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José Luis Cabrera (Torremolinos Chic): “Aquí se inició la transición cultural”

Discoteca Barbarela. Postal de Ediciones Arribas | Torremolinos Chic

Néstor Cenizo

Hay algunos textos que sirven para comprender que fue Torremolinos durante la parte central del siglo XX. Ahí están, por ejemplo, La guía secreta de la Costa del Sol (Antonio Olano, 1974); Torremolinos Gran Hotel (Ángel Palomino, 1976); o The drifters, una novela sobre los beatniks del triángulo Tánger-Gibraltar-Torremolinos, escrita en 1971 por el premio Pulitzer James Michener y traducida al castellano como Hijos de Torremolinos.

Sin embargo, es probable que ningún texto publicado en las tres últimas décadas refleje una época y un lugar con la abundancia y el despliegue con el que lo hace la web Torremolinos Chic. José Luis Cabrera y Lutz Petry han nutrido y editado esa web hasta recrear con precisión de orfebre un tiempo y un lugar. Hay tal cantidad de fotos, historias y detalles que uno acaba entrando sin invitación en las fiestas, contagiándose de la fuerza de unas fotos que parecen hablar de otro mundo, configurando un pasado que quizá la propia web esté contribuyendo a sedimentar.

Dice José Luis Cabrera que empezó este trabajo porque comprendió que todo ese patrimonio turístico, las historias que esconde, las postales que lo reflejan, los hitos arquitectónicos que permanecen, no estaban siendo valorados como merecen. “Empezamos la web para impedir que todo desapareciera”.

En alguno de los textos de la Revista Litoral se habla de Torremolinos como un “melting pot refractario a toda pretensión de identidad”. ¿Está de acuerdo? ¿Cuál cree que es la identidad de Torremolinos?melting pot

Ser refractario a toda pretensión de identidad ya es una identidad. Torremolinos es inclusivo. Es un lugar donde nadie se siente extranjero; una cualidad que tiene toda Málaga (desde el siglo XVIII, lo elegante en Málaga ha sido tener un apellido extranjero), pero que en Torremolinos se lleva a sus últimas consecuencias.

Esa personalidad de Torremolinos, ¿estuvo siempre? ¿Cuándo empezó a ser consciente de ella?

Nos gusta creer que en Torremolinos hay algo telúrico, pues está habitado desde la Prehistoria. Ya antes de la Guerra Civil había un prototurismo en torno al hotel Castillo de Santa Clara y a las casas de veraneo de burgueses malagueños. Y un ambiente indolente y más libre que atraía a personalidades como Cernuda o Dalí.

En general, todos recuerdan un Torremolinos hedonista, descarado y libre, un espacio de libertad casi absoluta dentro del contexto oscuro de la dictadura. ¿Qué le dio este carácter? ¿Fue sólo la llegada de turistas extranjeros?

El turismo se sumó a un carácter cosmopolita que ya tenía el lugar, y al disfrute de un paisaje maravilloso. Es un lugar muy bien comunicado, cercano al aeropuerto. La independencia de Marruecos y el terremoto de Agadir también benefician la llegada de nuevos residentes y turistas a la Costa del Sol.

La amenaza de una regresión sobrevuela varios de los textos de la revista. De hecho, las redadas de 1971 fueron un golpe duro y se menciona varias veces que el régimen miraba para otro lado porque Torremolinos era una fabulosa vía de entrada de divisas. ¿Cree que había un Torremolinos para turistas y otro para los españoles? ¿Se ha idealizado esa época?

En el Torremolinos de los años 60 todo estaba permitido con tal de que no se diera escándalo público y no se metieran en política. Una característica de Torremolinos, diferente a otros lugares de ocio, es que todo el mundo se mezclaba. En la misma barra de un bar podías encontrarte un aristócrata, un pescador y un hippie. Las separaciones eran más culturales, por diferencias de mentalidad. Pero quien quería se mezclaba, y numerosos jóvenes españoles venían continuamente a Torremolinos a divertirse.

