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Mabel Lozano, sobre la trata y la prostitución: “La mafia está aquí… la creamos nosotros”

La cineasta Mabel Lozano en la charla que ofreció en el Círculo de Arte / Antonio Seguido

Fidel Manjavacas

“La mafia está aquí, no la llevan rumanos o rusos, la llevamos nosotros porque la creamos nosotros”. Con esta rotundidad le confesó un proxeneta condenado a la cineasta y activista Mabel Lozano el contexto de la trata de personas y su directa relación con la prostitución alegal que se da en España, un negocio que mueve “5 millones de euros al día”.

Bajo el título ‘Los amos de la prostitución y la trata’, Lozano -natural de Villaluenga de la Sagra (Toledo)-, abordó en una charla en el Círculo de Arte de Toledo -organizada por el sindicato de CCOO- este oscuro negocio que “vulnera los derechos humanos” en base a “un sistema de explotación perverso”. Lo hizo mediante las reflexiones que ha extraído durante los 13 años que lleva documentándose y conociendo la realidad del mundo de la trata y la prostitución a través de diferentes actores como proxenetas, clientes o víctimas.

Comenzó “el viaje en tren” que la cineasta propuso realizar a un público mayoritariamente joven con el testimonio de varias mujeres a través del corto ‘Exit’. República Dominicana, Paraguay, Nicaragua, Rusia o Rumanía son solo algunos de los países de procedencia de las mujeres que relataban su viaje a España en búsqueda de la felicidad o de una mejor vida. Vidas que se vieron inmersas en una historia que no era la que buscaban y de la que, afortunadamente, consiguieron escapar gracias a la ayuda de asociaciones como Apramp (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida).

Mostrándose ante la cámara, aunque con la cara pintada de blanco para preservar su anonimato, detallaban el laberinto en el que se veían inmersas y del que el miedo y las coacciones impiden salir a la mayoría. Una de ellas, Irina -de Rusia-, fue vendida por 3.000 euros por su novio a un club de carretera de Madrid. “Sí, aquí, en el primer mundo, en un estado de derecho”, enfatizó Lozano.

En este camino, las mujeres de nacionalidad africana no lo tienen más sencillo para poder escapar. “Las nigerianas no salen de ahí, no conocen otro trabajo”, apuntó Lozano al tiempo que señalaba la explotación que reciben estas mujeres incluso por parte de sus propias familias.

“Las nigerianas no salen de este mudo, la trata es endémica. Somos un país racista. En los clubes no hay mujeres negras, no se demanda. En las rotondas, las calles o polígonos se negocia con el cuerpo. Si no has hecho el dinero que el proxeneta exige acabas vendiendo tu cuerpo por 5 euros. Están también amenazadas por el budú, que parece magia negra pero es algo que forma parte de su cultura. Esas mujeres están ejerciendo la prostitución pero no lo vemos, no nos lo pueden decir, no denuncian por miedo a las coacciones”, manifestó Lozano tras el visionado de este primer corto.

Trata y prostitución “van de la mano”

Viven en pisos compartidos, hacinadas en clubes de alterne, trabajan en polígonos, en rotondas… son “supervivientes de la trata”. “Como tú has aceptado no te sientes una víctima”, apuntaba Cristina, otra de las protagonistas del corto.

“Salvo las rumanas que son europeas, la mayoría viene con una situación irregular, les prometen dinero, papeles y que van a ser libres. Eso luego es mentira, hay un engaño para captar a esa mujer”, explica Mabel Lozano sobre las técnicas que usan las mafias inmersas en estos procesos. “8 de cada 10 mujeres que ejercen la prostitución son víctimas de trata, y son cifras cogidas con alfileres ya que están basadas solo en las mujeres que denuncian”.

Muchas de ellas, cuando llegan, ya tienen una deuda con su proxeneta porque no pueden asumir el coste del viaje a esta España. A ello se suma la paga del sistema de plaza, por el cual pagan una especie de cuota que. En el caso de las mujeres que ejercen en prostíbulos este pago corresponde al alojamiento o a las comidas, mientras que quienes ejercen en sitios como, por ejemplo, el Polígono Marconi o la calle Montera en Madrid pagan también incluso por “un trozo de acera”.

