Acaba de ponerse a la venta en los kioscos un curso multimedia de francés del método Vaughan en veinte fascículos semanales. Tal vez indica que la caída en picado durante las últimas décadas del conocimiento del francés ha tocado fondo y que se empieza a entender la contradicción de ignorar la lengua del vecino geográfico y primer cliente económico. El liderazgo del inglés tampoco ha garantizado un dominio muy brillante del idioma imprescindible, aunque no por ello excluyente.
La conselleria de Ensenyament de la Generalitat reconoce que el 23,7 % de los alumnos que acaban la ESO en Catalunya no alcanzan las competencias mínimas previstas en inglés y que este porcentaje sube hasta el 46,3 % en las escuelas de entorno socioeconómico bajo, dentro de un fracaso escolar consolidado. De los países de la Unión Europea, España es el cuarto por la cola en conocimiento del inglés, solo por delante de la República Checa, Hungría y Bulgaria.
La cosmopolita y abierta Catalunya no mejora la estadística española. El 70 % de los barceloneses declaran piadosamente no dominar el inglés, aunque la realidad puede que sea aun peor .
El fracaso escolar en esta asignatura, que muchos estudian desde el parvulario sin llegar a hablarla cómodamente al acabar el bachillerato o la universidad, es uno de los más estrepitosos del continente. Los esfuerzos extraescolares de algunas familias para pagar cursos o estancias en el extranjero de sus hijos revela una quiebra del sistema de enseñanza regulado.
Catalunya no solo debe fomentar el uso social del catalán y el conocimiento integral del castellano, sino el dominio del inglés y de una cuarta lengua en proporciones algo más europeas. El bilingüismo natural tiene que servir para facilitar el aprendizaje del tercero y el cuarto idiomas. Sin el inglés o solo con el inglés del taxista no se va a ningún lado. Si se llega a ganar la batalla del bilingüismo catalán-castellano y se sigue perdiendo la del inglés y el francés, el provincianismo quedará servido por una vía internacional tan poderosa o más que el centralismo español.
Según las últimas cifras del Eurostat, el organismo estadístico europeo, tan solo el 45% de los alumnos de ESO de toda España estudian dos o más lenguas extranjeras, mientras que la media europea es del 60% y alcanza el 80% en países como Grecia, Portugal, Italia o Finlandia.
A los catalanes la geografía y la historia nos han hecho hispánicos y, a la vez, vecinos de rellano de los franceses. Una parte del territorio catalán se encuentra en Francia desde el Tratado de los Pirineos de 1659. Francia sigue siendo el segundo país más poblado de Europa occidental (66,3 millones de habitantes), solo por detrás de la Alemania reunificada (81,2 millones). París es una de les capitales más visitadas del mundo.
En 2005 el president Maragall anunció que solicitaría el ingreso de Catalunya en la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), con la propuesta de potenciar desde la Generalitat el francés como segunda lengua extranjera en la red escolar de Catalunya si el gobierno francés apoyaba el reconocimiento del catalán como una de las lenguas oficiales de la Unión Europea.
El organismo reúne a 53 Estados miembros y 10 más como observadores que tienen el francés como lengua habitual o que forman parte del área de influencia francófona por razones históricas. El president Maragall se entrevistó en París con el ministro de Asuntos Exteriores, Michel Barnier. Su petición no hizo la más mínima gracia al gobierno español y quedó dormida en un cajón.
El president Artur Mas la reiteró en 2014. La admisión seguía necesitando el visto bueno del gobierno español y este la denegó. El francés en la red escolar catalana permanece bajo mínimos y el catalán en los organismos europeos también.