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La querella de Gürtel y la que nunca se presentó

Adolf Beltran

Corruptos y confesos, nueve empresarios han asumido en sede judicial este viernes que financiaron ilegalmente, al menos en tres campañas electorales los años 2007 y 2008, al PP valenciano, liderado entonces por Francisco Camps. Cinco de ellos son los mismos que anunciaban en noviembre de 2009, justo al día siguiente de que el PSPV-PSOE les denunciara por ello ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, que se querellarían contra los dirigentes socialistas porque la acusación “dañaba gravemente su imagen”. Esa querella nunca se presentó.

Coincide la masiva confesión de tanto corrupto arrepentido en busca de reducción de pena con la sentencia que hace caer nada menos que nueve años de cárcel sobre Milagrosa Martínez, exconsellera de Turismo y expresidenta de las Corts Valencianes, por otra pieza de Gürtel en buena medida derivada también de aquella inicial decisión de los socialistas valencianos que el entonces secretario general, Jorge Alarte, llevó adelante pese a las presiones de la patronal valenciana (“es una utilización del empresariado como arma arrojadiza entre los partidos”, llegó a declarar el presidente de Cierval, Rafael Ferrando), del propio PP (“ataca a los constructores y es un desprecio por lo valenciano”, dijo el entonces vicepresidente Vicente Rambla) y de varios medios de comunicación (que esgrimían el argumento, no del todo falaz, de que la dirección del PSOE presionaba también para no abrir una guerra sobre la suciedad existente en la financiación de los partidos).

Firmada por el entonces portavoz parlamentario, Ángel Luna, y sus adjuntos, Carmen Ninet, Cristina Moreno y Ximo Puig, actual presidente de la Generalitat Valenciana, la querella marcó un antes y un después. Es evidente que Puig ha superado las reticencias que compartió en aquel tiempo con la vieja guardia del partido sobre la conveniencia de convertir los informes policiales de la Unidad contra la Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) elaborados en el marco de la investigación del caso Gürtel en una acusación formal ante los tribunales de su rama valenciana, más allá del episodio de los trajes que afectó a Camps y del que acabaría saliendo absuelto.

Y es evidente por qué nada más se supo de la querella con la que se amenazó a Alarte y los suyos. “Están teniendo contra nosotros una actitud insidiosa y calumniante, cuando el PP lo único que hace es estar más arraigado en la defensa de los intereses de los valencianos”, lamentó en público quien a la sazón era portavoz de los populares en las Corts Valencianes, Rafael Blasco, hoy en prisión por un fraude que permitió desviar ayudas destinadas a la cooperación internacional hacia una trama corrupta mientras fue conseller del área.

La confesión múltiple de los empresarios corruptos y la condena a una exconsellera y otros cargos del PP, así como a Francisco Correa, Álvaro Pérez y Pablo Crespo, cabecillas de la trama Gürtel, convierten en un derribo aquella excusa inicial ante el caso: “Sólo son tres trajes”. Y en pura arqueología de la infamia la amenaza de la querella que nunca se presentó.

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