvo aquí [en la Fiscalía] el Gonzalo Márquez, el abogado, yo no le contesto y me miraba, como lo estoy investigando a él también...”
Se trata de una grabación interceptada por agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil en el marco de la mayor operación contra el narcotráfico en la historia de Balears, a cuyo atestado ha tenido acceso elDiario.es. El desmantelamiento del grupo criminal finalizó con 76 detenidos y la incautación de, entre otros, 687 kilos de cocaína y 2.500 kilos de hachís. El despacho de Márquez ya se encontraba entonces bajo el punto de mira de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (UDYCO) y de la Policía Judicial de la Guardia Civil. En la misma conversación, le dice a Milojevic que “el centro financiero está en Sencelles (Mallorca), escondido en una garita de mierda de la Caixa”, burlándose de nuevo de la Fiscalía. El contenido de la llamada telefónica, que se produjo casi cinco meses antes de que la banda fuera desarticulada, muestra la impunidad con la que actuaban.
Infiltran a un miembro como policía portuario
La trama funcionaba presuntamente con una estructura similar a las históricas mafias del sur de Italia. Stefan Milojevic, como máxima autoridad, es identificado como el ‘Capo Crimine’, según las pesquisas; tras éste está el ‘Capolocale’, es decir, Carlos Hervás Guillem, que desarrollaría una actividad supervisada por el ‘Capocrimine’, según figura en el atestado policial; bajo éste se encontraría la figura del ‘Crimine’, en este caso, Manuel Fandiño Otero, quien llevaría a cabo las acciones materiales ordenadas por sus superiores, mientras que Gonzalo Márquez Díaz haría las funciones de ‘Il Consigliere’, es decir, las actividades contables y empresariales del grupo.
Ángel López Llabrés es un presunto miembro del segundo eslabón. Amigo íntimo de Milojevic, consigue introducirse como agente de la Policía Portuaria de Palma. Según el atestado, en su primer día de trabajo, envía fotografías de la comisaría a Milojevic y, en connivencia con Márquez, ambos corroboran “que ya tienen garita en el puerto”. Es decir, vía libre para la introducción de cocaína y hachís por vía marítima, mediante embarcaciones de recreo en puertos competencia de la Policía Portuaria.
30 de julio de 2025. Son las ocho menos diez minutos de la tarde. En otra de las conversaciones interceptadas por los agentes, Milojevic le cuenta a Márquez que López Llabrés ya es policía portuario.
—Milojevic: “El hijo puta, tío… (...) ¿Sabes qué hace? Cosas que ve, las estudia sobre la marcha y va a los exámenes. Y dice que salió eso, que estudió un mes para policía portuario y sacó un seis.
—Márquez: “¿Y ahora?”
—Milojevic: “Y ha empezado hoy, es funcionario (...)”.
—Márquez: “Joder”. (...) Está guapo. ¿Y tiene uniforme ya? Manda fotos“.
—Milojevic: “Sí, me ha mandado fotos de la comisaría y todo ahora, pero de esas que se ven una vez”.
Los agentes especializados describen a López como el único “hombre o amigo de confianza” de Milojevic, a excepción de Márquez. La confianza es tan estrecha que acompañó tanto a Milojevic como al hermano de éste a las negociaciones y operaciones encaminadas a la introducción de droga en Eivissa y Mallorca, según las diligencias consultadas. De ellas se desprende que, en la isla menor, López fue citado por Milojevic en su domicilio, donde le contó, sin ocultar absolutamente nada, todos los detalles de una de las descargas de mercancía realizadas por la organización, así como el riesgo que hubo a que fueran detenidos.
La documentación policial asegura que López se dedicaba, aprovechando su condición de policía portuario, a la “obtención de beneficios para la organización criminal en su ámbito delictivo”. “Misiones tales como vigilar la llegada de grupos de asalto de Policía Nacional y Guardia Civil, así como su posible ubicación y despliegue, la obtención de datos sobre investigaciones u otros de los miembros de la organización, fotografiar instalaciones y pasarlas a sus líderes”, indica el atestado. En resumen, como decía Márquez, ahora ya tenían “una garita en el puerto”.
Un inspector colaboraba con la banda
Uno de los presuntos colaboradores del grupo criminal era Faustino Nogales, exjefe antidroga de la Policía Nacional en Balears, y que hasta su detención trabajaba como inspector de policía. En una de las conversaciones intervenidas, Milojevic informaba a Nogales que habían desaparecido “varias lapas” en sus vehículos de Eivissa y Alemania. Es decir, balizas de seguimiento instaladas por los agentes especializados para vigilar a los narcos, como informó este diario. De esta conversación entre ambos se deduce que la red criminal disponía de información privilegiada para ocultar sus presuntas actividades delictivas.
