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El camino difícil de los valencianos

Juanfran Pérez Llorca se estrecha la mano con el portavoz de Voz, José María Llanos, en presencia de Carlos Mazón, tras su investidura.

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“En l’únic camí nostre.

Font i mar, terra i arbre.

L’únic camí cert.

El camí

del amor.

El difícil camí d’amor

on som tu i jo“

Raimon, Xàtiva. “Treballaré el teu cos”-1967

El País Valenciano no es una pieza cualquiera a encajar en el gran puzle del Reino de España. Este artículo pudo titularse: ‘El estado de los valencianos ‘ o ‘Líderes y proyectos’. El primero más circunspecto. El segundo guiado por el voluntarismo. Constatado: los valencianos padecen orfandad. Se sienten solos los valencianos que quieren para su país una trayectoria coherente, enraizada en su historia , dotada de proyección singular y posible. Susceptible de ser afrontada con éxito.

Liderazgo

Durante muchos años se acusa en el País Valenciano la carencia de líderes. Por la izquierda se agostaron las capacidades del president Joan Lerma. Titular de Treball en el primer Consell pre-autonòmic del País Valencià. Lerma fue el menos sumiso, pero asaeteado por las instrucciones de Ferraz, sede del PSOE en Madrid, controlada entonces por Felipe González y su cancerbero, Alfonso Guerra. Ferraz ha mandado siempre demasiado en el PSOE valenciano. Lerma tuvo proyecto. Un plan de acción incipiente pero perfectible. Supo detectar y separar las hierbas nocivas de las fiables. Se perdió en el posibilismo de última hora y en el terror reverencial a perder el poder. El País Valenciano, que piensa y vela por el futuro, necesita una llamada a capítulo, para la reflexión, estudio y decisión acerca de su realidad, defectos y virtudes, potencias y capacidad de recuperación. El País Valenciano está perdido si no rehace sus capacidades y las aplica a superar los desafíos del tiempo presente y la modernidad.

Homo economicus

De la época de la hegemonía de Joan Lerma i Blasco al frente de la Generalitat (1982-1995) surgieron líneas de acción política con proyección. Algunas copiadas, bien copiadas en su génesis: Ciudad de las Ciencias, después tergiversada. Mucho poder para un político que se estrenó joven, como primera autoridad del País Valenciano, sin la licenciatura de Ciencias Económicas. Donde encontró colaboradores, mejores y menos malos (Vicent Soler, José María del Rivero, Ernest Reig, Aurelio Martínez, Vicente Llombart, José M. Gil Suay, Segundo Bru, F. de P. Pons Alfonso, Alejandro Mañes, Miguel Domènech, Andrés García Reche) que marcaron sus mandatos. Lerma en su gobierno se orientó mediante el olfato económico. Un país carece de futuro si pretende relanzar su economía sin disponer de una clase empresarial (Joaquín Duato, Joaquín Maldonado Almenar, Paco Domingo Ibáñez, Vicent Montaner, Eugeni Senent, Ramón Cerdá Garrido, José María Simó Nogués, Antonio Baixauli, José Enrique Silla Criado, Salvador Fernández Calabuig) activa y abierta a la innovación. La primera parte de la carrera política de Lerma, acompasado en su acción de gobierno autonómica con el decidido poder municipal en el Cap i Casal, por el alcalde más relevante que ha tenido la ciudad de València en democracia, Ricard Pérez Casado (Jardín del Turia, ordenamiento urbanístico, visión mediterránea de metrópoli , señas de identidad, Palau de la Música, operación solar de Jesuitas). No todo salió perfecto pero dio juego. De sus rentas han vivido las municipalidades siguientes.

Derecha importada

Si vamos al grano en las urgencias actuales, los valencianos se encuentran en una situación de desamparo y desconcierto en tres dimensiones de presente y futuro: la política, la económica y la cultural. Sin cultura no hay país. Los valencianos no se pueden sentir confiados en el contexto político que viven desde 2023 y de manera singular desde el 29 de octubre de 2024. Cuando claudicó el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y todo su gobierno, con sus derivaciones políticas y administrativas, hasta el extremo de poner en entredicho la capacidad autonómica para afrontar cualquier emergencia o situación de crisis. Aterra a los valencianos la eventualidad de que un individuo, con las ineficiencias de Carlos Mazón, pudiera llegar a ocupar la alta responsabilidad de ejercer las funciones de la primera autoridad del País Valenciano. De no haber sucedido la dana de 2024 y la destrucción de varias comarcas al sur y al interior de València, Carlos Mazón hubiera repetido como candidato, del Partido Popular y Vox, a la presidencia del Consell. Previsiblemente en las elecciones de 2027. Hoy, después de lo acontecido y lo que se ve venir, sigue siendo diputado en las Corts, disfruta prebendas de expresident y con sueldo suplementado. Además, preside el PPCV. Es superior jerárquico de su sucesor en la Generalitat, Juanfran Pérez Llorca, hasta que sea relevado en el Congreso del partido, todavía por convocar. Y mejor no analizar el papelón que se han tragado los valencianos con la vicepresidencia para la Recuperación, del general Francisco J. Gan Pàmpols, cuyas habilidades se han diluido en la nada, con alto coste para los contribuyentes, en emolumentos y dignidad. Hay partidos políticos que no respetan a los ciudadanos ni a las circunscripciones territoriales donde se presentan y en las que son hegemónicos, mediante propuestas y argumentos confusos y embusteros.

