Así cedía el testigo el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca al nuevo centro Universitario tras más de 60 años activo
A las 11:09 de la mañana salían Amadora y Mari Paz por la puerta del hospital Virgen de la Luz de la capital. Acababan de recibir el alta. Lo hacían alegres, conscientes de que sus nombres han pasado a la historia de la capital conquense, por ser las últimas pacientes del complejo hospitalario que abrió sus puertas hace 62 años.
Pero una hora antes, a las diez menos cuarto, una caravana de cinco ambulancias y una UVI móvil trasladaban a los últimos seis pacientes hasta el Hospital Universitario de Cuenca, cerrando un capítulo en la historia sanitaria de la provincia.
Todos estos pacientes se encontraban ingresados en la quinta planta, en el área de medicina interna. Los internistas María José Hervás, jefa de servicio de Medicina Interna, y Luis de Benito, adjunto del mismo servicio, han expresado sentimientos encontrados marcados por la tristeza y la emoción tras décadas de trabajo en el centro.
El “honor” de dar las últimas altas
Ambos han recordado que han pasado más de 33 años de su vida profesional en este hospital, al que han dedicado más tiempo incluso que a sus propios hogares, viviendo guardias, anécdotas y momentos personales y profesionales muy intensos.
Aunque este último día se ha vivido “con mucha pena”, también se ha hecho “con el honor que supone poder dar las últimas altas a los pacientes del hospital”. En ese sentido, ha subrayado que para el equipo ha sido un privilegio acompañar a los últimos enfermos atendidos en el Virgen de la Luz, poniendo fin a una etapa que ha marcado sus trayectorias profesionales.
Por su parte, María José Hervás ha señalado que, junto a la tristeza, también existe un sentimiento de esperanza ante el inicio de una nueva etapa en el Hospital Universitario de Cuenca. Con el aún “perfecto” recuerdo de su primera paciente atendida en el Virgen de la Luz, también recordará a la última, subrayando que gran parte de su vida ha transcurrido entre esas paredes y que ahora comienza una nueva etapa asistencial “con ilusión”.
Finalmente, han descrito el ambiente vivido durante las últimas horas en el Virgen de la Luz como muy emotivo, con abrazos entre los profesionales y un sentimiento compartido de duelo por el cierre de un lugar que ha sido clave para la sanidad conquense. Sobre los pacientes ya ingresados en el nuevo centro, han indicado que estos destacan especialmente la amplitud de las habitaciones, aunque también han recalcado que lo más importante es que el trato sigue siendo el mismo, ya que el personal continúa siendo el mismo y mantiene su compromiso con la atención y el cuidado de los pacientes.
“Profundamente orgullosas” del trabajo de enfermería
Las enfermeras Beatriz Cañas y Lorena Lapont han puesto voz a la emoción vivida por el personal de Enfermería tras décadas de trabajo en el centro. La primera ha vivido este día como una despedida no solo de los últimos pacientes, sino también de compañeros que han sido mucho más que eso, llegando a convertirse en familia. Ha explicado que comenzó su formación y su carrera profesional en este hospital hace más de 30 años, un lugar en el que ha vivido momentos muy felices, pero también duros, acompañando a pacientes, empatizando con ellos y creando vínculos que forman parte de su vida personal y profesional. “El Virgen de la Luz ha sido mi casa durante todos estos años”.
Por su parte, Lorena Lapont, supervisora de la quinta planta del Hospital Universitario de Cuenca, ha señalado que, aunque su trayectoria en el centro es más corta, con 16 años de experiencia, se siente “profundamente orgullosa” del trabajo y del esfuerzo realizado por los profesionales durante este proceso de transición.
Ha asegurado que el traslado al nuevo hospital será beneficioso tanto para los pacientes como para los profesionales, ya que supone un paso muy importante para la sanidad de Cuenca y de toda la provincia.
Asimismo, ha reconocido el apoyo recibido por parte de la dirección del hospital para facilitar el cambio y ha manifestado que el cierre se vive con sentimientos encontrados: tristeza por dejar atrás un lugar lleno de recuerdos, pero también una gran ilusión por comenzar un nuevo proyecto asistencial en el Hospital Universitario.
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