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Un roce en la puerta del bar: la chispa que desató la brutal agresión de dos policías en un polvorín llamado Linares

Uno de los policías detenido y encarcelado por la paliza que le propinó a un hombre y a su hija menor en Linares.

Ana Sola

Linares —

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Todo empezó con un roce a la salida de un bar en Linares, la segunda ciudad en población de la provincia de Jaén. La tarde del viernes, se produce un pequeño choque de uno de los policías detenidos, que no se encontraban de servicio, con la víctima al cruzarse en la puerta. El hecho desemboca en un intercambio de frases y un enfrentamiento. 

Los dos policías, en especial uno de ellos, se lanzan hacia esta persona, hay una discusión, y las personas que están allí presentes los separan. Mientras intentan sujetar, con dificultad, a los policías, que dan muestras de estar bebidos, la víctima se alejaba con su hija.

La niña, de 14 años, muy afectada por lo sucedido y en medio de la discusión, les recrimina, desde lejos, la actuación y entonces los agentes se lanzan corriendo contra el padre, golpeándole con violencia, incluso cuando se encontraba en el suelo.

Se oyen chillidos por toda la calle, y la niña grita “mi padre, mi padre”. Hace falta la intervención de mucha gente -familiares, compañeros, vecinos- para poder detenerlos y que dejen de agredirlos.

El resultado, Carlos M. A. tiene la cara destrozada, la nariz fracturada, cinco puntos en una ceja y una lesión en el ojo que incluso puede que le ocasione pérdida de visión. Dos veces ha tenido que ser ingresado en el Hospital San Agustín de Linares, aunque el domingo estaba ya en su casa. La niña, que intentó defender a su padre, tiene una fisura en un brazo y un ojo hinchado de un puñetazo.

“Les hemos pegado a todo el mundo”

Los vídeos de lo ocurrido son rápidamente difundidos por las redes sociales. En uno de ellos se puede ver la actitud chulesca de uno de los policías, que incluso se pone a cantar y a bailar, cuando le recriminan lo sucedido y delante de los agentes de la Policía Local que acuden al lugar.

Cuando el tío de la niña les cuenta a los agentes que han agredido a su sobrina, uno de los agresores asegura que “efectivamente, nos ha buscado la boca y se la ha encontrado”, “porque se ha metido donde no debía meterse”, “les hemos pegado a todo el mundo”.

“Yo quiero que a este señor le hagan la prueba de alcoholemia”, les pide el cuñado a los municipales, y la respuesta del agresor es: “Lo que tú digas no se va a hacer porque tú lo digas”, “me vais a hacer un huevo pato, como el sombrero de un 'picaor”.

Los dos policías, un agente y un subinspector, fueron detenidos y llevados a su propia comisaria, donde se les retiró la placa y la pistola y entonces comienzan a recabar declaraciones de todos los testigos incluso visionando los vídeos.

La noche del viernes, mientras Carlos era atendido en el hospital, donde estuvo ingresado hasta la madrugada, a los policías se les leían sus derechos y los declaraban oficialmente detenidos a la espera de pasar a disposición del juez. 

Dentro de la Policía de Linares había rabia y tristeza por cómo una discusión podía acabar en una agresión con tanta violencia sin sentido que ha provocado no solo el dolor y las heridas en una familia, sino el estallido de violencia en las calles de una ciudad que se encuentra desde hace años y especialmente en los últimos meses como una olla a punto de estallar.

Estallido de rabia

El nerviosismo era patente al día siguiente y cuando la gente se enteró de que a las cinco de la tarde irían a declarar ante el juez del número tres, se agolparon a sus puertas con insultos: “mierdas”, “asesinos”, “terroristas”…

El juez decide por seguridad trasladarlos a la Comisaría Provincial de Jaén para que declaren por videoconferencia, tal y como se ha hecho en los últimos meses en otros casos por la crisis sanitaria. Los dos policías se han negado a declarar delante de sus compañeros de Linares, y lo hacen ante el juez hasta ya entrada la madrugada. Cuando el magistrado decide enviarlos a prisión, a la Jaén II, a las puertas de la Comisaría Provincial no hay nadie y se respira tranquilidad.

