Mujeres, jóvenes y andaluzas: las 'influencers' que combaten a la ultraderecha desde el feminismo y la Memoria Histórica
Pongan que el fascismo es una hidra de mil cabezas en la que el mal, por más que se corta, renace. A la bestia de la mitología griega la derrotan dos tipos, Heracles y su sobrino Yolao, y contra el engendro actual luchan –entre muchas– tres mujeres: una historiadora, una politóloga y una periodista. Ellas son, por ese orden, Josefa Mesa, Isabel Serrano y Carmen Romero, jóvenes e 'influencers' que combaten desde las redes sociales, con feminismo, Memoria Histórica y acento andaluz, al renovado monstruo de la extrema derecha.
“El concepto de fascismo histórico ha cambiado, ya no hace falta un golpe de Estado sino el deterioro de las instituciones democráticas”, contextualiza Josefa Mesa (Alcalá la Real, Jaén), Josefine Table en redes. Y aquel “adoctrinamiento más clásico” ataca ahora desde el ciberespacio con un “contenido banalizador de la dictadura franquista” –en el caso español– que “conquista a los jóvenes”.
“Estamos en la era de la desinformación y a la gente le entran más fácil los bulos y noticias falsas porque están construidas de forma emocional, es más fácil digerir que la verdad”, tercia Carmen Romero (Montellano, Sevilla). Mentiras por billetes, claro: “Los ‘influencers’ fascistoides y esos seudoperiodistas han visto un nicho mercado clarísimo en llevarse a la gente al fascismo, que se vende como rupturista y antisistema”.
“El fascismo en el siglo XX llegó con la censura y ahora por los algoritmos”, resume Isabel Serrano (Aracena, Huelva). Queda la esperanza, dice: “Oyendo a nuestras abuelas he aprendido que aunque vengan muy mal dadas siempre han sabido buscar las triquiñuelas para defenderse, da igual la hidra que tengamos delante”.
Es una “batalla ideológica” donde el relato ultra “juega dopado” porque las redes sociales premian el discurso de odio, coinciden las tres, que suman decenas de miles de seguidores, en conversación con elDiario.es Andalucía.
Las caras del monstruo
La hidra tiene las seseras del neoliberalismo, el tecnofeudalismo y el capitalismo suicida, del autoritarismo, el populismo ultranacionalista, el revisionismo histórico y la apología del totalitarismo y las dictaduras, del racismo, el machismo y el negacionismo del cambio climático… apéndices con caras visibles tipo Donald Trump en EEUU, José Antonio Kast en Chile, Viktor Orbán en Hungria, Javier Milei en Argentina, Sanae Takaichi en Japón y Benjamin Netanyahu en Israel, por ejemplo. O la ofensiva ultra que reivindica a Franco en España.
Anda la ola reaccionaria a gusto por las molleras de la alimaña, se diría. “Al final la batalla se tiene que dar en todos los ámbitos y uno es las redes sociales, la extrema derecha ha entendido muy bien los códigos y entró rápido, y la izquierda no es solo que no nos organicemos, sino también que las reglas del juego están trucadas, jugamos en el tablero del adversario, ellos son los que la controlan”, explica la politóloga Isabel Serrano.
Como “cuando Elon Musk beneficia a Trump porque es el dueño de esa red”, ejemplifica. “Somos muchas veces más lobos solitarios”, o lobas, apunta. “Los agitadores reaccionarios tienen un ecosistema que los creadores de contenidos de izquierda no tenemos, ellos pueden mentir impunemente, no tienen vinculación con el rigor y tienen una amplificación en redes que nos hacen más difícil esta labor”, según la historiadora Josefina Mesa.
“Está de moda ser de extrema derecha pero me niego a pensar que haya tantos fachas”, dice la periodista Carmen Romero. “Es un ciclo de recesión de valores democráticos”, amplía, “y confío en la gente que está enfrente y organizada sepa cabalgar en lo que nos viene encima, hablo de todo el tejido asociativo, que es lo que siempre nos ha salvado de cualquier abismo”.
Chavales ultras, memoria joven
La sobreexposición a discursos ultras casa con los problemas del capitalismo, como el acceso a la vivienda o la precariedad laboral y económica. Y ese barro arrastra a los jóvenes. “Como cuando dicen que con Franco se vivía mejor”, aplica Romero. “Por desgracia ni en los institutos se enseña a los chavales qué fue el franquismo” y solo hay que ir a la fuente, la dictadura, “para saber lo que hacían y desmontar esos bulos”. Pero hay que “anular el mito falso de que toda la gente joven es de derecha”, advierte.
“Estoy cansada de esa narrativa alarmista en torno a la juventud”, coincide Mesa. “Que son neonazis prácticamente, que nos llevan a la deriva, que se están volviendo locos… y no es eso, hay que alejarse de esa criminalización y entrar en el por qué sí hay una parte cada vez más atraída por esos mensajes y cómo se puede revertir”, como cuenta en la obra colectiva Regreso al pasado (Ediciones Akal) en el capítulo ‘«Esto con Franco no pasaba». Jóvenes, nostalgia reaccionaria y el regreso sentimental de la dictadura’.
El universo ultra capitaliza esa desafección. “Ahora que hay chavales que alaban a Franco hay que ver cómo se ha contado el franquismo, siempre con grandes batallas, fechas… pero no se ha contado el dolor, la pérdida, las historias concretas y ese ejercicio de poner rostro a las que perdieron y sufrieron”, sostiene Serrano, como ella hace en el libro Muros de silencio (Ediciones B | Penguin Libros) con el subtítulo 'Represión y resistencia: las mujeres en el franquismo'.
