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Plásticos Hidrosolubles, la solución ecológica pionera de una empresa valenciana que no demoniza el plástico tradicional

Restos de plásticos recogidos en el mar.

Emilio J. Salazar

Alicante —

Representan la alternativa al plástico tradicional, y sin embargo, abogan por la convivencia de ambos materiales. Son la empresa Plásticos Hidrosolubles, ubicada en Rafelbunyol, al norte de Valencia, donde comenzaron a operar en 2005 en colaboración con el Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial y el Instituto Valenciano de Finanzas. El objetivo, crear un plástico hidrosoluble y biodegradable que no dañe al medioambiente.

El material final, que comercializan en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, y único con estas características en España, procede de recursos de naturaleza fósil. “En el fondo si haces un material plástico que sea hidrosoluble, biodegradable y no tóxico estás haciendo, entre comillas, ingeniería inversa. Estás volviendo esa materia orgánica a su estado casi original”, explica el consejero de la mercantil, Rafael Gabeiras.

Lo paradójico del mismo es que para su desaparición necesita no de la acción del humano, sino de factores ambientales como la humedad o la lluvia que, con otros condicionantes como el oxígeno o la temperatura, puede tardar desde segundos a horas en disolverse en el agua.

Su aplicación más frecuente la encontramos entre las monodosis del detergente para lavaplatos y lavadoras cuyo plástico hidrosoluble permite que en cuestión de segundos se disuelva los entre 4 y 5 gramos de material de embalaje en el curso natural del agua sin dejar ninguna trampa tóxica.

Asimismo, su uso también va creciendo en las carcasas de los fuegos artificiales cuya explosión está siendo cada vez más habitual en el medio acuático (playas o parques) donde hasta ahora el plástico o papel prensado caía al agua; siendo en la actualidad un residuo inocuo y compostable que no contamina.

Sin embargo, su aplicación no avanza en la actividad cinegética, al menos en España y en concreto en la Comunidad Valenciana. Gabeiras recuerda que si bien existe cada vez mayor concienciación entre los cazadores a la hora de recoger los cartuchos, de la munición también sale despedido un taquito de plástico que en lugares como la Albufera de Valencia acababa cayendo al agua.

“Les propusimos a la Conselleria un taco que se disuelve, biodegradable y no tóxico que no aparecería pasado un tiempo en la playa del Saler como aparecen ahora, pero me han dicho que no”, se lamenta. “Al final fabricamos para empresas danesas, americanas o suecas pero no para España porque allí nos llevan 30 años de ventaja en educación medioambiental”.

Bolsas

Esta afirmación esconde otra; Plásticos Hidrosolubles ha pasado en 14 años de vida de apenas vender en España a alcanzar el 40% de cuota de mercado actual en nuestro país. El representante de esta empresa de 24 empleados considera que “poco a poco”, los españoles “vamos haciendo los deberes” en protección del medioambiente.

Aunque también añade que en ciertos aspectos como las bolsas de plástico hechas de almidón de las patatas o de maíz “estamos cometiendo un pecado de lesa humanidad”. “Para lavar la conciencia medioambiental de los urbanitas de los países más desarrollados, resulta que estamos utilizando productos que son fundamento alimentario de países menos desarrollados, por lo tanto, lo estamos encareciendo”, señala.

Esta mercantil, que también ofrece su innovador material como alternativa a la bolsa de plástico tradicional, entiende que “se está poniendo demasiado énfasis” en su uso en los supermercados o en el envase alimentario, cuya aplicación no cuestiona porque “4.500 millones de personas se aprovechan de una distribución de alimentos que sería imposible sin un embalaje adecuado”.

“Por eso a mi no me gusta demonizar el plástico tradicional y cantar las virtudes del plástico biodegradable a pesar de que me dedico a esto”, asegura. “Porque personalmente creo que los plásticos biodegradables e hidrosoluble se impondrán en aquellas utilizaciones que funcionalmente sean mejor para la sociedad”.

“Desgraciadamente, los países más contaminantes son los menos desarrollados”, añade este ejecutivo que ha vivido diez años en el sur de África. “Sin embargo, en lugares donde la renta es más elevada, el ciudadano tiene una conducta más cívica porque está más concienciado, por lo que creo que el problema del plástico y su mala utilización es un proceso lento que requiere de educación, sin olvidar que los materiales no contaminan, los que contaminan son las personas”, concluye.

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