El PSOE andaluz se revuelve para sobrevivir al caso Cerdán a un año para las elecciones: “La corrupción nos da asco”
El debate de política general en Andalucía empezó a las diez de la mañana y terminó as las cinco de la tarde. En esas siete horas, saltó por los aires varias veces, acompasado con el terremoto político que estaba sufriendo el PSOE en la calle. El Parlamento andaluz convocó un debate sobre el rendimiento de cuentas del presidente Juan Manuel Moreno, a un año para las elecciones autonómicas, pero terminó siendo el escenario del desplome moral de los socialistas, acuciados por un caso de corrupción.
El PSOE andaluz, reseteado hace apenas cuatro meses bajo la batuta enérgica de María Jesús Montero, había emprendido el vuelo con una hoja de ruta definida para minar la imagen de Moreno, en tiempo récord, aprovechando la conflictividad social emergente por el deterioro de la sanidad pública. El plan se ha roto o, mejor dicho, se ha topado con un pedrusco en el camino del tamaño de todo un secretario de Organización implicado en un caso de mordidas similar al que, hace siete años, motivó la moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy que llevó a Sánchez a la Moncloa.
La dimisión de Santos Cerdán, este jueves por la tarde, se solapó con el turno de palabra de la portavoz parlamentaria del PSOE andaluz, María Márquez, que a primera hora de la mañana tuvo que tirar a la papelera el discurso que llevaba preparado -centrando las críticas a Moreno por los déficit en la sanidad, la educación y la dependencia- y reescribir un alegato en dos direcciones.
La primera para plantar cara al PP, de quien “no acepta lecciones” en materia de lucha contra la corrupción, le espetó al presidente andaluz desde la tribuna: “Míreme. Se lo digo de frente, sin complejos, con valentía: la corrupción me da asco. Al PSOE nos da asco, y si se produce en nuestras filas, más todavía. Ante la mínima sospecha, actuamos, no machacamos ordenadores [en alusión al caso Bárcenas] ni tiramos por el balcón a dirigentes del PP” [en referencia a Pablo Casado, tras acusar de corrupción al entorno de Isabel Díaz Ayuso].
El segundo mensaje era interno e iba dirigido a levantar la cabeza y el ánimo de la bancada socialista, que llevaba horas con la cerviz doblada, mirando en el móvil las noticias que asediaban a su partido. Márquez cambió de registro para cerrar su intervención, se enfundó el rol mitinero, y arengó a los suyos para que no se achantasen. “El PSOE siempre que se cae se levanta, a nosotros no nos fundaron dictadores, nos fundaron trabajadores. No nos van a callar. Siempre vamos a sentir el orgullo de ser socialistas”, dijo. La bancada le respondió con aplausos, poniéndose en pie, pero algunos rostros seguían en modo expresionismo alemán.
Fue el único momento en el que la bancada del PP perdió las formas, y se disparó la algarabía, porque el resto del debate los de Moreno se mostraron pretendidamente anestesiados, con una calculada contención, si necesidad de aportar brochazos dialécticos a unos hechos suficientemente graves sin aditivos. Pero a Márquez la despidieron de la tribuna con chanzas y chascarrillos. “¡Qué papelón, qué papelón”, se oía incluso sin micrófonos. El consejero de Turismo, Arturo Bernal, llegó a carcajearse a su paso de vuelta al escaño, y levantó el puño en alto, mofándose del gesto con el que los socialistas cierran sus mítines cantando La Internacional.
Mientras el terremoto provocado por el informe de la UCO sacudía la arquitectura política del país, el presidente andaluz decidió jugar al contraste radical, ofreciendo una imagen de apaciguamiento y serenidad en el cara a cara con sus rivales. En un Parlamento andaluz más pendiente del móvil que de la tribuna donde el líder popular rendía cuentas de su gestión, Moreno fue el que exhibió más contención en el fondo y en la forma, como si el mensaje más institucional posible en medio del caos fuera la rutina, el aburrimiento.
Toda la oposición había planeado lanzársele a la yugular, porque al comienzo del debate nadie tenía claro si será el último de esta legislatura, dado que el Parlamento andaluz estará disuelto en menos de un año y el presidente de la Junta se reserva el susto de adelantar los comicios al próximo otoño.
