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Francisco Barranco, médico y rastreador: “Hay personas que deberían estar aisladas y te dicen que están en la bolera”

Personal sanitario realiza pruebas PCR en el hospital de campaña situado junto a La Fe en València.

Miguel Giménez

València —
2 de agosto de 2020 21:43 h

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“Hace falta más personal y más formación para realizar las labores de rastreo”. Lo dice Francisco Barranco, un médico que a sus 67 años está trabajando como rastreador desde el principio de la pandemia, en el mes de marzo: “Cuando todo esto empezó, al ser población de riesgo me dijeron que no podía ver a pacientes y me encargaron del teléfono”. La Comunitat Valenciana, con 1.008 rastreadores, a los que se van a añadir 85 más que va a incorporar la conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública, cuenta con una media aproximada de un rastreador por cada 4.475 habitantes. Esto la sitúa como una de las autonomías mejor situadas en esta imprescindible labor en la lucha contra la COVID-19, y más ahora, cuando están aumentando considerablemente los contagios -durante el mes de julio se han multiplicado en el territorio valenciano, con multitud de rebrotes que obligan a la realización de unas 5.000 PCR al día-.

Francisco, médico de familia en el centro de salud de Bétera (Valencia), apunta que las cosas han cambiado mucho, de buscar sólo a quienes venían de zonas de riesgo, como China o Italia al comienzo de la crisis, a la situación actual, en la que suelen contactar a entre seis y siete personas relacionadas con un positivo: “Hay compañeros que han conseguido localizar a doce contactos estrechos -personas que han estado más de quince minutos sin mascarilla a menos de dos metros de alguien que ha dado positivo-, pero no es lo habitual porque, en general, la colaboración de la gente no es la que debiera”.

“Hay veces que no te dan los datos, no te facilitan sus contactos o les avisan y no te cogen el teléfono porque no quieren que se les aísle, o te encuentras que nuestra base de datos no está actualizada porque ha habido un cambio de domicilio que no se ha comunicado. Debemos hacer casi una labor de espionaje”, se lamenta este facultativo, quien insiste en que la población, “no colabora, no está concienciada, y los jóvenes no son conscientes del riesgo que puede ser contagiarse para sus padres o para sus abuelos”. Así, comenta cómo se ha encontrado con gente que debería estar aislada a la que llama para hacer seguimiento, “y te dicen que se ha ido a trabajar o a la bolera”.

La situación se ha complicado en los últimos días, tal y como asegura: “Hace poco más de una semana me bastaba yo sólo para realizar las labores de rastreo ya que las PCR que se realizaban daban todas negativas, mientras que ahora ya tengo la ayuda de una enfermera y se va a incorporar otro enfermero más, y aún así no damos abasto”, dos profesionales más a los que está formando. En los momentos más duros de la pandemia eran cuatro personas haciendo labores de rastreo, dos médicos y dos enfermeras, en su centro de salud. Así, relata que se ha triplicado su contacto y que cada vez son más las pruebas que les llegan con resultado positivo, “que se multiplica por seis o por ocho las posibilidades, y si de ahí sale otro positivo se vuelve a multiplicar por seis o por ocho el riesgo. Es exponencial”.

El rastreo

Como rastreador, cuando localiza a algún contacto de alguien que ha dado positivo por COVID-19 lo primero que debe averiguar es si tiene síntomas de padecer la enfermedad, aunque “ahora mismo prácticamente cualquier síntoma puede llevarte a sospechar del coronavirus”. Cuando se detecta un síntoma, se considera como sospechoso, se pide una PCR, se abre una hoja de seguimiento y se intenta localizar a sus contactos estrechos: “Le preguntamos con quién ha estado y si nos da sus datos, nos ponemos en contacto con ellos”. Si da negativo en la PCR y no tiene síntomas, “se le puede dar el alta o ser más prudente y realizar una nueva prueba diagnóstica a las horas. Si da de nuevo negativo y es asintomático, se le da el alta”.

Las personas con las que contactan cada día llegan por diversas vías: a través de la web de la Conselleria de Sanidad, a través del teléfono habilitado con motivo de la pandemia (900 300 555); por el 112; desde urgencias del hospital o desde el listado de seguimiento. A partir de estos datos, los rastreadores deben asegurar de localizar la trazabilidad de los contagios, una ardua labor que se está complicando en los últimos tiempos por el aumento de los contagios.

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