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Fatiga pandémica: “Dejar de tener control sobre nuestras vidas nos ha producido ansiedad”

Una persona con mascarilla.

Diana Calzado

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El Colegio Oficial de Psicología de Castilla-La Mancha ha analizado para el diario Albacetecapital.com, los diferentes momentos causados por la crisis sanitaria de la COVID-19 a nivel colectivo e individual, percibiendo en esta tercera ola, lo que la propia decana de este Colegio Profesional define como “fatiga pandémica”, tras un año de lucha contra el coronavirus. Sin embargo, no todo es negativo en la autoestima social, María Dolores Gómez también valora positivamente la capacidad de adaptación en las diferentes restricciones y reivindica el papel de los profesionales de la psicología dentro de la Atención Primaria y en la prevención de la salud psicológica.

¿Cómo cree el Colegio de la Psicología de Castilla-La Mancha que nos estamos enfrentando a la pandemia de la COVID19?

Primero fue una sorpresa. Cuando apareció el coronavirus, además de la inexperiencia sobre algo que no conocemos, tuvo unas repercusiones a nivel emocional de shock, miedo e incertidumbre hacia la situación que venía.

Dejar de tener sensación de control sobre nuestra vida, que es fundamental para estar estable en nuestro entorno, nos produjo ansiedad.

Las personas más vulnerables, con alguna patología de base, enfermos de COVID, familiares de los afectados, empezaron también a desarrollar esta ansiedad. Todo esto fue en la primera etapa, en los primeros meses.

¿En las siguientes olas de la crisis del coronavirus cómo analiza la situación psicológica colectiva y social?

Hemos ido sumando una serie de cambios que inicialmente pensamos que iban a ser reversibles en un corto periodo de tiempo. Lo que hemos ido viendo en estos últimos meses, es la consolidación o el mantenimiento del problema, dentro de los diferentes niveles de restricciones sanitarias decretados, es decir, que esto ha afectado a nuestra vida en general, a nuestras costumbres, a nuestros hábitos básicos, a las relaciones con los demás.

¿En el momento actual cree que existe un estado anímico general negativo o poco positivo de cara al futuro?

Las diferentes olas y la lucha por doblegar la curva de contagios de la COVID, ha sido una repetición de lo mismo, pero con un agotamiento mayor de la población, una fatiga pandémica. Un estado de cansancio que se produce cuando algo se repite durante un tiempo y tenemos pocas posibilidades de ver el final del túnel.

Llevamos un año. Necesitamos pensar que las cosas van a ir a mejor y estamos programados para intentar ver que las cosas van a cambiar y quedarnos más con lo positivo que con lo negativo. Pero también es muy importante adaptarnos, trabajar esos mecanismos de adaptación a la nueva realidad y sobre todo pensar que sí que se pueden producir cambios positivos, pero que esos cambios no van a ser lo rápidos que queremos, y ese pensamiento realista nos permita no frustrarnos, enfadarnos, estar más irritables…

La crisis sanitaria ha traído también una crisis económica. ¿Cómo incide este impacto que está ocasionando en el tejido productivo y laboral?

A los cambios experimentados como he citado anteriormente, hay sumarle lo que significa para la economía esta crisis, y para las personas que lo van a pasar mucho peor en la medida en que sus condiciones económicas y sociales también se vean afectadas, lo que va a provocar una repercusión directa en su salud mental.

Habrá diferencias entre grupos de población más vulnerables desde el punto de vista psicológico o que tengan más fortalezas, y luego también grupos de riesgo para padecer la enfermedad y también los grupos donde más se sufre la crisis económica.

Sobre el proceso de vacunación que se ha comenzado. ¿Qué nos puede aportar desde su campo profesional?

Hay una sensación de necesidad de fuerza para poder terminar este túnel donde necesitamos ver la luz. Tenemos ahora la esperanza puesta en las vacunas, pero el proceso va lento, así que tenemos que aceptar que hay que adaptarse a una situación que ha provocado cambios en nuestras vidas y que tenemos que dar lo mejor de nosotros y de nuestros recursos para poder adaptarnos a ello.

El confinamiento, las medidas restrictivas socialmente. ¿Cómo nos afectan?

Los grupos más vulnerables están siendo las personas mayores que están sufriendo una situación muy difícil por el aislamiento. Necesitan tener contacto con las familias, poder salir a la calle, tener contacto con el mundo exterior. Estar encerrados genera múltiples patologías, tanto de tipo psíquico como físico. Envejecen más, tiene más temores, y eso afecta lógicamente en su salud.

Los niños y los jóvenes también son colectivos vulnerables, tienen que tener un contacto entre ellos para su sociabilización, aunque se están adaptando muy bien a las normas.

En cuanto a los jóvenes, en la etapa adolescente es fundamental la interrelación con grupos de edad, las relaciones con los iguales, con la pareja…estas etapas están muy condicionadas ahora. Se van a convertir en las generaciones de la pandemia.

El Colegio de la Psicología reivindica su integración en la Atención Primaria, es una de sus banderas desde este colectivo profesional. ¿Qué papel debe jugar los profesionales de la psicología en estos recursos sanitarios?

Siempre reivindicamos la figura de la psicología dentro de la Atención Primaria. Lo llevamos promocionando muchos años, con el objetivo de lograr una mayor prevención de la salud psicológica. La atención precoz e inmediata hace que no se cronifiquen los problemas debidos a situaciones de la vida cotidiana y que no se patologicen, que no se medicalicen, que se intervenga de forma precoz y así habrá un alto porcentaje de población que lo resuelva con técnicas psicológicas básicas y no tengan que acudir a otros dispositivos.

Serviría para prevenir, para educar a la población, para establecer programas específicos para cada colectivo y en general, y en este momento en particular, poder dotar de recursos que puedan ayudar a educar y a no generar patologías.

Lógicamente, la figura de la psicología dentro de la Atención Primaria es muy importante, y también para colectivos como el personal sanitario con programas específicos para concienciar que cuidar su salud es cuidar tanto la física como la psicológica. Trabajar para que las personas piensen que tener un malestar psicológico no significa ser débil. Tenemos la sensación de que tenemos que ser muy fuertes y capaces de afrontarlo todo. Hay que entender que la ayuda psicológica es como cualquier otra ayuda que ayuda a mejorar la salud mental, a rendir mejor, tener mejor estado de ánimo, mejorar las relaciones con los demás, abrir un amplio campo de recursos que se pueden entrenar.

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