Devolución del patrimonio: ¿qué hacer tras el expolio?

Ya hemos tratado en estas líneas el expolio continuo al que se ve sometido el patrimonio cultural en nuestra región. A lo largo de nuestra historia, bien sea por botín de guerras, rapiña de traficantes y anticuarios o saqueo de bienes arqueológicos, pero también por políticas de “estado” o inoperancia del propio gobierno regional, que han hecho que parte del patrimonio cultural de Castilla-La Mancha esté actualmente fuera de nuestras fronteras y con ello parte de la historia y de la identidad de nuestra región. También en el Patrimonio Cultural hemos formado parte de la “España vaciada”.

¿Pedimos indemnización por los destrozos que hicieron las tropas napoleónicas en nuestra región cuando invadieron nuestro país? ¿Reclamamos a los museos y colecciones privadas francesas los cuadros, orfebrería y otros objetos que se llevaron como botín?

¿Solicitamos a los Museos Nacionales las piezas o los objetos arqueológicos y etnográficos que, procedentes de Castilla-La Mancha se muestran hoy en sus salas?

Somos de la opinión, y en esa línea se encuentran la mayor parte de los gestores del patrimonio cultural, de que la historia se ha escrito con reglones torcidos, pero así se nos ha legado hasta que las democracias plenas se han instaurado y las leyes de Patrimonio Cultural han certificado lo que es lícito o no.

Los estados, las entidades nacionales, han forjado las fronteras europeas en la edad contemporánea y con ello políticas de uniformización y centralización. Opinable sí, pero certificado por nuestro propio devenir histórico. Utilizar el victimismo para reivindicaciones del momento, no creemos que sea lo más adecuado para el revisionismo.

Mención aparte requiere analizar los bienes muebles que, fruto de la colonización española en América, Asia o África están en colecciones, museos o instituciones de nuestra región. Pero ese es otro discurso donde la forma de extracción del objeto expoliado se hizo con evidente desigualdad entre las partes, descontextualización del objeto expoliado en el lugar de atesoramiento y exhibición es mayúsculo y la geoestrategia y la política internacional juega un papel importante.

Por ello es importante que los historiadores y los gestores del patrimonio cultural estudien caso por caso y determinen la oportunidad de revisar o no la posible devolución del bien.

Y una última reflexión: este debate nos debe enseñar que, con independencia de las leyes de mercado y, fundamentalmente, pensando en el patrimonio cultural de carácter histórico, es mejor prevenir. La inventariación de los bienes culturales y el cumplimiento de la ley han de evitar, a ser posible, la movilidad de las piezas del contexto para el que fueron creadas. Queda mucho por hacer, puesto que vemos cómo piezas artísticas y arqueológicas o fondos archivísticos siguen saliendo de Castilla-La Mancha con total opacidad y, nos atreveríamos a decir, con total impunidad. Y créanme, hay numerosos ejemplos de ello.