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Un Brexit sin acuerdo limitará la economía del Campo de Gibraltar

Imagen de la frontera de Gibraltar desde La Línea

Juan José Téllez

Campo de Gibraltar —

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Más de 5.000 trabajadores transfronterizos se han inscrito ya en el registro virtual creado por el Gobierno de Gibraltar, a fin de incluirles en el acuerdo de reciprocidad para garantizar sus derechos laborales a un lado y a otro de la Verja.

El registro se encuentra instalado en la web frontierworkers.egov.gi, que entró en servicio el pasado 1 de diciembre, pero aún faltan por inscribirse en el mismo más del doble de los empleados que cruzan la frontera a diario hasta el Peñón: una cifra que oscila en torno a 15.000, de los que 5.000 serían de otros países comunitarios o extracomunitarios, que también se contemplan en el mismo acuerdo. Dicho registro resulta imprescindible a la hora de fijar tales derechos y que se apliquen cuando, a partir del 1 de enero, el Brexit ya sea un hecho definitivo.

“El sitio web del Gobierno de Gibraltar ya está activo, donde los trabajadores transfronterizos pueden comprobar si están registrados. Este registro es un requisito indispensable que deben cumplir antes del 1 de enero para que queden garantizados sus derechos. El documento que estos trabajadores deben aportar hasta el 1 de julio será su DNI. Debemos pedir a los trabajadores que verifiquen que están registrados y si tienen algún problema con dicho registro acudan a la oficina de empleo de Gibraltar”, recuerda una nota difundida por el Grupo Transfronterizo del Campo de Gibraltar.

La inquietud por la situación ha llevado a una nueva reunión del Grupo Transfronterizo, creado en la comarca y que agrupa a organizaciones sindicales, empresariales, sociales y de otra índole, de un lado y de otro de la verja fronteriza. Los portavoces de dicha entidad han celebrado un encuentro de trabajo con Joseph García, viceministro principal de Gibraltar, que ha asumido el seguimiento al proceso de Brexit y preside el comité que estudia la presentación de alternativas para el caso de que no se alcance un acuerdo. Desde hace varios meses, el Gobierno viene emitiendo notas técnicas al respecto para comprobar el impacto que puede provocar en su comunidad tanto un Brexit con acuerdo como sin acuerdo. La última de ellas fue publicada este lunes y versa, en este caso, sobre la viabilidad de que Gibraltar siga recibiendo fondos estructurales de la Unión Europea, a pesar del Brexit.

Sin contemplar el “no acuerdo”

Según el algecireño Manolo Triano, sindicalista de CCOO y componente del Grupo Transfronterizo, asegura que “hasta el 1 de julio, el Gobierno de Gibraltar no prevé cambios en el actual status de la fluidez transfronteriza”. Habría cierto margen de tiempo, en ese caso, en aras de buscar otra línea de acuerdo con el Reino Unido y con Gibraltar si el del Brexit fracasa.

“El Grupo transfronterizo sigue trabajando para garantizar que también haya fluidez de mercancías y personas ya que es importante para mantener las relaciones y la economía de la Comarca y de Gibraltar. Sin esta fluidez será muy difícil mantener los puestos de trabajo. A la recesión económica que se está viviendo actualmente por la pandemia es impensable añadir un no acuerdo que incrementaría los daños económicos en nuestra Comarca”.

Los integrantes de esta plataforma apuestan, en cualquier caso, porque no se excluya una solución estrictamente local: “Ante la difícil situación de las negociaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido, y la posibilidad, cada vez más cercana, de que no lleguen a un Acuerdo, desde el Grupo transfronterizo exigimos voluntad política para conseguir un acuerdo para la Comarca y Gibraltar por la particularidad de vecindad e interdependencia de ambas zonas”.

“En este momento, estamos todos expectantes ante el resultado de las negociaciones entre el Reino Unido y la UE, que inevitablemente incidirán en las futuras negociaciones entre España, Reino Unido y Gibraltar. El Grupo Transfronterizo no contempla el ”no acuerdo“.

"Si España, Gran Bretaña y Gibraltar llegaran a un acuerdo sobre este caso concreto, tendría que aceptarse por la Unión Europea y los conservadores comunitarios podrían vetarlo si sus homólogos españoles así lo demandan”

Pagar los platos rotos

Juan José Uceda, un viejo sindicalista linense, representante de la Asociación de Trabajadores Españoles en Gibraltar, entiende que Gran Bretaña se ha metido en un jardín pero que los transfronterizos pueden pagar los platos rotos: “Para el Reino Unido, va a ser una ruina, pero ellos se lo han buscado. El estatus final de la frontera no va a estar definitivamente resuelto hasta junio. Si España, Gran Bretaña y Gibraltar llegaran a un acuerdo sobre este caso concreto, tendría que aceptarse por la Unión Europea y los conservadores comunitarios podrían vetarlo si sus homólogos españoles así lo demandan”.