No ocurre lo mismo en Linares. La tensión ha ido creciendo a lo largo de la tarde del sábado. La gente que esperaba a las puertas se ha enterado que no los llevarán allí y comienzan los disturbios. Rotura de contenedores, marquesinas, señales de tráfico y todo lo que la gente encuentra a su paso. Se dirigen hasta la Comisaria de Linares, donde se ha convocado a las ocho de la tarde una concentración, algunos van de forma pacífica, otros no tanto y el enfrentamiento con los antidisturbios es constante.

Incluso el comisario jefe provincial sale a la puerta a intentar mediar con los grupos que no paran de lanzar objetos, en su mayoría jóvenes, también menores de edad. Defendiendo la comisaria hay Policías de Linares, de Jaén, de Andújar, de Úbeda, que utilizan su material antidisturbios. Y fuentes policiales avisan de una larga noche y difícil.

Todo termina poco antes del toque de queda. A las diez de la noche del sábado, cuando especialmente tres grupos de jóvenes más violentos son disueltos por la Unidad de Intervención Policial. La contienda se salda con 14 detenidos, dos de ellos menores, que van quedando en libertad a lo largo de la noche, pero a los que se les instruyen diligencias que serán enviadas al juzgado. También se abre una investigación para identificar a todos los participantes en la revuelta.

El día después

A la mañana siguiente, el domingo, comienza la limpieza y retirada de los restos de lo que ha sido una verdadera batalla campal. El Ayuntamiento ha cifrado inicialmente los daños en material urbano en hasta 30.000 euros. Sin contar los daños provocados en vehículos de particulares y escaparates rotos. 

Linares ha estallado. Los dos policías se encuentran en la cárcel, en prisión preventiva a la espera de juicio, y el Cuerpo Nacional de Policía les ha abierto un expediente por hechos muy graves. 

Para el cuñado de la víctima esto supone una satisfacción, que se haga justicia. Y sale en defensa del cuerpo de Policía en Linares asegurando que los agresores son dos personas que no los representan y que se han sentido muy arropados desde que se produjeron los hechos el viernes. Así lo había manifestado ya a los agentes de policía local cuando le dicen que ponga la denuncia. “El problema es que paguen todos por la culpa de dos personas”.

Disparos de balines

Mientras, la Policía Nacional de Linares investiga en qué circunstancias resultaron heridos dos jóvenes con balines la noche en la que se produjeron los disturbios en protesta por la brutal agresión a un hombre y su hija de 14 años en una terraza de un bar. Fue el Hospital San Agustín de Linares el que comunicó a la Policía los hechos, tal y como se establece en el protocolo.

La Policía, que en primer lugar ha calificado los hechos de un “error” al coger alguno de los agentes un arma que estaba cargada y no con postas como se estaban utilizando, lo que investiga es de dónde procedieron los disparos, quién, y cómo, para depurar las responsabilidades.

Por otro lado, tanto algunos grupos políticos de Linares como sindicatos de la Policía Nacional, se han quejado de que no había efectivos suficientes para hacer frente a una situación de enfrentamiento con grupos violentos como la que se produjo el sábado por la noche.

Un polvorín

Paseando por las calles, durante la mañana del domingo todo el mundo habla de lo sucedido, incluso algunos quieren que quede claro que la mayoría de los participantes de los disturbios llegaron de fuera de la ciudad “para liarla”. 

El polvorín de Linares ha estallado. Son muchos los hechos que se suceden en los últimos años, que no hacen nada más que sumar a una situación que para muchos es insostenible, una olla a presión que parece tapar las muchas virtudes de una ciudad que vivió su gran esplendor mundial en el siglo XIX.

La ciudad con más paro de España, diez años del cierre de su empresa emblemática (Santana) sin que la Junta de Andalucía haya cumplido sus compromisos de reindustrialización con los que cerró la factoría. La clausura poco a poco de más comercios, incluido el Corte Inglés que dinamizaba la ciudad y atraía a la gente de los alrededores. La crisis sanitaria ocasionada por el coronavirus. En las redes sociales solo se habla de violencia policial.

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