Mazón, después de lo acontecido y lo que se ve venir, sigue siendo diputado en las Corts, disfruta prebendas de expresident y con sueldo suplementado

Izquierda sin norte ni plan 

Si se dirige la mirada al fracaso del espectro de la izquierda valenciana (Botànic l y ll) en las autonómicas de 2023, la conclusión no es que PP y Vox ganaron las elecciones sino, más bien, que las perdieron: el bloque PSOE, Compromís y U. Podemos. El desencanto y el vacío conducen a la hecatombe de quien elucubra con ganar, cuando es perdedor por incompetencia política. El PSOE de Ximo Puig se equivocó en su empeño de combatir a su socio de gobierno (maridaje en las consellerias por desconfianza), Compromís, más que al PP, Vox y a los poderes fácticos que lo engañaron.  El resultado fue un gobierno de PP y Vox, pactado por Carlos Mazón en Alicante, con anterioridad a las autonómicas de 2023, porque no se fiaba de sus correligionarios en el PPCV ni del PP presidido por  Feijóo. Mazón se debía a Pablo Casado y a Teodoro García Egea y a los ‘Cristianos’ del PP, sus mentores. Los valencianos están confundidos e indignados. Por los desequilibrios y temores de un Partido Popular, en València y Madrid, carente de programa identificable y consistente. Desde la entronización de Mazón están en manos de las imposiciones de Vox. Entente de conveniencia que prosigue, con mayor intensidad y descaro, en la etapa ‘hotelera’ que ha iniciado el exalcalde de Finestrat, Juanfran Pérez Llorca, mano derecha y sostén del defenestrado Mazón.

Instituciones fuertes y Eje Mediterráneo

En el capítulo económico-empresarial fueron cayendo líneas de éxito y proyectos estimulantes para la competitividad y la potenciación de los sectores productivos valencianos: industrialización puntera, comercio interno y exterior, turismo selectivo, creación de una élite de directivos valencianos con solera, exportación, hortofruticultura, infraestructuras avanzadas, agroalimentación. Revitalización de las instituciones de carácter mercantil: Cámaras Oficiales de Comercio (cinco en el País Valenciano), Feria Muestrario Internacional de Valencia, FICE (calzado), Movimiento Europeo en el País Valenciano, Clúster cerámico en Castelló, Oficina de la Generalitat en Bruselas, Ateneo Mercantil de València, Instituto Social Empresarial, Puerto de València desde la comunidad portuaria, Consulat de la Llotja de València, Colegio Oficial de Agentes Comerciales, y la retroalimentación del asociacionismo empresarial, desde la potenciación de su papel conjunto en la sociedad. El entramado empresarial ha sido lastrado por las injerencias políticas ‘de partido’ contrarias a su razón de ser. Se ha repetido hasta el ridículo el error de  centrarse en el laberinto del Corredor Mediterráneo –el horizonte 2027 de Óscar Puente es otra quimera– en su vertiente ferroviaria. Lo que necesita el País Valenciano –economía y sociedad– es el macroproyecto del Eje Mediterráneo, que se puso en marcha financiado por el Banco Mundial (1970) con la Autopista del Mediterráneo.

Lo que necesita el País Valenciano –economía y sociedad– es el macroproyecto del Eje Mediterráneo, que se puso en marcha financiado por el Banco Mundial (1970) con la Autopista del Mediterráneo

El que se debería completar con la interacción de empresas e intereses económicos que, implantados en el País Valenciano, podrían encontrar su proyección de futuro incardinados en el contexto del resto de la Cuenca Mediterránea, sin limitarse a las fronteras españolas. El liderazgo Mediterráneo lo ejerce Catalunya desde Barcelona, sin participación valenciana conocida y con la incomparecencia de los dirigentes formales que rigen la política valenciana. Los valencianos en pocas décadas vieron desaparecer y decaer proyectos y entidades de impacto económico-social vital: Instituto de Promoción Industrial (IMPIVA), Instituto Valenciano de Comercio Exterior (IVEX), Instituto Valenciano de Turismo (IVT), Parque Tecnológico del País Valenciano (hoy desnaturalizado en  polígono empresarial) y otras iniciativas que costaron trabajo y esfuerzo impulsar, para desembocar en chiringuitos de compadres y corruptos que no merecen ni ser  reseñados.