—“¿Sabes qué ha pasado?”, pregunta Milojevic a Nogales. “¿El qué?”, le responde este. “Han desaparecido las lapas de Ibiza”, afirma. “¿Han desaparecido?”, cuestiona el inspector. “Una del parking que está el coche ahí tres o cuatro meses sin moverse y la otra en Alemania”, afirma Milojevic. “Estaba claro”, termina diciendo Nogales. Antes de ello, el presunto líder de la organización criminal le había comentado al inspector que uno de los coches ya no tenía el dispositivo cuando fue trasladado a la península, mientras que el otro fue enviado a Alemania con la baliza puesta, pero al llegar a un concesionario, también había desaparecido. Nogales, que en la conversación da a entender que sabe cómo funcionan estos aparatos, le responde que “era de esperar” y que son dispositivos de larga duración.
Además del cambio de vehículos —principalmente por parte de sus líderes—, el grupo organizado estaba obsesionado con las búsquedas en estos de posibles medios técnicos de seguimiento o de captación de audio que pudieran tener instalados por estar bajo investigación. Para ello empleaban “raquetas” u otros medios técnicos utilizados para detectar sistemas de seguimiento de vehículos, según el atestado policial.
En otro momento de la conversación entre Nogales y Milojevic, éste comenta que “con los conejos y todo eso, si pasa algo, se puede saber fácil”. En este contexto, “conejos” es un sinónimo de “topos”, es decir, individuos que, aprovechando sus funciones laborales —posiblemente dentro de las fuerzas de seguridad—, podrían estar trasladando información a los ‘narcos’. La grabación da cuenta del nivel organizativo de la presunta estructura criminal. El uso del plural, “conejos”, da a entender que los miembros de la presunta red disponían de varias personas dedicadas a dicha función.
Las conversaciones dan a entender que los miembros de la presunta red disponían de varios 'topos', es decir, individuos que, aprovechando sus funciones laborales —posiblemente dentro de las fuerzas de seguridad— podrían estar trasladando información a los narcos
Recibían ‘chivatazos’
El 9 de agosto de 2025, unos días antes de su detención, una conversación entre Milojevic y Márquez prueba que el líder había sido informado de que existía una investigación policial de grandes dimensiones contra él. Según figura en los documentos de la investigación policial, el dispositivo de captación de sonido no logró captar la conversación íntegra entre los dos miembros de la trama, aunque de ella se desprende la preocupación del inspector Nogales y de Milojevic con motivo de dicha investigación.
El presunto líder de la organización mafiosa había coincidido unas horas antes con el hijo de Faustino, que ha sido detenido posteriormente, el cual le explicó que su padre estaba preocupado por el hecho de que le estuvieran investigando (“Me ha dicho el hijo que está cagado”) y que ello pueda repercutir en el inspector jefe de la Policía Nacional. En otras partes de la conversación reaparece esta preocupación, así como las medidas de extrema seguridad que el inspector investigado pretendería adoptar a partir de ese momento para comunicarse con la banda. Faustino Nogales tenía miedo, según los investigadores, de que pudieran relacionarle con la red debido a la interceptación de las comunicaciones entre ellos (“Dice el hijo que ha empezado a escribir en papeles para no hablar”, recoge el atestado).
El inspector Faustino Nogales tenía miedo, según los investigadores, de que pudieran relacionarle con la red de narcos debido a la interceptación de las comunicaciones entre ellos
Según la investigación, Faustino advierte a Milojevic que extreme las medidas de seguridad en sus desplazamientos (“Lo del Faustino, tío, es la hostia… que vaya en taxi, en moto, no veas”). Por otro lado, Márquez especula sobre la investigación y cree que “no puede ser solo por blanqueo”, ya que están siendo investigados por la Policía Nacional y Guardia Civil a la vez. Milojevic, por otro lado, está convencido, tras la advertencia recibida por parte de Faustino, de que “van a intentar sobre todo” ir contra él. Las diligencias consultadas afirman que Márquez le recomienda que “hable con Faustino primero, porque habrá que saber más o menos qué decir”.
Esta filtración de información secreta quedaría probada cuando Milojevic dice “eso me ha dicho Faustino, que están mirando hasta Amok”, en referencia a que la investigación patrimonial afecta también al entramado empresarial relacionado con la presunta organización criminal. Respecto al abogado de la trama, prevé que él también está siendo investigado, ya que menciona a Milojevic que Faustino evita comunicarse con él. Por este hecho, el abogado cree que él tiene “que salir por algún sitio” porque, si no, a él le contestaría.
Los ideólogos de la presunta red criminal no intentaban, exclusivamente, captar a agentes de la Policía Nacional o de la Guardia Civil para su organización. Cabe destacar que Milojevic, en unión con el abogado Márquez, se encontraba en búsqueda permanente de captación de miembros de la judicatura y de la prensa con el fin de “intentar corromperlos para obtener información sobre posibles investigaciones a las que pudieran ser sometidos”, según constata la investigación.
