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VENTANA RURAL
El valor de nuestras razas autóctonas y quesos artesanales

Cerdos en una finca de ganadería extensiva de la Sierra Norte de Sevilla

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No es nuevo que el origen condiciona a los consumidores a la hora de adquirir alimentos. En este sentido, todo lo que implique proximidad suele ser un punto a favor. Pero si además se añade que el modelo para obtener ese producto es respetuoso con el medio ambiente, el potencial comprador lo verá aún con mejores ojos. Es el caso de las razas ganaderas autóctonas, que en general se crían en régimen extensivo y nutren con sus productos a las zonas en las que se ubican. Además de estas cualidades, estas razas de vacas, ovejas, cabras, cerdos o gallinas guardan un tremendo acervo genético que es el fruto de siglos de selección y adaptación a las condiciones orográficas, climáticas y ambientales de las comarcas de las que son originarias y producen alimentos de gran calidad.

Sin embargo, el progreso supuso un mazazo para muchas de ellas. Con la progresiva aparición de maquinaria agrícola y de razas más productivas (carne, leche, huevos) fueron reduciéndose en nuestros campos. Afortunadamente, no llegaron a desaparecer y ahora muchas se van recuperando gracias al trabajo de los ganaderos y también de organismos públicos.

Sesenta y seis de ellas están adheridas, diez años después de su creación, al sello de calidad “100% Raza Autóctona”, y más de 7.000 operadores en las distintas fases productivas, una certificación que acredita que el producto que lo muestra proviene completamente de una de estas razas, entre las que se incluye ganado bovino, ovino, caprino, porcino, aviar, equino e incluso camellos. Esta variedad comporta una gran versatilidad y un enorme potencial para estas producciones (carne, leche, queso y otros lácteos, huevos, cuero, pieles), que se comercializan generalmente en canales cortos: tiendas de los pueblos, de los barrios, establecimientos de productos sostenibles y diferenciados, comercios y restaurantes locales.

Detrás de cada producto “100% Raza Autóctona” hay una historia 100% nuestra, su logotipo expresa la relación de confianza entre productor y consumidor, ya que constituyen un inigualable patrimonio de biodiversidad, e informa sobre la calidad de unos productos artesanales de gran valor añadido.

Por otro lado, en España se elaboran más de 200 tipos de quesos artesanales distintos, repartidos por toda la geografía nacional. De hecho, contamos con 26 Denominaciones de Origen Protegidas y 2 indicaciones Geográficas Protegidas de quesos. Sin embargo, la mayor parte del queso que se consume en España es queso elaborado de forma industrial por las grandes corporaciones lácteas y vendido en grandes supermercados. Esto provoca un decrecimiento de queseros artesanos en nuestro país.

La mejor forma de ayudar al mundo rural es comprando los productos que se elaboran en nuestros pueblos

A pesar de que España es un gran productor de quesos, tanto por la cantidad como por la variedad, los pequeños queseros artesanos están al borde de la quiebra. Y es que ser ganadero y ser quesero artesano parecen cosas del pasado, ya que no hay relevo generacional entre nuestros ganaderos productores de leche. El dato es alarmante: desde 2015, el 47% de los ganaderos lácteos ha tirado la toalla, asfixiados por la situación del sector. Hemos pasado de 20.000 ganaderos lácteos, a unos 10.700 en apenas 7 años.

Los pequeños queseros artesanos no dan para más, y de no cambiar la situación, muchos de ellos irán cerrando paulatinamente, tal como ha hecho el 4% de ellos desde 2015. La situación es complicada y solamente hay una vía para garantizar la supervivencia de los ganaderos, los queseros artesanos y del medio rural: comprar directamente al productor, eliminando intermediarios que aportan poco valor e inflan los precios. 

Por eso, la mejor forma de ayudar al mundo rural es comprando los productos que se elaboran en nuestros pueblos. Detrás de cada queso artesanal hay una historia: la nuestra, que se va diluyendo con el paso del tiempo.

Necesitamos una recuperación verde, justa y solidaria si no queremos que el futuro sea negro y con crisis recurrentes

La ciudadanía debe seguir apoyando la producción local y ecológica, pero las autoridades competentes deben asumir el compromiso de apoyar un modelo local, sostenible y que garantice un mundo rural vivo y no seguir apoyando un modelo agroalimentario industrial y destructivo en gran medida responsable de la destrucción de la naturaleza que tiene mucho que ver con el surgimiento de nuevas enfermedades como la COVID-19.

En un contexto económico y social, como el que estamos inmersos tenemos que pensar más allá de relanzar la economía, tenemos que pensar en transformarla. Necesitamos una recuperación verde, justa y solidaria si no queremos que el futuro sea negro y con crisis recurrentes.

Es importante aprender del pasado. En la anterior crisis económica, la producción ecológica aguantó el chaparrón e incluso salió reforzada. Ahora tiene que pasar lo mismo porque es el único modelo productivo que nos está alejando del precipicio.No podemos olvidar la crisis económica y social de 2008, conocida como la Gran Recesión, ni la propiciada por la COVID-19.

Necesitamos la calidad y cercanía de los productos del sector agrícola, ganadero y pesquero que trabaja en armonía con el planeta

El científico Albert Einstein dejó escrita para la posterioridad la máxima: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.La reflexión a la que he llegado es que, lejos de avanzar hacia un cambio de modelo productivo, se volvió a hablar de ladrillo, de grandes infraestructuras, de desprotección de la vida y de las viejas recetas neoliberales en el mercado de trabajo. Recetas ruinosas también desde el punto de vista económico.

Por este motivo, y ahora más que nunca, necesitamos la calidad y cercanía de los productos del sector agrícola, ganadero y pesquero que trabaja en armonía con el planeta. Y necesitan sentirse queridos y apoyados por la sociedad.

La sociedad piensa que los alimentos son algo que aparece por generación espontánea en los supermercados

La naturaleza nos protege y nos da de comer. La pequeña y mediana agricultura y ganadería así como la pesca artesanal de bajo impacto, con un fuerte vínculo territorial, cuidan de la naturaleza, garantizan el suministro de alimentos y también un mundo rural vivo, fijando la población al territorio. Sector quesero y agroganadero tenemos un gran reto, recuperar la viabilidad económica de las razas autóctonas. Hacer de la singularidad y escasa producción de estas razas la base para crear productos gourmet. El gourmet no es sólo excelencia sino exclusividad.

 El campo comienza a vengarse de una sociedad urbana que lo despreció durante décadas.  ¿Y cómo se venga? Pues con escasez y con fuertes subidas de precios que no han hecho sino comenzar. La sociedad piensa que los alimentos son algo que aparece por generación espontánea en los supermercados.

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