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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Los animales en la Cañada Real de Madrid: situación límite

Perro enjaulado entre porquería en la Cañada Real de Madrid

Dani Cabezas

Corrían los años 60. La ley que regula el uso de las cañadas reales -las rutas de la trashumancia que posibilitan el paso del ganado por toda la geografía española- sufrió una modificación que permitió el establecimiento de huertas y la construcción de pequeñas casas de aperos en los aledaños. Lo que en un principio no supuso problema alguno comenzó a serlo cuando las viviendas se fueron multiplicando hasta convertir la zona en el mayor asentamiento ilegal de España, a apenas 12 kilómetros de la Puerta del Sol.

Hoy, la Cañada Real es un lugar de contrastes: 16 kilómetros de extensión a lo largo de los cuales chalets de lujo levantados a las bravas conviven con infraviviendas. Los pequeños comercios, chatarrerías y vertederos ilegales se abren paso junto a la venta de droga que atrae a diario a centenares de toxicómanos. Una situación que afecta a los municipios de Rivas Vaciamadrid, Coslada y la propia capital, cuyos responsables políticos firmaron un acuerdo en 2017 por el que se comprometían a desmantelar los asentamientos del sector 6, el más peligroso y donde se concentra el conocido como “supermercado de la droga”, para realojar a sus habitantes.

Como ocurre en otros tantos casos, los animales son los grandes olvidados. También lo fueron en aquel acuerdo, en el que no se mencionó una sola palabra sobre la situación que sufren: abandono, maltrato sistemático, peleas ilegales, cría descontrolada, violencia, enfermedades e inanición son parte de su día a día, lo que corre serio riesgo de empeorar ante el proceso de desalojo, ya que muchos optan por abandonarlos a su suerte ante la imposibilidad de llevarlos consigo a sus nuevas viviendas.

Asociaciones como Proyecto Cañada o Equipo de Rescate Animal (ERA) llevan años trabajando sobre el terreno. “Todo lo que pueda contar de lo que sucede en la Cañada Real es poco: nada de lo que diga puede siquiera aproximarse a la realidad”, cuenta a El Caballo de Nietzsche Susana Rubio, de ERA. “Allí se ven cosas muy duras: perros atados de por vida o encerrados en una jaula entre su propia porquería, heridos y gravemente desnutridos. Muchísimos galgos que utilizan para cazar durante todo el año, dado que no hay normas, y que ahorcan, disparan o atropellan con una furgoneta cuando resultan inservibles con una crueldad extrema. A Drogo, que actualmente vive conmigo en acogida, lo abandonaron con un alambre para que se le fuera gangrenando la herida poco a poco. También hay muchísimos PPP (perros potencialmente peligrosos), que se usan para guardar las chabolas o para organizar peleas. Y todo lo que no son perros, claro: gatos que se utilizan para hacer prácticas de tiro, caballos y ponys escuálidos, cabras, cerdos vietnamitas que se reproducen sin control y a los que lanzan a los perros para que los maten, peleas de gallos… No sabría ni por dónde empezar”.

El citado sector 6 es, además del más conflictivo, también el más miserable para los animales. “Vamos todos los días. Y lo hacemos rodeadas de gente de la que lo más bonito que puedes oír es 'como vuelva a verte te pego un tiro”, relata Susana. “Es un entorno enormemente hostil, porque además de ser crueles con los animales tampoco quieren que los ayudes. En ERA somos un equipo pequeño que sólo cuenta con dos jaulas y dos personas que saben manejarlas. Y pese a ello, en lo que va de año hemos rescatado a más de 200 animales que han tenido la suerte de acabar en protectoras o santuarios”. Rescates que, a menudo, llevan tiempo. “Están tan asustados que no permiten que nadie se acerque. Es necesario tener paciencia, hacer rutina con ellos e ir ganándose su confianza poco a poco. Algunos rescates han llevado hasta seis meses”.

Cabría pensar que es necesario estar hecho de una pasta especial para enfrentarse a una situación tan desgarradora. Susana lo niega. “Llevamos tantos años yendo que se nos ha endurecido un poco el corazón, porque de otra manera no podríamos seguir rescatando animales. Pero no somos héroes ni nada que se le parezca, sino personas normales que dedicamos todo nuestro tiempo libre a esta labor, a menudo renunciando a cualquier tipo de vida social. Y lo hacemos de manera completamente altruista, pues nadie nos da un duro salvo las pequeñas donaciones particulares: todo lo ponemos de nuestro bolsillo”. Y es que, según denuncia ERA, la inacción del Ayuntamiento es total: del actual y de todos los anteriores. “Jamás se han puesto en contacto con nosotros para ofrecer ayuda, o para interesarse lo más mínimo por lo que sucede con los animales de la Cañada Real. Nadie”, lamenta Susana.

Desde PACMA coinciden en el diagnóstico: “Lo único que han hecho las administraciones es ir pasándose la patata caliente unos a otros”, denuncia Ana Belén Martín, autora del informe que el Partido Animalista ha entregado al Ayuntamiento, en el que se recoge toda la documentación gráfica de Proyecto Cañada y ERA, parte de la cual ilustra este artículo, y en el que plantean un plan para abordar el problema. “Sí: se han dignado a escucharnos y se han mostrado partidarios de hacer una mesa de trabajo para empezar a buscar soluciones. Pero lo cierto es que todas estas irregularidades ocurren delante de la policía, todos los días. El Ayuntamiento está incumpliendo sus funciones, porque todos esos animales tendrían que tener su documentación. Y ante ello, lo que se ha hecho siempre y se sigue haciendo desde el Consistorio es mirar hacia otro lado”.

De cara al futuro, Susana no es precisamente optimista. “Entiendo que hay que intentar ser positivos, y luchamos para ello: quiero pensar que se lograrán mejoras con el tiempo. Pero eso debería pasar por hacer cumplir la ley, como la cumplimos todos los demás. Y en la Cañada Real la ley sencillamente no existe. Por eso sé que me voy a morir y esto va a seguir existiendo. Porque la mentalidad de algunas personas y su manera de tratar a los animales no va a cambiar nunca”.

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