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Aragón recibe la pandemia con niveles de pobreza más intensos que en la anterior crisis

La pobreza ha crecido en Aragón al mismo tiempo que la actividad económica alcanzaba niveles desconocidos.

Eduardo Bayona

Zaragoza —
13 de noviembre de 2020 22:40 h

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La pandemia ha sorprendido a la sociedad aragonesa con niveles de pobreza más intensos que los que sufría cuando, a finales de la pasada década, llegó la anterior crisis. Y la actual, vistos los datos que comienzan a conocerse sobre el estado de necesidad de sus miembros, está agravando esa situación, con más de un millar de familias que piden ayuda de urgencia para poder pagar la luz y/o el gas solo en la capital y más de 37.000 usuarios del bono social eléctrico y otros más de 33.000 que recurrían a los bancos de alimentos para poder llenar sus neveras en el conjunto del territorio.

En esa situación influyen varios factores entre los que destacan la fragilidad de una parte importante del tejido productivo, plagado de empresas que viven al día y a las que el confinamiento y las restricciones han herido gravemente, a lo que se suman la inestabilidad que sufren algunos de los sectores considerados clave, y a lo que se añaden la precariedad imperante en el mercado laboral de la comunidad y el propio peso de la economía sumergida, a la que documentos oficiales situaban no hace mucho como el principal sector económico aragonés al reconocerle un peso superior al 20% del PIB y una ‘plantilla’ de 40.000 personas.

El hecho de que las situaciones de escasez de recursos económicos sean cada vez más frecuentes sería, en ese cuadro, una consecuencia lógica del cortocircuito de la actividad, tanto de la formal como de la informal.

Eso, en todo caso, está intensificando la tendencia claramente expansiva que la pobreza lleva años registrando en Aragón, según revelan los datos de los Indicadores de Calidad de Vida que recientemente ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Casi la quinta parte de los aragoneses subsiste bajo el umbral de la pobreza

Aragón es, junto con Asturias, Galicia y Murcia, una de las cuatro únicas comunidades autónomas en las que la pobreza ha crecido en los últimos años. En este caso, pasó de afectar a un 16,1% de la población (uno de cada seis habitantes) a hacerlo con un 19,4% (casi uno de cada cinco), lo que equivale a superar en cuatro puntos y medio el 14,9% que se daba en 2008, en vísperas de la crisis financiera internacional que provocó la posterior de producción que seguía sin ser remontada cuando llegó el coronavirus.

Cuando menos, nunca fue superada por completo, ya que datos como el PIB de récord de 2019, con 38.395 millones de euros y una ventaja de 3.250 sobre el de 2008, conviven con un achique del mercado laboral de 25.000 empleos (589.000 ocupados por 614.000). Algo no acababa de funcionar o, cuando menos, no lo hacía de una manera adecuada en términos de socialización de los beneficios, cuando la actividad económica crecía más de un 9% con un 3,7% menos de empleo.

Las anteriores cifras de pobreza se basan en los umbrales de ingresos vigentes en 2008 (los de 2013 indican una tendencia similar aunque menos acentuada), que, no obstante, resultan menores que las que se dan en otras comunidades, caso de las superiores al 30% de la población de Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia para el primer dato y cercanas en el segundo.

Valoraciones paradójicas

Esas situaciones conviven por otro lado con algunos registros que resultan, al menos aparentemente, paradójicos.

Uno de ellos es la reducción del porcentaje de la población que admite tener problemas para llegar a fin de mes, que se queda en el 3,4%, únicamente superior a los de Castilla y León (3,2%) y La Rioja (2,8%), y otro, que los aragoneses sean, como conjunto, los más satisfechos del Estado a la hora de valorar la situación económica de su hogar, a la que dan una puntuación de 6,9 sobre diez.

Aunque, en cualquier caso, esos datos coinciden en el tiempo con otros que revelan cómo la desigualdad comenzó a repuntar en los últimos años y cómo también iniciaba una tendencia alcista el porcentaje de la población que padece carencias materiales severas.

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