Los cabecillas se encontraba en búsqueda permanente de captación de miembros de la judicatura y de la prensa con el fin de 'intentar corromperlos para obtener información sobre posibles investigaciones a las que pudieran ser sometidos'
Durante los últimos días en que la trama siguió activa, López Llabrés, el policía portuario, también mostró su preocupación porque pudiera estar siendo investigado. En otro de los audios interceptados, Llabrés consulta a Milojevic si Nogales les ha informado “de alguna novedad” e incluso pide más colaboración del inspector de la Policía Nacional para que averigüe “cuántos” están “en la movida”. Es decir, cuántos están siendo investigados por los agentes de la UDYCO y la Policía Judicial de la Guardia Civil. Un extremo que Milojevic desconocía, según las grabaciones incorporadas al atestado.
Al final de la conversación entre López y Milojevic se revela que el primero está preocupado por si él también es objeto de la investigación y manifiesta a su líder que ha revisado su moto para tratar de detectar si tiene un dispositivo de seguimiento instalado. “Me he metido por debajo de la moto mirando a ver si tiene algo”, asegura. Tras ello especulan cómo Nogales ha podido tener conocimiento de la investigación policial contra Milojevic, lo que reflejaba que Nogales había revelado información reservada sobre la investigación en curso, siempre según los agentes.
Usaban balizas contra la Policía
De las conversaciones grabadas por los agentes especializados se desprende uno de los mayores miedos y obsesiones de la banda: que pudieran ser objeto de una investigación judicial y policial que pusiera negro sobre blanco sus presuntas actividades delictivas. Los presuntos narcotraficantes tenían una estructura capaz tanto de advertir los dispositivos que los agentes introducían en sus vehículos, como de ejecutar esa misma práctica contra ellos, de acuerdo a la investigación policial.
Tanto la UDYCO como la Policía Judicial de la Guardia Civil describen los métodos del presunto grupo criminal como de “alto grado de sofisticación”, lo que demostraría, aseguran, la “peligrosidad” de sus miembros. La hipótesis que maneja la investigación policial es que el entramado instalaba sus propios dispositivos de seguimiento en vehículos policiales para controlar los movimientos de los investigadores y anticiparse a sus operaciones. Los agentes especializados admiten que estas medidas de seguridad, vigilancia y contravigilancia adoptadas por los presuntos cabecillas de la trama dificultaron “enormemente la labor policial para desarticularla”.
La hipótesis que maneja la investigación policial es que el entramado instalaba sus propios dispositivos de seguimiento en vehículos policiales para controlar los movimientos de los investigadores y anticiparse a sus operaciones
Uno de los ejemplos que probaría esta hipótesis ocurrió a mediados de junio de 2025, cuando hubo un gran despliegue en Eivissa. Se trató de una operación conjunta de la UDYCO y la Policía Judicial de la Guardia Civil para desmantelar el presunto grupo criminal. Sin embargo, no tuvo éxito. Supuestamente, la organización habría descargado 1.750 kilos de hachís para ser transportados posteriormente a Mallorca y distribuidos por España y Europa.
Los agentes especializados no consiguieron capturar a los supuestos narcos, que habrían colocado balizas de posicionamiento en los vehículos policiales. De este modo habrían conseguido evitar la operación y materializar la descarga de costo para la mafia criminal de Montenegro. Tanto Milojevic como la cúpula de la organización criminal albanesa afincada en Eivissa abandonan territorio nacional con el objetivo de salirse de la órbita policial, intentando eludir posibles detenciones y desvincularse así de los delitos cometidos, afirman los agentes.
Un complejo entramado para el blanqueo
Milojevic sería el jefe de la organización, responsable de haber tejido, presuntamente, una red de distribución de sustancias estupefacientes en España, principalmente a través de aguas ibicencas. Ejercía el control y supervisión de toda la actividad relacionada con el tráfico de drogas —así como de otros delitos asociados— y del blanqueo de capitales, afirman los investigadores. En cuanto a esto último, el cerebro e ideólogo del entramado destinado al blanqueo era Márquez, socio principal de Milojevic. Como abogado, podía desarrollar actividades empresariales, según los investigadores, que en realidad servían para introducir en los circuitos legales dinero ilícito procedente de la venta de droga.
En sus funciones de inversor y administrador del capital, la investigación policial señala a Márquez como el creador de un complejo entramado empresarial, a través de la adquisición de cadenas hoteleras, con el “objetivo de blanquear el dinero de la droga”. Una de las presuntas formas se realizaba a través de la apertura de empresas. Carlos Hervás, previa orden de Milojevic y Márquez, abrió un establecimiento de compra-venta de vehículos en Inca con el único fin de blanquear el dinero de la venta de drogas, según los agentes especializados. La investigación considera probado que la red criminal cobraba en diferentes ocasiones la mercancía a través de un intercambio con vehículos por parte de los compradores. Las diligencias están siendo investigadas por el Juzgado de Instrucción número 7 de Palma.
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