En cualquier caso, Uceda entiende que Gibraltar ya tiene su plan b para salir del atolladero: “Se han habilitado muelles ro-ro y cuentan con una empresa de contratas en Tánger para las personas que les vaya haciendo falta para el mercado laboral, ante las posibles dificultades de contratación de españoles y comunitarios. Vendría gente de Tánger y del Este de Europa”, pronostica Uceda, tal vez recordando los años de bloque de la Verja, cuando el franquismo decidió cerrarla a cal y canto en 1969 y los trabajadores españoles fueron sustituidos por mano de obra marroquí.

“Aquí no hay Plan B”

Uceda calcula que 2.000 ó 3.000 trabajadores foráneos podrían ser alojados en Gibraltar en buques de cruceros: “Ya lo ha hecho antes. En los astilleros, cuando hacían falta 1.000 o 2.000 trabajadores, los traían del Este porque no había suficiente mano de obra aquí y los alojaban en barcos de ese tipo. Gibraltar tiene su plan B para todo lo que le pueda pasar”.

Las dificultades fronterizas que ya se han venido sufriendo antes del Brexit, con caprichosas colas en la frontera, ha provocado otro efecto indeseable, según Uceda: “Hemos expulsado de nuestra comarca a los gibraltareños. Había unos 3.000 residentes en la comarca pero se lo hemos puesto tan difícil para llevar a los niños a la escuela o para desplazarse a su residencia, con colas por la mañana o por la tarde, que han terminado dejando o vendiendo sus viviendas alquiladas o compradas. Ahora, a este lado de la frontera, sólo quedan unos 300 gibraltareños residiendo. Y con esa situación hemos perdido mucho, por ejemplo, en sus altos salarios que revertían en la zona. Empezaron a construir verticalmente en Gibraltar y se fueron volviendo al Peñón”.

A su juicio, el Brexit terminará favoreciendo al centro financiero de Gibraltar, que desde su punto de vista podría volver a ser off shore, aunque legalmente eso resulte complicado: “Una vez fuera de Europa, Gibraltar volverá a ser un paraíso fiscal. ¿Quién se lo va a impedir?”.

“Para nosotros las perspectivas son más negras –lamenta Uceda--. Aquí no hay plan B. Aquí han venido todos prometiendo dinero para el Brexit, pero sigue sin haber dinero ni proyectos para sacar a la zona de su estancamiento; cuando había que preparar a los jóvenes, ofrecerles prácticas en informática, en tecnología moderna, etcétera. Por ahí deberíamos afrontar el futuro”.

En los últimos días, los líderes políticos implicados en esta cuestión han ido dosificando sus declaraciones. Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, compareció ante el Parlamento del Peñón a finales de la pasada semana para formular una declaración sobre el curso de los acuerdos domésticos o generales de la ruptura con la Unión Europea: “Somos optimistas y pensamos que podremos alcanzar un acuerdo”, aseguró el chief-minister, entre la realidad y el deseo.

Picardo insiste en que no firmaría un acuerdo que vulnerase las líneas rojas en materia de soberanía. La hipótesis de co-soberanía, que se alienta desde el Partido Popular, no figura en la hoja de ruta del actual Gobierno gibraltareño. Y le resultaría difícil admitir que policías o guardias civiles españoles atravesaran el istmo para vigilar las fronteras exteriores de la UE, en el puerto y en el aeropuerto de Gibraltar, si la colonia inglesa logra incorporarse al tratado de Schengen, una de las principales vías de trabajo abiertas.

Desde que la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya y Fabian Picardo se reunieron sorpresivamente en junio, el clima de entendimiento para un acuerdo concreto en esta frontera ha sido la tónica general, ma non troppo. En unas aplaudidas declaraciones a Sky News, la ministra González Laya insistió en la necesidad de evitar una salida turbulenta, “sin acuerdo”, de Gran Bretaña: “Esto es algo que nos preocupa porque los ciudadanos de Gibraltar son amigos de España”, manifestó entonces. Y Fabian Picardo, en su comparecencia parlamentaria, se mostró convencido de que “nuestros socios de negociación” –una alusión explícita a España—“desean el mismo resultado”. Al menos, por una vez en la historia, Gibraltar y Madrid muestran una sintonía que no deja indiferente al Foreign Office, por lo que Fabian Picardo ha tenido que repetir constantemente que su estrategia se encuentra en línea con la posición del Gobierno británico en este asunto.