La cultura: pared maestra

En el espectro cultural, educativo y  universitario se perciben varios síntomas de paralización y retroceso. Nadie se ocupa de los espacios para la lectura que ya no pueden ser simples mostradores sin alma. Nadie hace balance de la industria editorial ni del potencial de las artes gráficas punteras en otros tiempos. De la cultura, la formación y la Universidad (de la pública para todos) depende el sustrato social y la urdimbre del conocimiento que convierten a una sociedad en adulta y prometedora. Es evidente el decaimiento del liderazgo universitario, centrado en la endogamia de sus componentes y en su incomparecencia en determinados foros de sabiduría y de compromiso cívico. Los impedimentos económicos (restricción presupuestaria) y el alejamiento de horizontes que se abren en el resto de Europa, excepto para los valencianos, tiene efectos nocivos. No desde 2023, sino desde  décadas transcurridas en las que ha imperado la ineficacia política, la connivencia de intereses ajenos a los ciudadanos y la corrupción amparada en las ‘trampas legales’.

Nos limitamos a pintar techumbres de iglesias o a emprender rehabilitaciones y otras intervenciones museísticas y artísticas sustentadas por la iniciativa privada

Quienes no tenían intención de hacer, no hicieron. Quienes llegaron con el mandato de hacer, limpiar y dejar cimientos firmes para el futuro, tampoco cumplieron con su compromiso y fracasaron. ¿Dónde ha quedado el ambicioso proyecto del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM)? ¿Qué trayectoria sigue la programación del llamado Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (Muvim) con unas instalaciones desaprovechadas en el centro de la capital? Nos limitamos a pintar techumbres de iglesias o a emprender rehabilitaciones y otras intervenciones museísticas y artísticas sustentadas por la iniciativa privada.

La lengua, causa de enfrentamiento

Si se llega a la situación de desmantelamiento lingüístico y la falta de promoción, el panorama es desolador. Se consiguió  firmar la paz en el cisma lingüístico de los valencianos. Se reunieron Jordi Pujol y Eduardo Zaplana (PP), nacido en Cartagena, y tuvieron el acierto de convenir –helicóptero incluido– con las conocidas “Normes de Castelló” (1932). Afirmo: desde el primer día se arrinconó a la Acadèmia Valenciana de la Llengua, lejos, desenfocada, para restarle visibilidad, en San Miguel de los Reyes. Se dignificó y evolucionó con respeto de otras latitudes, por el esfuerzo y la labor encomiable de algunos académicos. Ahora la academia permanece en riesgo de asfixia, bajo sospecha de activismo cultural, cuando en realidad está amenazada por el secesionismo lingüístico que pretende negar las conclusiones a la luz de la ciencia y la razón. Si se descuidan los valencianos acabarán matándose por hablar la lengua de sus comarcas y que aprendieron de sus padres. Otro retroceso a manos de quienes mandan y desconocen la lengua que manosean o conociéndola, hieren la sensibilidad y el derecho de quienes la defienden como propia.

Si se descuidan los valencianos acabarán matándose por hablar la lengua de sus comarcas y que aprendieron de sus padres

La dificultad como condición

El mundo paraliza su sala de máquinas a manos de quienes controlan sus palancas. Mientras se hunde en un extremo, inmerso en guerras y amenazas, surge la esperanza a cargo de nuevas voces imparables. Una de ellas emerge firme. La del poeta griego Christos Koukis en su libro El camino difícil : “Seamos honestos, ya que somos poetas. Seamos audaces, ya que somos poetas. Seamos innovadores ya que somos poetas. Tenemos que cambiar. La poesía es pedagoga por definición, pero los tiempos son nuevos. Su papel requiere un nuevo enfoque. Debemos a las generaciones futuras, adaptarnos sin perder la esencia”. Convicción, resistencia, libertad, diálogo, generosidad, tradición, compromiso, dignidad o respeto son voces que reflejan la forma de combatir en el nuevo mundo y en el camino difícil de los valencianos. Para que cuando el camino difícil nos encuentre –y nos encontrará– no sea demasiado tarde.

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