“Las mujeres somos la guardianas de la memoria”, certifica. Una cuestión que ellas tienen como “eje vertebrador” de su contenido, como un “deber democrático” con las víctimas y para “combatir en el presente” a la extrema derecha. “Nunca pierdo el foco de la Memoria Histórica, es esencial, celebramos la muerte del dictador y los 50 años de democracia y todavía hay muchas cuestiones no resueltas”, dice la historiadora.
“Tuvimos muchos años de dictadura y el dictador murió en la cama, pero mucha gente no dejó de luchar, incluso dieron su vida, para que hoy tengamos esta democracia”, indica la periodista. “Y es muy importante saber contextualizar siempre y que si no seguimos esa línea de mejorar la vida de la clase trabajadora, movilizándonos y organizándonos, podemos vernos como hace unos años”, avisa.
Antifascismo con acento andaluz
Otra clave de su tarea divulgativa es el feminismo. “Las mujeres siempre hemos estado relegadas más a un trapo que a la historia y ahora tenemos los ovarios de hablar ante una cámara, escribir, dar el salto al espacio público… nuestras madres y abuelas no pudieron y de eso no hace tanto, por eso es revolucionario”, ilustra Carmen Romero. “El feminismo lo atraviesa todo, los temas que elijo siempre tienen esa perspectiva y como mujer feminista soy consciente que la exposición que tengo en redes sociales es diferente a los compañeros que hagan un trabajo parecido”, atiende Isabel Serrano.
Además “la diferencia en porcentaje de voto a la extrema derecha no es tanto por edad sino más bien una brecha de género, se habla de jóvenes ultras y las mujeres suelen ser más progresistas aunque haya un auge de las tradwives”, analiza Josefa Mesa. “Y si somos jóvenes nos llegan más críticas porque muchas cosas no han cambiado tanto”, incide la periodista, “como si fuéramos secundarias y tuviéramos que tener papel de subordinación”.
Luego está el acento andaluz, un pilar de sus vídeos que genera acoso virtual –que reciben por ser mujeres, jóvenes, progresistas…– y discriminación lingüística. “La andalufobia persiste y recibo a diario comentarios de quien dice que no me entiende, y yo no me lo creo, sencillamente no quieren y no se acostumbran que las andaluzas podamos hablar de cosas serias y no solo de un chiste, a día de hoy no está superada esta cuestión”, denuncia Josefa Mesa.
“Reivindico el acento, nos han enseñado que si quieres parecer seria y te entiendan, tienes que pronunciar todas las letras, pero no hay que ocultarlo, es una riqueza, y el que no quiera entender tampoco necesita mucho”, en palabras de Serrano. “A las periodistas nos dicen que tenemos que cambiar el registro, como si fuera algo malo”, enlaza Carmen Romero, “y que tengamos un acento muy marcado en redes es algo muy político y hay mucha gente que lo defiende”.
“Andalucía es mi raíz, es imposible desligarla de lo que hago, uno de los ejes cardinales de mi ideología es el andalucismo y la creencia en una España diversa cultural y de sentimiento, la mirada la tengo en verde y blanco”, continúa la politóloga. “Con Andalucía pasa algo muy bonito, lo llevamos dentro y la gente lo percibe a través del acento”, enfatiza la historiadora. “De Despeñaperros para arriba a veces salta el comentario tonto de ‘no te entiendo’, la gente no está acostumbrada a que tengamos tanta voz y está claro que hay que romper esa línea de subalternidad de Andalucía”, robustece la periodista.
Trincheras ante el abismo
“Soy consciente de que vamos a caer en el abismo, antes o después, somos casi la excepción en Europa, tendremos un gobierno que provocará muchos retrocesos… pero creo en la resiliencia de nuestro pueblo, vamos a defenderlo, y nada más veamos la grieta, vamos a colarnos para recuperarlo”, según Isabel. “La deriva no la tienen ganada, parece muchas veces porque tienen más medios, pero los movimientos sociales siguen siendo la respuesta y las opciones populistas no miran por la mayor parte de la población sino por uno minoritario y elitista”, dice Josefa. “Una sociedad no aguanta tanta tensión y tanto odio tanto tiempo, en los últimos meses veo respuesta en redes sociales, hay mucha más gente que antes contestando las barbaridades a los fascistas”, según Carmen.
“Compartimos trinchera” para “combatir el odio”, dicen. Josefa haciendo “píldoras históricas” como “labor pedagógica y divulgativa” que “sirva para el presente”. Isabel con un “contrarelato” que aterriza el mensaje al uso cotidiano para “contar de forma sencilla lo complejo”. Carmen apelando a “la obligación del cuarto poder”, el periodismo, para “construir democracia” desde “el coraje, que me sale solo, por la rabia de cómo está el mundo”.
Por eso, quizás, las tres defienden también un sentimiento: la esperanza. Un anhelo que va del “pesimismo esperanzador” por el futuro, de la politóloga, al canje “de la resignación a perder la batalla ideológica” por el “no está perdida”, de la periodista, y el “podemos hacer algo, estamos a tiempo”, de la historiadora.
En aquellas historias de dioses, héroes y criaturas de la mitología griega, por cierto, también había figuras femeninas. Y poderosas. Caso de las diosas Hera, Afrodita y Artemisa, heroínas como Medea, Penélope y Andrómeda, y personajes como Circe, Psique y las Musas. Ahora tres mujeres andaluzas andan por las redes desactivando a esa especie de Hidra de Lerna que es el fascismo: Josefa Mesa, Isabel Serrano y Carmen Romero, armadas de memoria y feminismo.
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