Desfases

Hay dos colectivos con los que no conviene discutir porque siempre pierdes. Uno es el de los ignorantes: es imposible convencerlos, deberás rebajarse a un nivel ínfimo para intentar refutar sandeces y no los sacarás de su razonamiento tramposo. El otro es el de los que no tienen escrúpulos. No hay razón ni principio ético que haga temblar los pilares sobre los que se sustentan sus ideas, que no son otras que “yo a lo mío”. A veces es difícil distinguirlos. Porque ante las barbaridades mayúsculas no sabes si quien las protagoniza o defiende lo hace por ignorancia –por no ser capaz de medir su verdadero significado– o por falta de escrúpulos, porque directamente se la trae al pairo sus consecuencias.

La irrupción en el panorama político español de una ultraderecha que parecía residual hasta hace poco y su capacidad de influir –más por condicionar gobiernos que por ostentarlos– ha hecho que el límite entre el bien y el mal se haya difuminado, si no desaparecido completamente. Al menos eso parece al contemplar la naturalidad con la que se traspasan todas las barreras de lo respetable para una convivencia pacífica.

Huesca recibe hoy al visitante con una valla publicitaria, contratada por Vox, en la que se lee: 'Extreme la precaución en esta zona. PP y PSOE están repartiendo ilegales aquí. Tu seguridad, nuestra prioridad'. El mensaje deshumaniza a quienes no tienen sus papeles en regla como si esa circunstancia hiciera desaparecer su condición de personas. Por si eso fuera poco, da a entender que son peligrosos para el resto de los ciudadanos. Cambiar Huesca-Izquierda Unida ha denunciado este mensaje “racista y ”xenófobo“ que ”incita al odio“ y el PSOE ha pedido su retirada. El PP defiende que no puede regular los contenidos publicitarios. Bonito eufemismo.

El caso es que es así, con el impulso del bravucón que se pasa de la raya y la permisividad de quien no quiere tenerlo en contra, como ese mensaje va calando como lluvia fina en toda la sociedad. A fuerza de repetición se generan los estereotipos. El discurso político va modificando el lenguaje y este va deformando las ideas. Normalizar los términos de esa valla es perderse el respeto a uno mismo y al resto.

Utebo ha celebrado estos días sus fiestas en honor a San Lamberto y ha elegido como pregonera a la peña El Desfase, que, haciendo honor a su nombre, ha salido al balcón del Ayuntamiento con una bandera de España en la que figura el nombre de la peña con varios caracteres que recuerdan a símbolos nazis. Izquierda Unida, CHA y el PSOE han denunciado esta acción, pero desde el Ayuntamiento gobernado por el PP no parecen darle importancia. La peña ya ha manifestado que, a quien no le guste, “a llorar a la llorería”.

Y así vivimos, en una concatenación de despropósitos contra el respeto al otro, a los vivos, en el caso de los migrantes, a los muertos en el caso de las víctimas del Holocausto nazi. Gran parte de la sociedad parece jugar con los pilares de la democracia como un niño mimado que se ha cansado de su juguete favorito y se dedica a estrellarlo contra el suelo. Y los demás ahí andamos, intentando parar los golpes, rescatar al juguete que es de todos de los desfases de los malcriados.