Siente a un ardilla a su mesa
Es triste, pero pasa. De repente, alguien a quien conoces ya no es como era. Un poco como La invasión de los ladrones de cuerpos, esa obra maestra de Don Siegel. Es esa en la que te ibas a dormir y alguien dejaba una alubia debajo de tu cama que, por la noche, se convertía en ti, pero era un extraterrestre sin alma ni alegría en el cuerpo, Macarena. Pues sí, por increíble que parezca, el spot de Campofrío no ha conseguido que en España amaine la polarización ni sacando a Ana Rosa llamando hijo de puta al presidente. Seguimos así. Lo comprobé la otra la otra noche. Unos amigos nos polarizamos al socaire de unas cervezas porque a uno no le habían comido la cabeza los marcianos, sino Alvise, y lo había convertido en uno más de su legión de ardillas.
No nos habíamos sentado a la mesa y ya había soltado la primera fascistada. No me acuerdo cuál fue, pero sí el tonito de despierto con el que la pronunció, propio de un terraplanista que se ríe de los que aún creen que la Tierra es redonda. Entré al trapo, más que nada para ver si se cortaba el tema de raíz. ¡Ingenuo de mí! Las siguientes dos horas —muy divertidas, eso sí— fue como irte a tomar algo con WallStreet Wolverine, ese saco de despojos que dice desde su canal (que graba en Andorra para no pagar impuestos) que los jubilados son mala gente porque cobran su pensión, y así se aprovechan del sistema. Ya se sabe —mi amigo también lo tiene claro— el sistema de pensiones es un esquema piramidal y va a quebrar. En cambio, no se les ocurre que si aplicamos ese razonamiento, más cerca está de quebrar la Policía, que no ingresa ni un euro. Bueno, alguno sí, revendiendo alijos (lo que se conoce como los casos aislados) pero lo único que hace es consumir fondos. Y si no quiebra es porque los ciudadanos necesitamos uniformados (y al que no le guste que se lo haga mirar) para poder disfrutar de uno de los países más seguros del mundo.
¿Seguridad? Se reía el ardilla de mí. Y en ese momento aprovechó para colar en la conversación a los inmigrantes, que son lo peor que nos ha podido pasar, aunque nos paguen las pensiones del párrafo anterior, acepten los trabajos que nosotros no queremos y sean la base (ellos, y las ayudas europeas) del crecimiento de los últimos años. Pues no, resulta que son una banda de piratas y hay que ver cómo están las calles de delincuentes. Más ladrones hay en los bancos, pero de eso no le oí quejarse.
Por supuesto, fue el momento de introducir la teoría del gran reemplazo. Todo es un plan de las élites para sustituir a los blancos por inmigrantes y, para más inri, musulmanes. Y si son negros, mucho mejor. Por lo visto, son más dóciles, no como los españoles, que llevamos todos un Quijote dentro, y el día que nos privaticen el último hospital público saldremos a la calle, sí, pero a quejarnos en el bar.
Y, como mi amigo lo había visto en un vídeo de Youtube, llegó el momento de recordar que él era muy cristiano y temía por que se perdieran las señas de identidad. En su puta vida, me temo, ha entrado en una iglesia, ni aprovechando que dan vino gratis, pero ahora estaba muy preocupado por el mensaje de Jesús. Como no tiene ni idea, no sabe que fue pobre ni inmigrante, o no se acercaría a él ni con un palo. Como la bufonada de la beatería ultra sobrevenida me la sé, aproveché para preguntarle qué diferencia hay entre un apóstol y un evangelista, ahora que estaba a dos vídeos de que le convalidaran Teología, y, por supuesto, ni idea.
Tampoco faltó en la conversación Palestina a lo que, tal y como ha visto en las redes, respondió que de Sudán no se habla. No está claro si, el que no se hable de Sudán implica que no deberíamos hablar de Palestina, o que está muy preocupado por lo que pase en Sudán él, que no había parado de hacer comentarios racistas en toda la noche. Me lo imagina sudan-do frío el día que se entere de que son negros y que muchos de ellos acaban convertidos en los inmigrantes que tanto detesta. Pero ser ardilla implica ser sionista, y en esa colina ha decidido morir.
Y así transcurrió la velada, con afirmaciones tan extravagantes como que el mejor sistema sanitario del mundo es el de Estados Unidos, porque allí es donde van los millonarios a tratarse. Que sea el único país del mundo donde la gente se declara en bancarrota por no poder pagarse un médico o que se pidan un taxi al hospital después de ser atropellados porque el seguro no cubre la ambulancia, le parecieron exageraciones. Le pedí que lo mirara en el móvil. Si se sacaba la mitad de argumentos del culo, no pasaba nada por sacar uno de Google. Pero no. Cambió de tema y soltó aquello de que no cree en la democracia y que, con la IA, habría que poner a gobernar a los más inteligentes y, si no, a la cárcel. Es verdad que el actual sistema no garantiza la calidad de los gobernantes, pero muchos son tan listillos como inteligentes y se dedican a robar. No se le ocurrió desear, por ejemplo, que gobiernen los más empáticos o los más honrados, ni exigir más mecanismos de control, porque eso no lo dice Curtis Yarvin y ahora está de moda parafrasear al gurú de la Ilustración Oscura para parecer que se tiene una idea propia.
No se dan cuenta estos punkis de temporada que mientras más alto proclamen sus fantasías ultras, peor vamos a acabar
Lo triste del incidente es ver cómo el actual clima está generando que miles de personas, hartas del lamentable espectáculo al que nos toca asistir todos los días, vean una solución donde solo hay más miseria humana y moral. No se dan cuenta estos punkis de temporada que mientras más alto proclamen sus fantasías ultras, peor vamos a acabar. Es gente asustada que se sabe más lista que las élites que nos manipulan a los demás, y tiene de su lado a las redes sociales, que todo el mundo sabe están controladas por ONGs. Pero lo peor es la turra que dan y es que, en esta vida, el único crimen que no se puede perdonar es el de ser un brasa.
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