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De caminata a la vera del río Majaceite

El río Majaceite acompaña al senderista durante todo el camino

Javier Domínguez Reguero

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Es domingo. El pronóstico del tiempo prevé una temperatura cercana a los 35º. Ni el día ni la previsión meteorológica espantan a los caminantes que han planeado realizar la ruta del Río Majaceite, una de las principales atracciones del Parque Natural Sierra de Grazalema.

La sombra también ayuda. Chopos, fresnos, sauces, higueras, olmos, etc. dan cobijo a lo largo de casi todo el camino. Junto a adelfas, zarzaparrillas, rosales, zarzas, clemátides y madreselvas crean un bosque de galería que encandila a los senderistas. “¡Esto es una maravilla!”, exclama Isabel Togoh que ha dejado El Bosque poco antes de las 10 de la mañana para asegurarse llegar a Benamahoma al mediodía. Así evita una mayor afluencia de visitantes y el calor.

Este sendero es agradable, de baja dificultad y con un trayecto que no alcanza los 5 kilómetros. Es la conexión a pie entre la localidad de El Bosque y la pedanía de Benamahoma, dos de los blancos pueblos serranos que forman parte de este entorno natural en la Sierra de Cádiz. El sendero está señalizado y no tiene pérdida. Restos de batanes, máquinas hidráulicas donde se trataba y se tejía la lana, y molinos salpican el trayecto. También se encuentran las instalaciones de dos piscifactorías especializadas en la cría de trucha arco iris, cuya actividad ya cesó.

A la vera del río, el cauce acompaña al caminante en una zona riquísima en flora y fauna. El agua, limpia y fresca, cuenta con la presencia de la trucha común que indica la calidad de la cuenca hidrográfica. Es el río truchero más meridional de Europa. Los barbos y las culebras de agua también están presentes en un río cuya protagonista es la nutria. ¡Si se consigue ver! La misma suerte hay que tener para poder observar algún martín pescador, especie que se une al mirlo común, a la lavandera cascadeña, a las currucas, al petirrojo y al ruiseñor en el listado de aves que habitan este paraje. En verano además, se puede escuchar el canto de las oropéndola que emigra a Europa en los meses calurosos.

Partiendo desde El Bosque, un camino empedrado, que comienza junto al hotel Las Truchas, nos guiará hacia el inicio del sendero. Una vez entre la arboleda la ruta va picando hacia arriba. Pero es una subida suave (cuenta con desnivel máximo de 185 metros) en la que se alcanza una cota máxima de 450 metros. El camino, firme de tierra y piedras, no supone un desafío mayor y gracias a su facilidad es apto para todas las edades. “Es muy bonito. Nosotros lo solíamos hacer con lo niños. Los llevábamos de excursión”, recuerda María Isabel Arenas, profesora jubilada y residente en la cercana localidad de Ubrique.

Descanso y ¿baño?

Según avanza la mañana, la presencia de caminantes aumenta. Las plazas habilitadas para el aparcamiento a ambos extremos del camino disminuyen. En este contexto sanitario, aunque se pueda considerar una actividad física, la gran mayoría de los senderistas llevan puesta la mascarilla. Algunos se resignan, pero hay tramos en los que la estrechez del camino hace imposible respetar la distancia de seguridad.

El camino, que discurre encajado entre la Sierra del Albarracín y la Sierra del Labradillo, otorga algunas zonas de descanso. Entre las frondosas paredes vegetales a la orilla del río hay diversos aclarados donde los caminantes se refrescan los pies o se echan agua en el cogote.

“¿Está fría?”, pregunta el periodista a una joven tímida que se seca tras un baño.

“Una mijita”, responde la madre.

El río otorga algunas pozas naturales de mayor profundidad. También hay alguna zona tranquila para el chapoteo de los más pequeños. Visitantes y locales, según aprieta el calor, toman posiciones: llega la hora del bocata y del chapuzón. Sin embargo, esta estampa disputa la ordenanza pública. Según la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía el río Majaceite no está designado como zona de baño. “Es un sendero ofertado para el disfrute de la naturaleza y la observación del paisaje”.

En apenas un par de horas se completa la ida de un recorrido que por sus características se ha convertido en una de las opciones favoritas de los visitantes. “Cuando llegues a Benamahoma, te tomas tu cervecita fresquita sentado en la Venta El Bujío, que allí se está de lujo”, dice Araceli Corrales, vecina de El Bosque.

La vuelta puede hacerse por el mismo sendero o en taxi. Hay servicios que unen ambas localidades. Tanto Benamahoma como El Bosque son dos lugares para explorar sus calles y caseríos serranos. En la primera, pedanía de Grazalema, es recomendable visitar el Ecomuseo del Agua, cercano a donde nace el río Majaceite. En El Bosque la oferta de restauración es amplia y para los interesados en la gastronomía, Quesos Artesanos El Bosqueño cuenta con un museo donde organizan talleres y catas, además de ser una introducción a la cabra payoya, autóctona de la Sierra de Cádiz.

El Castillejo

Si se realiza la ruta desde Benamahoma, en bajada, existe la posibilidad de llegar a El Bosque a través de un carril que en la “Fábrica de Luz” conecta con el Jardín Botánico El Castillejo. La entrada es gratuita y es una parada para los amantes de la flora.

Ubicado en el Sector Biográfico Rondeño, es un espacio para la conservación de la biodiversidad que cuenta con casi 2.300 especies y subespecies de plantas, de las cuales un 60% pertenecen a la flora andaluza, como la amapola de Grazalema. El Jardín Botánico cuenta con distintos ecosistemas como la dehesa, el encinar, el acebuchal, los alcornocales, los quejigares, pero destaca el pinsapar, colección de abetos mediterráneos, emblema del Parque Natural Sierra de Grazalema.

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