El PSOE y los dos grupos a su izquierda venían armados con la consigna de la “corrupción”, blandiendo las dos causas judiciales que investigan al Gobierno andaluz por irregularidades en la contratación a dedo del Servicio Andaluz de Salud (SAS) con clínicas privadas. Pero el informe de la UCO que pone en el disparadero al número dos de Pedro Sánchez ha abierto un foso a los pies de los socialistas andaluces, comandados desde lejos por Montero.
“Ha elegido un día no muy bueno. Dese una vuelta por la prensa, que está en estado de éxtasis”, le espetó el presidente a la portavoz de Por Andalucía, Inmaculada Nieto, la segunda en la tribuna en acusarle de “corrupción” por los casos que salpican al SAS, y tienen cuatro altos cargos de la Junta imputados por prevaricación y malversación.
Uno tras otro, han recordado a Moreno los informes desfavorales de los interventores del SAS, alertando de un “fraude de ley” en el fraccionamiento masivo de contratos menores, las irregularidades en las adjudicaciones millonarias a dedo a clínicas privadas, amparándose en el marco legal de la pandemia cuando ya estaba derogado. También le han afeado las maniobras en la Cámara de Cuentas y la “reorganización” en el cuerpo de interventores para, dicen, “boicotear” la fiscalización interna de los contratos del SAS que investigan dos jueces.
Pero el marco mental de la corrupción era favorable hoy al líder del PP, que ha recibido cada crítica con una actitud displicente, entre la sorna y la condescendencia. “La justicia decidirá si hay algún tipo de irregularidad, si hubiera algún indicio de algún responsable que dependa de mí, sería fulminado, pero no hay ningún indicio de eso, ninguno”, le ha respondido a Nieto, para luego reprocharle que Sumar forme parte de un Gobierno “absolutamente asediado y acorralado por la corrupción”.
Los socialistas andaluces llegaron temprano al Parlamento con el ánimo reconstruido: “al mal tiempo, buena cara”. Márquez y la portavoz adjunta, Ángeles Férriz, eligieron vestirse del mismo rojo chillón, de pies a cabeza, en un mensaje de autoreafirmación en medio de la tormenta.
Pero la tormena no dejó de tronar según pasaban los minutos e iban publicándose frases impactantes de las grabaciones entre Cerdán y Koldo García sobre supuestas adjudicaciones de obras públicas amañadas. A dos horas aún para que la portavoz socialista subiera a la tribuna, en la dirección del partido andaban cabeceando por los pasillos de la Cámara, barajando todos los escenarios de un abrupto fin de ciclo: la dimisión inmediata del número dos del PSOE [que aún no se había producido], que Sánchez convocara elecciones anticipadas, que los socios del Gobierno rompieran la coalición y forzaran las urnas, que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se decidiera con la moción de censura...
Ese era el panorama con el que la portavoz socialista subió a la tribuna a enfrentarse al cara a cara con Moreno. La destitución de Cerdán fue “el mal menor”, y además le sirvió a Márquez para subrayar “la diferencia entre cómo combate el PP la corrupción y cómo lo hace el PSOE”.
El presidente fue duro con su oponente, la acusó de sobreactuar, y lamentó que no hubiera aprovechado “la oportunidad para pedir perdón a sus votantes y militantes por el bochorno que nos está haciendo pasar otra vez, por volver a traer la corrupción en Andalucía”, dijo en referencia a la obra del Puente del V Centenario en Sevilla, salpicada en las supuestas mordidas.
Moreno encajó de mala gana el tono aguerrido de los socialistas y contraatacó con más dureza, sacando a relucir todas las causas judiciales que salpican al Gobierno de Sánchez (su mujer, Begoña Gómez, imputada; su hermano procesado; sus dos últimos secretarios de Organización...). “La cúpula íntegra del PSOE está vinculada a la corrupción”, sentenció, para luego reprochar a Márquez que no hubiera optado hoy por “ponerse de perfil” y “pasar el trago con un mínimo de dignidad”.
El presidente cerró su cara a cara con un llamamiento “al PSOE que yo conocí” y se dirigió a la bancada de Vox para decir: “Yo sí creo que el PSOE es necesario para Andalucía, en Andalucía cabemos todos”. Moreno aseguró que era “día triste para Andalucía, se nos han acabado las palabras por la magnitud de la corrupción. El bochorno y la vergüenza están ahí”, dijo, volviendo a confrontar a Sánchez con “las siglas centenarias del PSOE”. “Sus votantes honestos no se lo merecen”, remachó.
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