El Circuito Guadalope, el “Mónaco” español del motor, cumple 50 años
Durante años, el Circuito Guadalope fue el único trazado urbano que había en España, pero la falta de viabilidad económica hizo que, tras 37 ediciones, las calles de Alcañiz (Teruel) dejaran de utilizarse para realizar unas carreras en las que se volcaba media ciudad y que fueron el germen del gran circuito actual de Motorland.
Un guardarraíl original de la carrera y la línea de meta pintada de forma permanente recordarán a diario en Alcañiz a los voluntarios que hacían posible la celebración de estas competiciones. Es uno de los actos de homenaje que el Real Automóvil Club Circuito Guadalope ha organizado para celebrar el 50 Aniversario de aquella primera carrera, el 11 de septiembre de 1965.
El doctor Joaquín Repollés, médico zaragozano afincado en Alcañiz, puso en marcha lo que luego se llamaría Circuito Guadalope como un acto más de las fiestas patronales y un año después constituía el club automovilístico, que recientemente ha adquirido el “Real” para su denominación. Durante mucho tiempo, recalca el actual presidente del club, Jesús Baquero, “éramos indispensables para sacar adelante un calendario de pruebas. Nosotros primero y luego apareció el Jarama”.
Estas carreras marcaron a toda una generación: “Los alcañizanos tenían un sueño, correr en el circuito urbano, y cuando disponían de cuatro duros se compraban un coche para hacerlo”, recuerda.
Cuando no podían ser pilotos colaboraban en el montaje, el avituallamiento o con cualquier necesidad de la organización. “Se volcaba toda la ciudad”, y había desde quienes cedían su casa para que durmieran los pilotos, hasta las que se convertían en cocineras y abastecían a todo un ejército de corredores, cuando las infraestructuras hoteleras no eran las actuales.
Tan arraigadas estaban las carreras que tras el accidente de 1985, en el que murieron dos alcañizanos, el 92 % de los vecinos votó a favor de la continuidad de la prueba. O la movilización de 1998 cuando la Federación prohibió las carreras, algo que Baquero recordaba durante el pregón de las fiestas de este año.
Por Alcañiz pasaron durante años los mejores corredores españoles. Muchos eran locales, y sus hijos son los que ahora toman las curvas en el circuito de Motorland, que se gestaba al tiempo que desaparecía el trazado urbano.
Las carreras, apunta Baquero, canalizaron la afición que ya había en estas tierras por el motor y también sirvieron para sembrar la pasión en otros muchos. Baquero forma parte de esa generación que nació con las carreras y rememora su infancia oliendo a gasolina: “Desde muy críos íbamos a esperar la llegada de los coches para pedirles pegatinas y ponerlas en nuestros coches de plástico”.
El que se ha dado en llamar el “Mónaco” español del motor fue escenario de carreras por última vez en 2003, “porque económicamente no había el respaldo que se necesitaba y la presión por la seguridad era cada vez mayor”, apunta Baquero. Las instituciones fueron retirando las ayudas, pensando en Motorland, y también estaba en duda cada año la retransmisión: “Sin apoyo de las instituciones y sin televisión que garantizara los patrocinios fue inviable”.
Pero la pasión por el motor continúa en Alcañiz y el club está más vivo que nunca, organizando sus propias carreras y colaborando también con Motorland, el circuito de carreras que el Gobierno de Aragón puso en marcha en Alcañiz. “Otros circuitos han necesitado apoyos de fuera para arrancar, pero Motorland comenzó con mucha gente de aquí”, dice. Por eso, Baquero cree que la llegada de Motorland es “un premio al esfuerzo de los alcañizanos”.
Con los actos de homenaje, el club busca poner en marcha un “museo a cielo abierto” que permita “que las generaciones se empapen de la historia del circuito y que se mantenga viva la llama del recuerdo en la ciudad”. Hay mucha nostalgia en estos días porque “a todos nos gustaría volver a hacer las carreras pero hoy no se puede”.