Gonzalo Tejero, el capitán de la guardia municipal de Valencia que se negó a entregar A Coruña al franquismo
La Galicia de la primavera de 1936 se convirtió en el campo de pruebas de los militares que darían el golpe de estado en julio. Cuando los altos mandos republicanos anticiparon la inminencia del alzamiento, el Gobierno de Manuel Azaña decidió confiar la defensa de la República a sus militares más leales. El capitán Gonzalo Tejero, entonces responsable de la Guardia Municipal de Valencia, fue uno de ellos.
El capitán de la Guardia Municipal tenía una carrera intachable respecto a los valores republicanos. Nació en Salillas del Jalón, Zaragoza, en 1893; ingresó a los 16 años en la academia militar y en menos de una década llegó a sargento. Un año después, en 1916, fue enviado a la guerra de Marruecos, la misma que engrandeció a Franco como militar, para después acabar en Alcoi. En el municipio valenciano recibió la condecoración de la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y decidió iniciarse en la masonería, dos acontecimientos que marcarían su vida social y militar. Ya en octubre de 1934, tras una serie de reconocimientos militares, asciende a Capitán de la Guardia de Asalto, y es presentado, en el mes de diciembre, en la Comandancia General de Valencia.
En abril de 1936 el presidente del Consejo de Ministros decide enviar una compañía de guardas urbanos liderada por Tejero a A Coruña para intentar controlar el ambiente golpista. Apenas unas semanas después el general Francisco Franco se sublevó con sus tropas y afines.
Relatan los historiadores que Tejero y sus hombres se lanzaron a defender el Gobierno Civil de la ciudad gallega tomando el testimonio del hermano del gobernador civil. Ángel Pérez Carballo, hermano de Francisco Pérez Carballo, describe al capitán como el “verdadero artífice de la defensa del Gobierno Civil desde el punto de vista militar y garante del mantenimiento de la disciplina entre sus hombres”, en la tesis sobre Francisco Pérez Carballo de José Galán Ortega, defendida en la Universidad Complutense de Madrid en 2015.
“La figura del capitán Tejero Langarita se reveló, de forma indiscutible (...) como la del único mando policial capaz de proponer alguna forma de frenar el avance de los militares por las calles de A Coruña o de liderar más tarde, en medio de un intenso tiroteo, a los guardias y suboficiales de Asalto comprometidos realmente en la lucha”, afirma el autor de la tesis, que recoge el historiador Vicente Gómez Herráiz en el último trabajo de investigación sobre el capitán. “Algunos de ellos, así como un número indeterminado de civiles, parapetados dentro o fuera del Gobierno Civil o en tránsito por las calles de A Coruña, dejarán la vida en el empeño”, señala el historiador.
En efecto, el destino del capitán Tejero fue el mismo que el de otros militares que defendieron la República y sus valores. Tuvo la posibilidad de huir con el gobernador y su esposa en el trasatlántico Magallanes, pero al no haber posibilidad de llevar consigo a sus hombres, decidió quedarse en Galicia. “Aunque me quede sólo, haré frente con un mosquetón a todos los que vengan”, dijo.
El capitán, junto a otro comandante y el gobernador fueron capturados y ejecutados sin que se haya encontrado prueba documental de ningún juicio. “La ejecución fue planeada, no fue una elección al azar, la cultura de la violencia franquista poseía cierto grado de sofisticación en el terreno de lo simbólico, rezumaba una crueldad especial y proclamaba el lenguaje de la venganza, que pocos se atrevieron a desafiar entonces”, relata el historiador. La mujer del gobernador fue violada y ejecutada pocas semanas después.
El Gobierno republicano dio noticia de la muerte del capitán y decidió honrarle con una calle, paralela a la plaza del Ayuntamiento de Valencia. El nombre estuvo vigente hasta que el Gobierno franquista decidió rebautizarla como calle de la Sangre, nombre que aún conserva.
En 2019, más de 80 años después de su ejecución, la corporación municipal de Valencia ha decidido honrar al capitán de la Guardia Municipal con la máxima condecoración de la Policía Local de Valencia, el cuerpo equivalente en la actualidad, y realizar un acto de desagravio con sus familiares. El jueves 31 de octubre Gonzalo Tejero, el capitán que se negó a entregar A Coruña al franquismo, recibió a título póstumo la medalla de oro de la Policía Local por acuerdo del pleno del Ayuntamiento.
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