Zona de prosperidad común

Este raro idilio entre el Peñón y el Palacio de Santa Cruz, en pos de lo que las partes denominan como “zona de prosperidad común”, sólo parece chocar en cuestiones puntuales pero de cierto calado diplomático como es este: el istmo es un símbolo para la posición tradicional de la diplomacia española, por cuanto no figuraba en la cesión de soberanía recogida en el Tratado de Utrecht de 1713, sino que fue una ocupación de hecho por parte de Gran Bretaña, desde antes de que levantara allí la Verja, de manera unilateral, a comienzos del siglo XX.  

Así, en su comparecencia, Picardo también se refirió a que la cuestión de la soberanía sigue siendo innegociable en este contexto. La hipótesis de co-soberanía no se contempla en Gibraltar, por parte de ninguna de las fuerzas políticas con representatividad; pero también la posibilidad de incorporarse al acuerdo de Schengen plantea ciertas dificultades, sobre todo en cuanto al control fronterizo y aduanero. Difícilmente ninguna formación política de la Roca podría asumir el coste que le supondría el hecho de que los cuerpos y fuerzas de seguridad española terminaran cruzando ese istmo de uniforme para controlar el paso por el puerto o por el aeropuerto del Peñón. Sin embargo, ello también supondría la práctica desaparición de la Verja, con lo que la fluidez del tránsito sería tan plena como en las actuales fronteras entre España, Francia o Portugal, sin ir más lejos.

“Todos nosotros somos, por supuesto, rehenes de la historia que nos ha llevado hasta este momento –dijo Picardo en el Parlamento--. Como ocurre en tantos ámbitos de la diplomacia internacional, el pasado ya ha definido desde hace tiempo las opciones para el futuro. Pero estamos —al menos en el lado de Gibraltar desde el que hablo— esperanzados por la posibilidad de que podamos ofrecer un futuro mejor. Un futuro que no nos condene a una peor relación con nuestros vecinos”.

Ante la Cámara legislativa local, Picardo apostó por “un futuro que contemple la protección de los derechos mutuos a una mayor movilidad de personas y, potencialmente, también de mercancías”.

“Hay demasiado en juego –concretó el ministro principal--. Porque tenemos un interés y una obligación con respecto del desarrollo de esta parte del mundo para nuestros hijos y las generaciones venideras. Esto significa que debemos estar preparados para aprovechar las oportunidades que nos brinda este momento y ver más allá del pasado para reivindicar ese futuro mejor. Y, en el caso de que no llegáramos a un acuerdo, habremos hecho todo lo razonablemente posible y también estaremos preparados para esa indeseable posibilidad”.

Un crédito de 500 millones

En otros aspectos, las incertidumbres por parte de Gibraltar se han diluido sobremanera tras un nuevo acuerdo de crédito por valor de 500 millones de libras alcanzado por el Gobierno de la Roca con el NatWest International Gibraltar, con el respaldo de la casa matriz, NatWest UK.

“Sabemos que no estamos de acuerdo en un tema importante, que es la soberanía, hay un desacuerdo entre el Reino Unido y España sobre la soberanía sobre Gibraltar. Esto no va a cambiar –añadió por su parte González Laya ante las cámaras de Sky News–. Pero mi sensación es que nuestro deber es encontrar un acuerdo que nos ayude a construir esta área de prosperidad compartida alrededor de Gibraltar, cuidando a nuestros ciudadanos, cuidando a nuestros trabajadores, cuidando nuestras empresas”.

La ministra insistió en que seguían trabajando duro a favor de la mejor de las soluciones posibles: “Porque lo que sabemos es que si llega el 1 de enero sin un acuerdo, la frontera, la frontera exterior de la Unión Europea estará en Gibraltar y queremos evitar eso. Por eso España ha puesto toda su energía en este acuerdo. Esperamos poder alcanzarlo porque sabemos lo que significará para los ciudadanos en Gibraltar y en España y como nos preocupamos por ellos, queremos asegurarnos de que esto no suceda”.

Y, el lunes, ante los micrófonos de Onda Cero, la ministra confirmaba, sin embargo, que de no producirse el acuerdo, a partir del día 1 de enero, “la frontera externa de la Unión Europea estará en Gibraltar”, por lo que se tendrán que comenzar a hacer los controles propios para el control de la mercancías y de personas. Mientras que por el contrario, si se llega a un consenso, “se sentirá menos entre la población”.

Los primeros en sufrir el desacuerdo o en beneficiarse del mismo serán los trabajadores transfronterizos que, por ahora y se ignora por qué motivos, siguen sin darse demasiada prisa en inscribirse en el registro virtual.

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