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Primarias, ¿democracia interna o simulacro?

Alfons Cervera

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El invento de las primarias en los partidos es un arma de doble filo. Hay quien piensa que es una manera de ensanchar la democracia interna y quien piensa que es la mejor manera de hacer pedazos al partido. Yo soy de los segundos. No estoy en contra de las primarias, faltaría más. De lo que estoy en contra es de unas primarias que sólo son un simulacro.

Lo normal, cuando se enfrentan varias candidaturas para ocupar cargos de responsabilidad orgánica, es que quienes ganan ofrezcan sitio en la organización a quienes pierden. Y que quienes pierden junten sus energías con las energías de quienes ganan para fortalecer el partido y encarar un proyecto político único con todas las diferencias que suponen las diversas opciones puestas en discusión en el proceso de primarias. Eso es lo normal.

Pero lo que sucede en realidad después de unas primarias es todo lo contrario. El partido sale de ese proceso más roto que la camiseta de Rambo, y lo que queda es un paisaje moral inaudito: el partido, que debía de salir de las primarias como una colla amiga, se ha convertido en un paisaje en el que todos son enemigos de todos.

O sea: una mierda pinchada en el palo del descuartizamiento orgánico.

Desde hace meses el PSOE anda abducido por su proceso de primarias. El partido, sus cuadros y sus militantes viven encerrados en una campana a la que le falta el aire que se respira en sus afueras. Dentro sólo se respira el zzzaaasss que dejan los cuchillos cuando entran a degüello en el gaznate del enemigo.

Son tres nombres en liza. Las bases están con Pedro Sánchez. Los fantasmas surgidos de la tumba de Tutankamón están con Susana Díaz. El vacío existencial rodea el aura impalpable de Patxi López.

Cuando habla la presidenta andaluza se remueven los muertos que ha ido dejando en el camino. Da miedo ese ejército de las sombras que forman ella y su guardia pretoriana. Saben sólo de traiciones, de acuchillamientos al estilo Bruto en la tragedia shakesperiana, de invocar el nombre de un porvenir socialista que, en sus manos, será como aquel porvenir que anunciaba el poeta Ángel González en uno de sus poemas imprescindibles: “te llaman porvenir / porque no vienes nunca.

Hace poco la candidata andaluza llamaba “izquierda inútil” a Compromís y Podemos. Nada menos. A esa mujer le horroriza no lo de inútil sino lo de izquierda. El día en que apareció públicamente apoyada por el ejército de las sombras me entró el pánico. Y eso que no milito en su partido, que desprecio profundamente sus prolíficas renuncias de izquierdas a lo largo de su última historia, y también -eso sí- que respeto lo mismo de profundamente a esa gente que desde el suelo más bajo de su militancia sigue creyendo que su partido es de izquierdas y en sus pequeños pueblos pelea, a cara de perro, con esos atrabiliarios restos franquistas que son los del Partido Popular.

El ejército de las sombras. La tumba de Tutankamón. La voz del Más Allá que llega con Rubalcaba y sus muertos vivientes a la plaza donde se dirimen las primarias socialistas.

Y aún un añadido peor a la voz insultante de la candidata del Valle de los Reyes: el presidente de la Generalitat Valenciana es su colega y ahora rendido admirador Ximo Puig gracias al apoyo de esa izquierda que ella llama “inútil” con una desvergüenza autoritaria y analfabeta que pone los pelos de punta.

Y ahora la pregunta del millón: ¿después de las primarias socialistas es posible esa paz que necesita un partido para seguir unido en un proyecto común con todas las diferencias admisibles y deseables en el seno de ese partido? Lamentablemente esas preguntas nos las hacemos fuera del PSOE. Dentro sólo se habla de poder. Si ganara Pedro Sánchez contra las cuchilladas de quienes parecen salidos de la serie El ministerio del tiempo pronto los derrotados -con la rabiosa ayuda mediática de sus guionistas principales- montarían la segunda parte de aquel golpe de mano que cosió a puñaladas el cuerpo no sólo de Pedro Sánchez sino de las bases militantes del partido.

En todo caso, regreso al principio: ¿las primarias unen o desunen a un partido? Yo creo que visto lo visto, y con todas las diferencias de matiz que queramos incluir respecto de personajes protagonistas y partidos, lo desunen. Que a veces incluso lo rompen en tantos pedazos como candidaturas se presentan a esas primarias. Que cuando pasan las primarias lo que queda es un paisaje interno plagado de enemigos.

Las primarias son un gran invento para fortalecer la democracia interna en los partidos políticos. Eso no se puede negar. Pero hay que profundizar en sus contradicciones, orillar vicios antiguos que purgan la disidencia, desechar esa cochambre moral que convierte la derrota en una innoble humillación.

O lo que es lo mismo: las primarias han de hablar menos de poder interno y más de proyectos ilusionantes capaces de traspasar las fronteras que separan más que unen a los partidos y la gente.

Y fin.

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