Trenes muy verdes
Hay trenes que se los lleva el viento y trenes que se los llevó el tiempo, o que no llegaron a su hora. En Taiwán hemos visto un tren mecido por un terremoto en su andén: de tanto hacer microchips provocan esos seísmos telúricos. Un microchip, hasta que se aplica a la tarea para que fue concebido, es un artefacto que solo hace nervios. En México los tres últimos seísmos han sido el mismo día del año, de distintos años.
Los trenes que se los llevó el viento están todos en Aragón, un solar tan grande que desde Juan Bautista Labaña nadie lo ha recorrido entero… quizá Labordeta, que iba a todos los pueblos donde lo llamaban y les cantaba las verdades: que aquí no queda ni Dios, excepto la vieja, recosiendo antiguas mudas que ya nadie se puso, etc. El documental sobre Labordeta, “estupendísimo”, que decía Félix Romeo, cuyo padre ha fallecido este martes, aunque ha alcanzado esa inmortalidad de salir en los escritos de su hijo. Se ha presentado el libro La biblioteca sumergida de Lechago, coordinado por Agustín Martín Soriano, que homenajea a Félix y a los huérfanos innumerables que dejó.
El tren Val de Zafán, que llegó a unir brevemente La Puebla de Híjar y Alcañiz con Tortosa, funcionó hasta que se cerró, y quedan trozos de vías muertas y vías verdes, que son las tumbas de las vías de verdad, las de hierro y madera, ¡y balasto!, los trenes tienen tantas palabras casi como los barcos. Las vías verdes son para trenes de fantasma, trenes llenos de zombis, que sí no tienen que ir andando.
Las vías de verdad, roñosas, las querían aprovechar los gobiernos para ponerlas en el AVE y ahorrarse una perrillas, pero no valen. Los trenes perdidos de Aragón dan para un tomo, que ya lo hizo Eloy Fernández Clemente. En el Canfranero ya pusieron vías oxidadas, restos de otros trenes viejísimos: la economía circular y sostenible se inventó en Aragón en el pleistoceno o antes, según se va descubriendo por las pisadas de los icnites y los fémures reciclados que salen por todas partes. El velociraptor corría tanto y hacía tanto ceprén (ojo) que hacía girar el planeta más rápido. ¿O lo frenaba?
El Val de Zafán, que nadie sabe dónde está, dejó un túnel de dos kilómetros junto a Valdealgorfa, Teruel, que en los equinocios deja ver el sol por la otra punta, o por la otra boca, y ese prodigio ya justifica el trazado y el lignito. Ese túnel de Valdealgorfa es Patrimonio puro y duro. Equinocio es un animal tan antiguo que ha tenido que ponerse a servir para otra cosa para sobrevivir, como todos.
Carlos López Otín, que hace poco publicó un clásico sobre la medusa inmortal, ha pilotado e impulsado otro hallazgo de gran utilidad sobre el genoma humano proclive a dejarse infectar por el covid. Los equipos de talento que aúna Carlos López Otín están dando vida extra al mundo.
El globo terrícola se acelera un poquitín, y ese apresuramiento nadie sabe de dónde le viene, aunque hay hipótesis. La mejor es esta: la tierra va más rápida por los nervios de los casi siete mil millones de terrícolas, que siempre están pensando en el futuro inmediato, y ese avance o anticipo lleno de “ysis” es el que acelera el giro. ¿Y si pasa esto, y si invado lo otro? Los famosos “ysis” lo alteran todo, especialmente la ciencia, que lanza hipótesis a ver si se confirman.
Y luego está el Canfranero, tren con mucha fama desde 1928 hasta hoy, aunque antes de rodar ya llevaba décadas pidiendo existir. Al final lo hicieron a mala gana, usando hierros viejos y traviesas con termitas. Ahora deja subir desde Zaragoza hasta Canfranc con gasoil y Francia no quiere saber nada de él, tampoco de él (Francia es superendogámica de lo suyo, como todas).
Y el fabuloso cercanías Huesca Zaragoza, que no es tren fantasma del pasado –desaparecido como el Val de Zafán y tantos otros–, ni tren zombi, sino que es tren fantasma del futuro… El cercanías Huesca Zaragoza es una vía verde por la que a ratos pasa algún tren. Quizá tarda tanto porque espera a que funcione con el tubo de Elon Musk.
Valdealgorfa-Canfranc sería un buen itinerario absurdo para el fin de siglo próximo, que parece que está lejos pero como se acelera el giro terrícola pues quizá llegue antes de lo imprevisto. La bola se acelera muy poco: si no fuera por los relojes atómicos ni nos habríamos dado cuenta. El fallo imperdonable de Apple es no hacer reloj atómico de pulsera.
Pero ese apresuramiento, si miras en tu interior, verás que es solo el principio de algo, quizá estamos cogiendo velocidad biológica o algo así, un fenómeno insólito. A lo mejor los dinosaurios de Teruel y Huesca no perecieron por el meteoríto sino porque se pusieron nerviosos. Los puros nervios hacían girar más rápido el globo y eso atrajo al meteorito hace 65 millones de años. Los nervios gravitatorios.
El otro asunto del tren es que le salió un jabalí hace unos días a un convoy de alta velocidad y el topetazo le dañó los frenos (al tren) entre Zaragoza y Huesca. Los jabalíes campan por todo, se bañan en las playas más concurridas, destrozan los panizos (maíz) de mi cuñado Joaquín, embisten a las furgonas y ahora, a los propios AVE. Ni los lobos ni los osos pueden devorar en paz los rebaños, y todo por culpa de los jabalíes.
Aragón es tan grande que los jabalíes no paran de corretear por todo y nunca se salen, como la palomica de la jota, que casi se sale de España. Quizá hay tantos jabalíes y tan ansiosos porque tienen celos de los millones de cerdos que se crían mayormente en Huesca y en otros trozos de Aragón.
Quizá ese jabalí que empentó al AVE es el Canfranero fantasma que al no poder ir a Francia como era su destino se vuelve loco y desbroza los panizares. Vaya lío por favor. Que Luis Granell nos proteja.
Y que el Canfranc y el cercanías los veamos antes de la próxima glaciación.
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