El régimen no solo toleraba, sino que hacía negocios en Torremolinos. Empezando por la familia de Franco y de varios ministros que tenían residencias e inversiones aquí.

La época no se ha idealizado. Al revés, toda España tiene una deuda histórica con Torremolinos. Aquí se inició la transición cultural, con la entrada imparable de nuevos hábitos y costumbres que revolucionaron la moral. Al mismo tiempo el régimen franquista utilizaba la costa para exportar una imagen amable y moderna, que daba carpetazo a la España de la autarquía y el cilicio. Todo esto contribuyó a allanar la posterior transición política y la integración en Europa.

Las redadas de los años 70 son los últimos coletazos de los sectores más reaccionarios del régimen, y coinciden la llegada de un gobernador civil puritano y la pesadez de determinada “gente de orden” de Málaga. Hicieron daño, evidentemente, pero no son más que el canto del cisne de un sistema político en descomposición.

¿De dónde surge la web Torremolinos Chic? Dice Miguel Ángel Bustamante que usted quería “lanzar el pasado al rostro de la gente”. ¿Es así? ¿Tiene la sensación de que hubo un tiempo en que ese pasado cayó en el olvido? ¿Por qué?

Torremolinos perdió importancia sociológica con la llegada de la democracia, cuando ya no tuvo la exclusiva de las libertades, que ahora se disfrutaban en toda España. Y estaba sobreexplotado por la masificación. Aunque parezca mentira, durante décadas, a nadie le interesaba el patrimonio turístico de Torremolinos, ni las historias, ni las postales, ni los hitos arquitectónicos. Empezamos la web para impedir que todo desapareciera.

¿Qué queda del Torremolinos que refleja en su web?

Todo y nada. Los tiempos han cambiado radicalmente, pero el carácter abierto de la localidad ha permanecido. Hay que tener en cuenta que Torremolinos no es sólo un lugar geográfico. También es un territorio sentimental que suma la memoria de cada persona, el recuerdo de un viaje de fin de estudios, de un primer amor, de las vacaciones de tus padres o abuelos. Nos gusta decir que hay un Torremolinos para cada uno. Torremolinos crea una extraña adicción; la gente puede disfrutar de un maravilloso viaje a París o a Florencia, pero no adquieren esa sensación de pertenencia que da Torremolinos. ¿Por qué un australiano que vino tres semanas en los años 70 sigue con entusiasmo, cuarenta años después, cualquier fotografía o dato que colgamos en Torremolinos Chic? No tenemos respuesta.

¿Cómo consigue el material que publica en la web? ¿Tiene fin?

Una parte de fotografías y postales las adquirimos. Y muchos datos e imágenes nos las mandan personas desconocidas desde los lugares más remotos del mundo. Es un reconocimiento a nuestra labor que agradecemos infinitamente.

La web como testimonio está completa. Pero el afán conservacionista nos hace perseguir sin descanso cualquier dato o imagen nueva. Somos conscientes de no haber rescatado ni el uno por mil del material existente. Y esa labor no tiene fin.

El Torremolinos de hoy, ¿tiene más de pueblo o de mito?

Pueblo y mito se solapan, como si hubiera dos dimensiones en un mismo espacio. Algunos autores e historiadores han reflexionado ya sobre cómo Torremolinos Chic ha pasado a configurar la realidad que pretendía homenajear. Donde una persona ve una calle destartalada o un local abandonado, otra ve saliendo a Ava Gardner del brazo de su amiga Betty la novillera. No si es moral haber “abducido” a tanta gente, pero estamos encantados.

Torremolinos requiere una mayor implicación de las diferentes administraciones en la preservación de todo el patrimonio turístico, porque se siguen destrozando hoteles, arrasando chalés y jardines. Y sólo ahora algunos empiezan a darse cuenta del potencial que tiene el pasado de Torremolinos para generar riqueza. Lamentablemente el dinero suele estar hoy en manos incultas, y los inversores suelen tener bastante mal gusto.

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