“Me encuentro a mujeres con mucha desconfianza, muchas deudas, incluso su propia familia la amenaza con deportar o con hacerle algo a sus hijos”, apostilla la toledana sobre las protagonistas de este corto y de otras muchas mujeres que ha conocido estos años.

El proxeneta. Paso corto, mala leche

La segunda parada del viaje que propuso a un público que interactuó en todo momento con Lozano fue el visionado del trailer de su película ‘El proxeneta. Paso corto, mala leche’. En este largometraje, la cineasta toledana narra la historia de Miguel ‘El músico’, un proxeneta, condenado y que cumplió con su pena de prisión. Ahora está arrepentido de su participación en este negocio que juega con la vida de tantas mujeres e incluso actualmente colabora con la policía para desarticular este tipo de mafias.

“Yo era un hijo de puta. Estiré demasiado la cuerda… una mujer se cortó las venas de cuajo. Fui acusado de prostitución coactiva, me pidieron 27 años de cárcel y solo cumplí tres. Mi delito era una cosa normal, cuando en realidad hacemos más daño que un violador”, relataba Lozano sobre algunas de las declaraciones que le hizo este proxeneta.

“Hablamos de la mafia trasnacional. Me ha abierto un mundo desconocido, es una voz única e inédita de los verdugos”, explicó Lozano, que descubrió de su mano cómo el primer burdel de España que se inventó el sistema de plaza -el mencionado impuesto que se cobra a las mujeres antes de empezar a trabajar y que puede oscilar los 60 euros diarios- se sitúa en Castilla-La Mancha: La Rosa Azul, en Ciudad Real.

Según cuenta Lozano, “los 20 hombres” que mayoritariamente poseen los clubes de alterne que hay situados en tantas carreteras españolas, coincidieron en este club ciudadrealeño y vieron “que había que traer mujeres” de otros países como “materia prima” para poder gestionar sus negocios. “Esta veintena de hombres se lanzaron en 1996 a captar mujeres a Colombia. Las traían y durante esos años los clubes estaban llenos de mujeres. Era un delito incipiente, ni la policía sabía nada. No necesitaban conocer las leyes sino adelantarse a ellas. En 2010 es cuando se penaliza la trata en España”, señaló Lozano durante su charla.

¿Legalizar o prohibir?

Antes de visualizar otro de los cortos de Mabel Lozano, en el que se presenta a tres perfiles de clientes que hoy la cineasta no pondría, se debatió entre qué pueden hacer las instituciones y la sociedad para luchar contra la trata y su implicación en la prostitución que se oferta en España.

Lozano se declara abolicionista, que no prohibicionista, y considera que, con el Gobierno actual, es el momento oportuno para legislar sobre la trata y luchar por la igualdad. “En los países nórdicos hay menos mafias, menos tratas. Sigue habiendo prostitución pero mucho menos. Los jóvenes se van educando… no se puede dar la consigna de que la prostitución es la salida para las mujeres pobres”, recalca la activista, que asegura que la legalización de la prostitución que sí tienen países como Alemania o Holanda no ha servido para reducir los índices de tráfico de personas ni para mejorar la situación de vida de las mujeres que la ejercen.

“La abolición no significa prohibición. Hay que ir a por los malos, no se está yendo a por ellos”, dijo Lozano sobre una posible regulación de la prostitución, que en España no es legal ni ilegal sino alegal, antes de adentrarse en el tercer protagonista de este mundo: el cliente.

Actualmente, afirma que “no existen perfiles” y que los jóvenes se están incorporando a este mundo inspirados también por el consumo de porno que se ha incrementado con la llegada de Internet o la oferta de fiestas en discotecas que “se convierten en puticlubs” en las que incluso “se rifan polvos”. “Cuando los jóvenes llegan a los burdeles ellas se esconden. Ellos quieren hacer lo que ven en los vídeos, un porno cada vez más violento”, advierte la toledana.

El 39 por ciento de los españoles son consumidores de prostitución, destacó Lozano, que instó a que el 60 por ciento restante “levante la voz” y no les pese “esa masculinidad hegemónica”. “Sois la mayoría, tenéis que ser agentes activos. Hay que decirlo, ‘yo no consumo sexo de pago, no colaboro'”.

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