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La artesanía valenciana de hacer sonar las campanas

Los campaneros de Albaida han mantenido una tradición diaria del toque manual.

Toni Cuquerella

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Desde la conquista del rey Jaume I de Albaida en el siglo XIII la localidad ha mantenido una tradición de forma ininterrumpida durante ya casi ocho siglos, el toque manual de campanas. Esta tradición era el modo habitual de hacer sonar todas las campanas, pero en la Comunitat Valenciana cayó en desuso especialmente desde los años 60 del siglo XX con la mecanización de los campanarios, y con ello se perdió también la sensibilidad humana que permitía los toques especiales.

Pero esta tradición ha renacido gracias a voluntarios como los de la Colla de Campaners d'Albaida que, a través de su trabajo en el campanario de la Asunción de Nuestra Señora, han contagiado su trabajo artesanal de toque manual y han llegado a conseguir esta semana su reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Los campaneros de Albaida son los abanderados de este logro cultural que se extiende y revive en muchos campanarios de España. Solo en la Comunitat Valenciana se han creado ya cerca de 40 colectivos de campaneros. Uno de los integrantes de esta colla, Antonio Berenguer, explica que el toque manual de campanas, más allá de esta artesanía, supone también la conservación de unos códigos que han servido para la comunicación en la comunidad local, desde el reclamo a la misa hasta el anuncio de funerales y también de fiestas.

Albaida, como epicentro de esta tradición, realiza más de 3.200 toques, revolteos y repiques a lo largo del año, una actividad que es diaria y que marca el transcurrir de la jornada, de la semana, del año y de la vida. Esta actividad la realizan los voluntarios que heredaron este honor en los años 80 del siglo XX, fecha hasta la cual la realizaba una persona que cobraba un salario por ello. Desde entonces Berenguer señala que los campaneros realizan su función en base a la 'consueta', que es la compilación de reglas nacidas de la costumbre que indica cuándo, cómo, qué y por qué se tiene que tocar, en base a un calendario de celebraciones tanto religiosas como civiles.

A través de de esta herencia los campaneros han investigado, estudiado, divulgado e impulsado el patrimonio. Así, se redactó en 2003 una nueva consueta donde se recuperan las tradiciones y costumbres del campanario y de la parroquia, y se han alcanzado hitos como la declaración en 2013 como Bien de Interés Cultural Inmaterial o la apertura en 2015 del Museo Internacional del Toque Manual de Campanas (MitMac), primero en el mundo y que se encuentra en la localidad. En 2018, Albaida fue declarada capital valenciana del toque manual de campanas y esta misma semana se ha anunciado la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, declaración en la que ha trabajado junto a entidades como Hispania Nostra, la Generalitat Valenciana o el Ministerio de Cultura.

Un nuevo tiempo

Antonio Berenguer explica que el toque manual de campanas es una tradición viva y que por ello evoluciona. “Del mismo modo que se ha perdido la función de avisar con un repique de un incendio, ahora se abren nuevas perspectivas como el toque estrenado para la conmemoración del Día Mundial contra la Violencia sobre las Mujeres”. El campanero advierte de que toda innovación se ha de entender dentro de un valor cultural y se ha de tener en cuenta siempre su valor comunicativo y el criterio musical.

Con la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad los campaneros afirman: “Ganaremos en visibilidad”. Además consideran que la declaración “obliga a las administraciones a establecer medidas de protección y fomento”. Antonio Berenguer avanza que se está trabajando con el Ministerio de Cultura la redacción de un Plan Nacional de Salvaguarda del Toque Manual, para impulsar y fortalecer la tradición.

Con la electrificación y mecanización de los campanarios, explica Berenguer, muchas campanas fueron transformadas, sustituyendo sus tradicionales contrapesos de madera por otros metálicos. “Esto ha distorsionado completamente su sonoridad, ha provocado unas reverberaciones inapropiadas y ha acabado castigando a los propios campanarios que no estaban diseñados para albergar este tipo de campanas”. Pero confía que esta declaración permita obtener unos “campanarios con alma, habitados, que siempre permitirán tenerlos más cuidados”.

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