El cura de Canena atribuye la polémica a un malentendido y se acoge a la teoría del mal menor
El refranero popular dice que todo depende del color del cristal con que se mire. Eso, para el párroco de Canena, es lo que ha ocurrido a los asistentes a la misa del domingo en la Iglesia de la Inmaculada Concepción de la localidad. El sacerdote, Pedro Ruiz, atribuye a “distintas percepciones” la polémica que su homilía ha suscitado en la opinión pública. Esa variedad ha motivado, a su juicio, que haya “gente que lo ha percibido de una manera y otros de otra”. Los primeros han interpretado que defendía la violencia machista. Los segundos han compartido su visión de que “hay dos tipos de sociedades”.
Siguiendo esa argumentación explica que él creció en los años 60 y que su percepción es que “aquella juventud era mejor, más sana, ahora hay más degeneración”. Es decir que “antes se pegaba pero no se mataba”, lo que conduce a pensar que “hay una pérdida de valores éticos y morales”.
Señala que “existe lo que se llama la teoría del mal menor” y de acuerdo con ella “pelearse es menos malo que matarse”. Esa defensa del “mal menor” la realizó durante una misa en la que aseguró que hace más de 30 años los maridos se emborrachaban y pegaban a sus mujeres pero no las mataban. Una frase que refrenda al decir que “he estado mirando estadísticas” y la violencia de género “era muchísimo menor”. Admite que entonces estas situaciones solían esconderse y no se contabilizaban pero insiste en que “hoy se ha disparado”.
En cualquier caso señala que no ha justificado la violencia hacia las mujeres, ni de otro tipo, en ningún momento porque “para mí las mujeres son lo más bonito que ha hecho Dios”. Su pretensión era arremeter contra lo que califica como “relativismo moral”. Este sacerdote entiende que “al ser el hombre la medida de todas las cosas” tiene capacidad para dictar normas que cambian en función de la formación ética, política o social y que es esto lo que hace que “piense que algo es bueno o malo si es bueno o malo para mí”. En esa línea señala que los cambios legislativos responden a intereses personales o políticos “porque las leyes las hacen los hombres”.
En cualquier caso se extraña por la polémica suscitada por sus declaraciones y añade que muchos de sus vecinos, que sí han captado su mensaje, le han confirmado que el revuelo es “una gran tontería”. No ha recibido, tampoco, ninguna amonestación o llamada del Obispado. La sede episcopal ha emitido un escueto comunicado en el que manifiesta “su más absoluta condena y repulsa del drama de la violencia de género”. Se une “a las palabras de disculpa que el párroco ha manifestado por si sus expresiones han podido dar lugar a equívoco en su postura en contra de toda clase de violencia hacia las mujeres” y reitera “la defensa de la dignidad de la mujer en consonancia con la Doctrina de la Iglesia y nuestra frontal oposición a la violencia de género en todas sus dimensiones”.
La homilía del sacerdote llegó a youtube poco después de que se celebrara la eucaristía. Desde esta plataforma ha saltado a las redes sociales con todo tipo de comentarios. De hecho, en la web de peticiones change.org ya hay una solicitud para que se exija la expulsión del sacerdote. También desde diferentes instituciones y organizaciones se han vertido declaraciones.
Palabras “no propias de este siglo”
“Un despropósito inmenso”, “apología de la violencia machista”, “lamentables”, son algunos de los calificativos que se han añadido a los comentarios del sacerdote por parte del PSOE, el Instituto Andaluz de la Mujer o el alcalde de Canena, Jose Carlos Serrano (IU) quien ha destacado que las palabras del cura “no son propias de este siglo”. El alcalde ha indicado que en su municipio (2.105 habitantes) la vida religiosa y la de la Administración local están “totalmente desconectadas” y cada cual “va por su sitio”. En esa línea valora que “lo bueno es que en el pueblo nadie va por esos derroteros, ni las propias personas que estaban en la misa”.
Tanto el PSOE como el Instituto Andaluz de la Mujer han pedido al sacerdote que se retracte. Él defiende que ha sido un malentendido y que nadie, ni entre los vecinos ni desde el Obispado, le han pedido que dé marcha atrás.